Las precipitaciones que caen en las últimas semanas en buena parte de España, que, al contrario de lo que es normal casi siempre que se dice eso, incluye al este y sudeste, están reverdeciendo los paisajes agroforestales, como se puede comprobar en la foto adjunta. El jueves 20 tuve la enorme fortuna de ofrecer en la Fundación Mutua Levante de Alcoi, bajo los auspicios de la Universidad de Alicante, una conferencia a tres junto al arqueólogo Ignasi Grau y al biólogo Tono Belda. En ella nos propusimos resaltar los enormes valores que cada uno en su especialidad destaca en esas tierras de montaña media situadas entre el norte de la provincia de Alicante y el sur de la de Valencia.
Más allá de lo que los factores físicos (relieve, clima e hidrografía) condicionan la vegetación natural y los cultivos de esas tierras, lo más importante es señalar que es un paisaje construido por generaciones de hombres desde, según nos indica Ignasi Grau, época prerromana. En este sentido, insistió en que somos nosotros los que debemos dar valor a estos elementos patrimoniales en peligro de extinción para evitar que acaben como las miles de momias egipcias utilizadas para abonar los cultivos europeos. Tono Belda nos recordó la enorme biodiversidad que encierra todo este espacio, gracias al equilibrio secular entre hombre y naturaleza. Por mi parte, no pude más que persistir en el valor de una agricultura, llevada a cabo en buena medida por no profesionales, muchas veces jubilados, con esos bancales excavados a mano por generaciones de hombres, que frenan la erosión, acumulan agua, hacen de cortafuegos y tienen un valor estético indudable, no menor que el de cualquier catedral.
Nos une la preocupación de que la falta de políticas activas de mantenimiento de esta actividad agraria imposible, que a veces bastaría con no poner demasiados palos en las ruedas a los que todavía trabajan en el campo, acabe por hacer desaparecer un espacio único y nos lamentemos, como otras veces, cuando ya sea tarde.
El debate posterior hizo evidente que los tratamientos previstos para el enfermo no son coincidentes, pero todos estuvimos de acuerdo en la necesidad de una toma de conciencia no victimista, sino propositiva.