Sus les pavés, la plage! Los jóvenes airados de mayo del 68 francés escribieron tan idealista eslogan en los muros de París. Mas resultó que no había playa bajo el pavimento. Pero fue bonito. Hoy ni al más utópico de los utópicos se le ocurriría mirar bajo los adoquines de las calles, pues el subsuelo está repleto hoy de la basura tóxica que producen Trump, Musk, Putin, Netanyahu, Orbán… Al diablo con los adoquines. Mirar bajo la superficie recomienda Julia Hülsman Quartet en Under The Surface (ECM / DistriJazz), su disco más reciente. Julia, alemana, (piano) sigue trabajando con sus colegas Uli Kempendorff (saxotenor), Marc Muelbauer (contrabajo) y Heinrich Kobberling (batería), pero en cinco de las diez piezas del álbum cuenta también con la instrumentista noruega Hildegunn Oiseth (trompeta y el llamado cuerno de cabra). Desde el post-bop de They Stumble, They Walk, hasta los acentos casi latinos de Nevergreen, toda la grabación es una gozosa apuesta por la búsqueda; una indagación que traspasa la capa más obvia y extrae colores, texturas y sonoridades que traspasan las taxonomías al uso. Los diálogos entre músicos son excelentes, y la conversación grupal, vibrante. Y si han leído algo sobre que Julia es demasiado cool, no hagan caso de las habladurías. Asómense al interior y déjense llevar.
Matthieu Saglio también esconde belleza. Pero la muestra a través de su cello, que en ocasiones suena como varios. De Matthieu, francés afincado en España, tengo escrito que su evocación musical traspasa los límites geográficos para instalarse en un territorio de lugares y sueños globales. Ahora, este mago del cello, de todos los sonidos y de todos los tiempos, publica Al alba (ACT Music), al alimón con su hermano Camille, extraordinario contratenor que canta en varios idiomas, incluido uno propio en el que el sentido de las palabras cuentas menos que el de la emoción. Los aires de Iberia, África y Oriente Medio conviven con hermosas recreaciones de piezas como Con toda el alma, de la tempranamente malograda Lhasa de Sela, Le vent nous portera, de Bertrand Cantat, vocalista del grupo Noir Désir, y Strange Fruit, hiriente pieza que popularizó Billie Holiday, pero que fue escrita por Abel Meeropol, un judío blanco militante del Partido Comunista. Para que todo quede en casa (una casa sin puertas ni ventanas), Gabriel Saglio hace vibrar el clarinete bajo en Iberian Ballad. El alba de los Saglio es el alma de las músicas hechas con corazón. Barcelona, Valencia, Zaragoza y Madrid podrán escuchar en breve a Matthieu y Camille en directo. Búsquenlos y no los pierdan.
Singular entre los singulares es Will Oldham o, si prefieren su nombre de guerra, Bonnie Prince Billy. Purple Bird (Domino / Music As Usual) es su vigesimosegundo álbum. Está grabado en Nashville, cuenta con la producción de Dave Ferguson y las voces de John Anderson y Tim O’Brien, y es, claro, todo un tratado de country. Pero qué tratado tan bello. Aquí se marcan muchas distancias con el pastiche, y sin perder de vista el canon, el talento de Bonnie crea ambientes nuevos. Hay luz y violines y guitarras juegan a encontrarse; hay luz y oscuridad, canciones tristes y canciones irónicas. Suena a Dylan y a blues, y a ese pájaro púrpura que susurra: «Limpia tus problemas, vuelve a ser tu mismo». Bonnie es el mismo haga lo que haga. Y este disco lo ha bordado.
Derya Yıldırım & Grup Şimşek no están en la línea de rock psicodélico de bandas como la legendaria BaBa ZuLa, pero no escamotean su punto de acidez. Derya es alemana de padres turcos, y su grupo cuenta con los franceses Graham Mushnik ( teclados) y Abtonin Voyant (guitarra y bajo), y la sudafricana Helen Wells (batería) . Yarin Yoksa (Big Crown Records / Popstock!) es su nuevo disco, una delicia de folclore de Anatolia reformulado (tres piezas), pop sesentero de atmósfera lisérgica (Misket, por ejemplo) y soul de la misma época y estilo (Direne Direne, entre otras). Por otra parte, en canciones como Yakamoz, la voz de Derya (que además toca el baglama) enlaza con la de las grandes e históricas cantantes de sus vecinas de Oriente Medio.
Derya. / Servicio Especial
Ammar 808 es el proyecto sonoro del tunecino Sofyann Ben Youssef y su inseparable Roland 808 (de ahí el nombre de su alias artístico). Live At Another Sky Festival (Glitterbeat), el disco que nos ocupa, es un buen entretenimiento para ocupar la espera del que será, en mayo, su nuevo disco de estudio. Este Live está planteado, obviamente, como una sesión de baile , a todo trance, con la tradición (entre otras cosas) del norte de África hecha modernidad. Está armado con músicas procedentes de los álbumes Magreb United (2018) y Super Strambeli (2023), más tres inéditos. Juntas y revueltas esas canciones conforman una rave irresistible para cualquier sábado noche, incluso con el tiempo revuelto que nos ofrece esta primavera tan rara.
En 2024, el músico tuareg de Níger Mdou Moctar y su banda publicaron Funeral for Justice, un elocuente y guitarrero álbum anticolonialista. Situado en ese territorio musical impreciso conocido como blues del desierto, Mdou Moctar rompió en el mencionado álbum todo lo que había que fracturar, arrastrando el blues por un pedregoso campo de rock hiriente, con guitarras incendiarias y bases rotundas. Bien, pues ahora, esas canciones, sin abdicar de su poder revulsivo, han sido regrabadas otorgándoles la calma del duelo (el detonante fue el golpe de estado que depuso al presidente de Níger). Tears of Injustice (Matador) se titula esa revisión, en formato más o menos acústico.