El refrán dice —y la experiencia confirma— que la primavera es la estación que la sangre altera. Y es que con la llegada del buen tiempo son muchos los animales, incluidos nosotros los humanos, que sacan la cabeza de la madriguera y entran en un periodo de efervescencia. Los días se empiezan a hacer más largos, las flores brotan en todo su esplendor, las golondrinas vuelven a surcar los cielos y el mundo se llena de nuevo de colores. ¿Pero por qué ocurre todo esto? ¿Hay alguna explicación científica detrás de la euforia primaveral o es solo una excusa, tan válida como cualquier otra, para salir a la calle con un bonito vestido floral? ¿Y qué tiene que ver la crisis climática en todo esto?
Estas son algunas preguntas que no te atreviste a hacer sobre la estación de las flores.
Empecemos, cómo no, por definir qué es exactamente la primavera. La cuestión no es baladí porque, de hecho, hay al menos dos grandes definiciones científicas. Desde el punto de vista meteorológico, la primavera española engloba desde el 1 de marzo hasta el 31 de mayo. Pero desde el punto de vista astronómico, la estación empieza alrededor del 20-21 de marzo y termina en el 20-21 de junio. Según esta definición, la que se enseña de forma más habitual en las escuelas de todo el mundo, la primavera empieza con el equinoccio, cuando el día y la noche tienen casi la misma duración. Este 2025, la primavera arranca oficialmente el jueves 20 de marzo a las 10:02 (hora peninsular española), se alarga un total de 92 días y 18 horas y termina el 20 de junio.
Una del las grandes maravillas de la primavera es que, tras los oscuros y fríos meses de invierno, con la llegada de esta estación empiezan a aumentar las horas de luz en el día. Esto se debe a que tras el equinocio de primavera el hemisferio norte se inclina más hacia el Sol, haciendo que los días sean progresivamente más largos, las horas de luz vayan a más y, cómo no, que la temperatura aumente de forma paulatina respecto a los meses invernales. En España, por ejemplo, se estima que el 1 de marzo hay unas 11 horas de luz, mientras que el 1 de mayo ya superan las 14 horas.
El aumento de las horas de luz, la llegada de temperaturas más cálidas y la mayor disponibilidad de agua por el deshielo y las lluvias de esta estación activan el fascinante proceso de floración de muchas especies vegetales. Esta es la razón por la que las flores brotan por todas partes durante esta época. Estas condiciones no solo son óptimas para las plantas sino que también resultan ideales para la actividad de polinizadores como abejas y mariposas.
Este fascinante proceso natural está empezando a alterarse debido al impacto de la crisis climática, especialmente del calentamiento global, en el planeta. Las flores están empezando a brotar antes que antaño y, en ocasiones, hasta empiezan a verse en invierno. En Japón, por ejemplo, se observa que los cerezos están adelantando varias semanas su floración.
Otro de los fenómenos más habituales de esta época es la migración de especies como, por ejemplo, las fascinantes golondrinas. Durante el invierno, muchas especies migratorias viajan a regiones más cálidas para sobrevivir, pero en primavera regresan a sus zonas de cría, donde hay temperaturas más templadas, días más largos y mayor disponibilidad de alimentos. En el caso de las golondrinas, estas maravillosas aves aprovechan la primavera para migrar desde África hacia Europa, incluyendo España, recorriendo miles de kilómetros para anidar y criar a sus polluelos en un entorno más favorable. Este proceso se repite de forma tan periódica, ritual y fascinante que hasta ha inspirado versos de Bécquer.
Pero volvamos a la pregunta clave. ¿Es cierto que la primavera la sangre altera? Pues bien, hay varias evidencias científicas sobre la cuestión. Se dice, por ejemplo, que con el aumento de horas de luz y temperaturas más cálidas, el cuerpo produce más serotonina y dopamina, hormonas relacionadas con el bienestar y la energía. También hay evidencias de que en esta época se eleva la producción de hormonas sexuales como la testosterona y los estrógenos, lo que puede influir en el estado de ánimo y la atracción. Si a esto le sumamos que con el cambio de tiempo también alteramos nuestros hábitos, salimos más y hasta cambiamos nuestro vestuario, claro está por qué todo esto genera una sensación de euforia primaveral.