No me he enterado muy bien (son mis costumbres), pero me ha parecido leer en algún titular que el Gobierno ha prohibido el consumo de alcohol en los colegios y otros lugares con menores. Imagino que uno de esos lugares serán los campos de fútbol mientras alberguen partidos de la base, un ecosistema curioso donde solo hay algo que sobra más que el alcohol y es igual de frecuente: nosotros los padres.
Estoy a favor de la medida, podría decirse, aunque sugiero al Gobierno que puestos a prohibir vaya un poco más allá en sus prohibiciones. Si de veras le preocupa la salud de la población española, tiene ahora una oportunidad idónea para mejorar la de millones de españoles. Lo puede lograr con un movimiento concreto, audaz y en realidad un poco simple. De un día para otro, sin avisar, como un gran golpe. Si el Gobierno de este país de veras nos escucha, nos cuida y nos quiere, debería hacerme caso. Solo tiene que prohibir el Eldense.
Luego volvemos al Eldense, con el máximo respeto, pero antes otro apunte sobre el fútbol base. El pasado sábado fui a ver el partido de mi hijo y antes estaban jugando otros equipos. Paseé por la grada y vi unos mensajes escritos, al modo de peticiones de los niños a los padres. Decían esto: no pierdas la calma, no me des lecciones mientras juego, deja en paz al árbitro. Aprecié la sencillez de los mensajes. Pero mientras los leía, a mi alrededor ocurría esto otro: gente perdiendo la calma, gente dando lecciones mientras los pequeños jugaban, gente molestando al árbitro. Me hizo gracia el contraste.
No es nuevo, ya lo sabemos. El fútbol azuza las emociones y está lleno de paradojas. También el profesional, la pura élite. Varias temporadas atrás, el Liverpool pagó 80 millones de euros al Benfica por un delantero llamado Darwin. Ahora resulta que un delantero llamado Darwin no está evolucionando como se esperaba. No te puedes fiar de nadie, ni de nada.
Pero, en fin, que no se nos olvide lo importante: España necesita prohibir el Eldense cuanto antes. Porque resulta que los puestos de descenso estaban más o menos claros en Segunda División, o eso creíamos, hasta que empezó a ganar y a remontar el Eldense. No quiero exagerar, pero por su culpa el pánico se ha extendido por toda la península y ahora mismo millones de españoles, desde Málaga a La Coruña pasando por Burgos, Zaragoza, Castellón o Albacete, están sufriendo unas angustias insanas que de alguna manera repercutirán en el sistema público de salud, a la larga, y que se podrían evitar fácilmente, insisto, con una sola medida. Una medida sin duda brillante: prohibiendo el Eldense.
Y yo lo siento por las buenas personas de Elda, pero vivimos en una sociedad y a veces las sociedades necesitan que unos pocos se sacrifiquen por la mayoría para seguir adelante. A veces necesitamos a un puñado de héroes. Seguro que estaríamos de acuerdo en homenajear a jugadores, aficionados y a todos los del Eldense, a cambio de vivir en paz todos estos meses. A ver si espabila Pedro Sánchez.
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