Vivimos atrapados en la narrativa

Existen pocos autores que escriban con tanta intensidad sobre la pintura actual, el mundo del arte y sus privilegios como Rachel Cusk. Casada con el artista Siemon Scamell-Katz, cuyas ‘pinturas de lo sublime’ han sido comparadas por la crítica con Mark Rothko (y que antes de dedicarse a la abstracción fue pionero en la investigación del seguimiento ocular, una técnica que le permitió comprender cómo vemos e interpretamos cuando miramos una imagen), Cusk lleva un tiempo poblando sus novelas de artistas, todos casi siempre de un atractivo subyugante, con un ego ‘king size’ y tirando a antipáticos.

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