La Praza da Quintana es un miembro urbano de inexcusable referencia. Ya hemos hablado de esta plaza como espacio cementerial, ahora nos interesa como enclave urbanístico. Se remonta, no como plaza sino como vacío, al momento en el que se piensa en dotar en el siglo XIII de una cabecera gótica a la catedral románica, siendo entonces cuando el monasterio de San Paio deja de estar literalmente adosado al edificio apostólico (los capitulares catedralicios para visitar su cementerio, situado en la cabecera de su iglesia, se veían obligados a adentrarse en las dependencias monacales) y se separa para acoger una construcción que quedaría abortada. El gran espacio resultante, llamado a acoger soluciones arquitectónicas de valor excepcional, incluso paradigmático, presentaba -y continúa haciéndolo- dos niveles. Uno se conoce como Quintana de Mortos, el inferior, porque allí se emplazó el gran cementerio de la ciudad hasta el siglo XIX, con una privilegiada y disputada parcela próxima a la Puerta Santa, que era vista como si de la Puerta del Cielo se tratase.
Losas sepulcrales a los pies de la Puerta Santa / Javier Rosende Novo
En el siglo XIX se la conoció como Plaza de Literarios en recuerdo del Batallón Literario formado en 1808 por universitarios dispuestos a derramar su sangre por su país en su lucha contra los franceses. El otro nivel de la plaza se conoce como Quintana de Vivos, y estuvo ocupado en el tiempo por distintos edificios y diferentes funciones. En ambos casos, los nombres son redundantes, pues quintana y plaza son lo mismo.

Acceso desde la Vía Sacra, en la que se ubica la Iglesia de San Paio de Antealtares, a la Praza da Quintana. A la derecha de la imagen se ve un fragmento del imponente cierre del monasterio de San Paio y a la izquierda La Casa de la Parra / Javier Rosende Novo
Cierre oriental del edificio catedralicio, que podemos calificar como obra maestra y la más importante intervención en una catedral en su momento en todo el país; el cierre de Antealtares, una simple y apabullante arquitectura en la que el muro es elevado a suprema categoría estética; la Casa del Cabildo y la de la Parra, son indicadores del prestigio de un lugar plurifuncional (cementerio, escenario de apertura de la Puerta Santa, punto de arranque de procesiones, lugar de entrada para la catedral y de encuentro, nudo de comunicación entre las partes alta y baja de la población, etc.) y especialmente querido por los compostelanos.
Se trata de un buen ejemplo de que los nombres de las calles de una ciudad se vinculan de diversas maneras con su historia.