Almirante Kuznetsov: un portaaviones varado en la incertidumbre

El único portaaviones de Rusia sigue fuera de servicio desde 2017, con reparaciones interminables en Murmansk. Su inactividad expone las debilidades navales rusas y su incierto futuro.

El Kuznetsov, atrapado en un limbo de reparaciones

El Almirante Kuznetsov, el único portaaviones de la Armada rusa, continúa inoperativo tras más de seis años de reparaciones. Desde su última misión en Siria en 2017, donde perdió dos aviones por fallos en los cables de aterrizaje, la nave ha permanecido en el 35º Astillero de Reparaciones de Murmansk, acumulando incidentes que han retrasado su retorno al servicio.

Construido en 1985 y operativo desde 1995, el Kuznetsov ha enfrentado problemas técnicos constantes. Su sistema de propulsión, basado en mazut, un combustible obsoleto, ha generado fallos recurrentes. En 2018, una grúa de 70 toneladas colapsó sobre su cubierta, dañando la estructura y complicando aún más su reparación. Ese mismo año, el hundimiento del dique flotante PD-50 afectó su mantenimiento, agravando las dificultades logísticas de la flota rusa.

Mientras otras unidades navales de Rusia, como el crucero Moskva, han sido destruidas en la guerra contra Ucrania, el Kuznetsov ha permanecido al margen de la guerra. Su ausencia en el escenario bélico refuerza las dudas sobre la capacidad rusa de mantener una flota moderna y operativa.

El oscuro secreto del Almirante Kuznetsov que lo hace tan peligroso
Kuznetsov

Un portaaviones con capacidades limitadas

El Kuznetsov fue diseñado para operar en el marco de la flota soviética, con capacidad para embarcar 18 Su-33, 6 MiG-29K y varios helicópteros. Sin embargo, su sistema de lanzamiento mediante rampa de salto, en lugar de catapultas, limita la carga de combustible y armamento de sus aeronaves, reduciendo su efectividad en combate.

En contraste con los portaaviones nucleares estadounidenses, que pueden operar de manera continua, el Kuznetsov tiene una autonomía de solo 45 días y depende de un complejo sistema de reabastecimiento. Su inactividad debilita la proyección naval rusa y afecta su influencia en regiones estratégicas como el Mediterráneo y el Ártico.

Datos clave sobre el estado del Almirante Kuznetsov

  • Fuera de servicio desde 2017, con múltiples retrasos en su reparación.
  • Sufrió accidentes graves, como la caída de una grúa en 2018 y un incendio en 2019.
  • Utiliza un sistema de propulsión a mazut, generando problemas técnicos constantes.
  • Su regreso al servicio ha sido pospuesto varias veces, con una nueva fecha tentativa en 2025.
  • Rusia enfrenta dificultades logísticas y económicas para mantener su única nave de este tipo.
Almirante Kuznetsov

Retrasos, accidentes y corrupción en su reparación

El Kuznetsov ha sido objeto de numerosos percances que han prolongado su inactividad. En 2019, un incendio a bordo dejó dos muertos y provocó daños estructurales significativos. En 2022, otro incidente similar retrasó aún más los trabajos de restauración.

Además de los problemas técnicos, la corrupción ha afectado el proceso de reparación. El director del astillero fue acusado de malversar 45 millones de rublos, lo que ha generado incertidumbre sobre la viabilidad del proyecto. Expertos consideran que los costos de recuperación, estimados entre 500 y 1.000 millones de dólares, podrían no justificar su reactivación.

En un contexto de sanciones internacionales y desvío de recursos hacia la guerra en Ucrania, la Armada rusa enfrenta dificultades para mantener su infraestructura naval. La falta de acceso a tecnología extranjera y la dependencia de motores ucranianos, que ya no puede importar, han complicado aún más la situación del Kuznetsov.

¿Tiene futuro el Almirante Kuznetsov?

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Rusia insiste en que el portaaviones volverá al servicio en 2025, aunque su relevancia en la actualidad es incierta. La industria naval rusa carece de capacidad para reemplazarlo, lo que deja al Kuznetsov en una posición ambigua: más un símbolo de prestigio que un activo militar funcional.

Analistas como Pavel Luzin cuestionan si un portaaviones con un diseño soviético, sin catapultas y sin capacidad de sigilo, puede competir en un escenario donde predominan naves nucleares y sistemas no tripulados. Su tripulación, parcialmente reasignada a Ucrania, y su cubierta dañada refuerzan las dudas sobre si realmente volverá a navegar.

Más allá de su estado físico, el Kuznetsov representa un desafío para la imagen militar de Rusia. Mientras el Kremlin busca proyectar poder naval, la realidad de un portaaviones varado por fallos estructurales y decisiones estratégicas erradas evidencia las limitaciones de la flota rusa. Su futuro sigue siendo una incógnita en un mundo donde la guerra naval ha evolucionado más allá de su capacidad operativa.

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