First Dates lleva años en antena siendo uno de los programas más visto. El programa de televisión que junta a dos desconocidos a cenar en un restaurante para conocerse y decidir si tienen una segunda cita en un futuro se ha convertido en todo un fenómeno en España. Carlos Sobera es el presentador encargado de que los invitados se sientan en todo momento a gusto durante un encuentro que ven miles de personas en la pequeña pantalla a diario.
El programa de citas a ciegas da voz a todos los colectivos y edades. Hasta el restaurante más famoso de la televisión se desplazan jóvenes que acaban de cumplir la mayoría de edad, adultos sin suerte en el amor hasta el momento y también mayores que buscan alguien que les acompañe en sus últimos años de vida.
En First Dates también se viven situaciones de tensión. Alguno de los dos invitados no le gusta la elección que ha hecho el programa y muestra su enfado criticando constantemente a su cita durante la cena. Esta escena, bastante habitual, se repitió hace un par de semanas entre Marina, una mujer que reside en Barcelona pero con pasado en Zaragoza, y Edgardo, un venezolano que vive en Málaga.
La soltera llegaba al restaurante con una actitud muy cariñosa. Para Marina, buscar el amor es como encontrar una flor encima de un contenedor de basura y «se puede encontrar». Lleva 7 años en España, ha estado en Zaragoza y no le ha gustado nada por el tiempo tan duro. No le gusta el tipo de amor de su país porque el hombre tiene una mujer oficial y fuera de casa todas las que quiera “por parte de mi padre tengo más de 30 hermanos y yo creo en el amor único”.
Su cita en ‘First Dates’ le gustaría que fuera un hombre alto y que le haga reír. Un hombre parecido al que buscaba Maribel. Edgardo, su cita, ha decidido ser feliz “sí o sí” y para ello quiere ver lo bueno y dejar de lado lo malo. Al verle, Marina ha sentido que físicamente no era su tipo. Le ha contado que llevaba un mes en Barcelona y él, le ha dicho que vivía en Málaga y que le encantaba el sol y la playa. Él sí ha visto en Marina a una chica guapa que le podía gustar.
Marina no cree en que la genética de los negros sea real y le ha dicho que ella tenia un cuerpo bonito porque había hecho mucho deporte. Le ha contado que era de Gabón, pero al soltero no le ha sonado su ciudad. Eso sí, cuando le ha dicho que estaba cerca de El Congo, le ha recordado que cuando era fiscal en Venezuela tuvo a un congolés acusado de tráfico de drogas.
En el momento de la decisión final, Marina ha sido la primera en responder y le ha dicho que no repetiría porque él no se quería ni casar ni tener más hijos. Edgardo le ha dado la razón y le ha deseado mucha suerte para cumplir sus dos bonitos sueños. A la hora de la despedida, los solteros han tenido un pequeño cruce de mejillas, que ninguno de los dos esperaba.