Jagoba Arrasate (1978) transmite naturalidad a la hora de hablar, una cualidad cada vez menos común en un mundo del fútbol del que confesó estar desenamorándose. Sin embargo, sobre el césped su equipo funciona y, a mediados de marzo, ilusiona con clasificarse para Europa a los aficionados del Real Mallorca.
Empiezan un fin de semana totalmente atípico, libre para todos desde el viernes, aunque Martin Valjent decía ayer que les comentó su necesidad de entrenar constantemente. ¿Necesario este descanso, no?
Si fuera por Martin, entrenaríamos todos los días, pero viene bien. Hay internacionales fuera, ahora tocan unos días para desconectar el fin de semana y hacer otras cosas. Creo que es positivo porque a la vuelta vendrán con más ganas.
El fútbol es su vida. Sin embargo, ¿sigue algún otro deporte?
Vemos mucho fútbol y ahora con los críos aprovecho para engañar a mi mujer, porque quieren verlo. Siempre he sido muy de pelota vasca porque lo inventamos nosotros, me gusta ir al frontón y también el fútbol sala. En Pamplona iba a ver a Osasuna Magna y ahora aquí he ido varias veces al Palma Futsal. Es otro deporte y me gusta porque desconectas, lo pasas bien y sacas alguna conclusión.
Han alcanzado los 40 puntos en 28 jornadas y en el entorno se habla de Europa desde hace varios meses, aunque haya insistido en lograr esa puntuación. ¿Para usted cómo es de complicado gestionar esas emociones?
La gestión de las expectativas es muy importante en el fútbol y el día a día. Por mucho que la gente diga en la calle que quiere ir a Europa, dentro tenemos un objetivo muy claro. Ahora poniendo el cuatro por delante no estamos matemáticamente salvados, pero virtualmente sí. Yo creo que es momento para soñar y ver hasta dónde llegamos.
Es una temporada atípica para el club porque tuvo la Supercopa por medio. Una vez pasados varios meses de todo lo ocurrido (en Arabia Saudí sufrieron acoso varias familiares de los jugadores), ¿cómo lo analiza?
Cuando vas a un país, donde no hay esa cultura futbolística, no hay ese respeto hacia el rival. No nos sentimos respetados y se cruzaron algunas líneas que no se deben cruzar. Nos sentimos ninguneados, como éramos el Mallorca no tuvimos la repercusión que había que tener. Nosotros denunciamos aquello pero no tuvo tanto eco.
Lleva nueve meses en Mallorca. ¿Qué es lo que más le ha sorprendido ahora que ya ha conocido bien el club?
Me ha sorprendido para bien el sentimiento mallorquinista. Desde fuera no tenemos esa visión o en su día veíamos un campo con pistas y desangelado, ahora veo a niños en el colegio con sus camisetas, en el campo y cuando vas a los pueblos se nota mucho.
Imagino que de ese sentimiento le habrán hablado Antonio Raíllo o Abdón Prats, futbolistas que han vivido el crecimiento de la entidad desde abajo.
A veces hay que tocar fondo para darte cuenta de algunas cosas, coger carrerilla e ir hacia arriba otra vez. Ellos han vivido lo que era estar en Segunda B y por eso quizás valoran más lo que estamos viviendo.
¿Un sueño por cumplir en la isla?
Yo creo que acabo de llegar y vienen de la posibilidad de conseguir un título, conseguirlo con el Mallorca sería algo impensable, es muy difícil de conseguir, pero sería un sueño.
Usted considera su faceta como docente esencial para su trabajo. ¿Cree que le ha ayudado a la hora de gestionar relaciones con sus futbolistas?
La pedagogía es una forma de vida, actúo igual como profesor que como entrenador. Para que uno saque su mejor versión debes empatizar con él, saber como es para poder entrarle. En los conflictos prefiero no entrar en caliente, esperar un poco más de frialdad para intervenir, el hecho de ser docente me ha ayudado.
¿Por qué cree que cada vez es más necesario ese trato con el jugador?
No me gusta la autoridad, el entrenador antes decía algo y se tenía que hacer, ahora con eso estás muerto. Para gestionar debes convencer y transmitir, pero primero hay que hacer ese trabajo hacia dentro y luego creérselo para calar en el vestuario.
Un gran sector de la afición se volcó cuando confesó que se estaba desenamorando de este fútbol. ¿A nivel profesional cree que hay más personas que se sientan como usted?
Cuando digo algo lo tengo meditado y lo he dicho donde lo tenía que decir, en foros con entrenadores o reuniones con los árbitros. No me gusta hacia donde va el fútbol porque se pierde la naturaleza del juego, ya no convivimos con el error. Lo que no me gusta es parar tanto el juego, que un tío desde Madrid diga la intensidad desnaturaliza el juego y prefiero el fútbol de antes. Como pasó el sábado, no concibo que alguien que paga su entrada no se entere de lo que pasa, algo se nos está escapando.
Hablando sobre los aficionados, cada vez es mayor el sentir de abandono por su parte ante las organizaciones deportivas.
Una frase que dijo Lillo era que la guarnición se había comido el solomillo. Es un buen ejemplo porque el fútbol antes era de los aficionados y ahora ya no, es de las televisiones y es otra historia. Los horarios los pone la tele, no piensa en ellos. Nos estamos alejando todos, nosotros también con entrenamientos a puerta cerrada o que el club dé un producto enlatado sin poder entrevistar a jugadores. Todo, no solo echo la culpa a uno, se ha alejado y luego le pedimos a la afición que nos anime, y no nos damos cuenta de que nos alejamos de ellos.
¿No cree que es peligroso que se sientan así?
Sí, yo siempre lo digo pero cuando iba con mi padre a ver el fútbol a Atocha era el día especial, desde la mañana todo lo que hacías era con sentido a lo que ibas a hacer, era una fiesta y creo que no podemos perder eso porque sería perder la pasión por el deporte.