la propuesta de la Guardia Civil para combatir la «impunidad» de los narcos en el Guadalquivir

Casi 200 kilómetros separan Zahara de los Atunes, localidad gaditana, de Sevilla. El músculo de la Guardia Civil en una de las principales puertas de entrada de la droga en España, como es la zona del Estrecho, ha hecho a los narcotraficantes replantearse su actividad delictiva. No su cese, sino dilucidar una manera de introducir en España el hachís y la cocaína, las dos sustancias estupefacientes fetiche de estos grupos armados, por otra vía: el río Guadalquivir.

«Lo han desviado a esta zona por la presión en Cádiz«, confirman desde el sindicato Jucil, el mayoritario de la Guardia Civil en España, a EL ESPAÑOL en una reciente conversación. Por ello, desde la asociación del Instituto Armado solicitan al Ministerio del Interior la creación del primer Servicio Marítimo fluvial en el país, con base en Sevilla. El objetivo del formación de esta unidad es, en palabras de la asociación, «frenar la creciente actividad del narcotráfico en el río Guadalquivir», lo que los agentes tildan como la «autopista de la cocaína» en España. «Son clanes paramilitares», añaden.

El embrión de esta primera unidad de intervención del Guadalquivir necesitaría, como mínimo, ocho agentes que peinen la zona las 24 horas del día. «Esto sería como poco y para conseguir una mínima efectividad», comentan desde el sindicato. «Lo que legalmente se establece para el mantenimiento de una patrullera sería de tres personas: patrón, segundo patrón y mecánico. Desde luego, esto es escaso y una paliza. Es insuficiente, lo suyo sería que por cada patrullera hubiera cuatro compañeros», agregan.

Además, se necesitarían, como poco «que hagan de contención», dos patrulleras. «La embarcación más rápida que hay, que pertenece a Cádiz, ahora está en Sevilla», lo que supone dejar a la provincia sureña «vendida». Jucil considera que la creación «de golpe y porrazo» de una unidad es un proceso complejo y, en ocasiones, lento: «Se necesitan infraestructuras, formación, tiempo…». Y lo cierto es que este grupo que solicitan sería diferente al mítico OCON-Sur, la unidad de élite que peleaba en el Estrecho contra el narcotráfico que fue desmantelada por el Ministerio del Interior hace tres años y echan de menos los agentes: «Tenían a raya al narco».

Ahora, el tráfico de drogas en el sur de España ha ganado poder con el uso de armas de guerra, como ya se avistaron en Huelva hace escasas semanas. «En cada intervención se encuentran armas cortas, como pistolas, pero también de largo alcance como los kalashnikov o AK-47. Tenemos que ir protegidos. Esas armas tienen 600 metros de alcance. Nuestras pistolas, el mejor tirador, llegan a los 100 metros», confirman a este diario fuentes policiales. Por todo ello, los guardias civiles piden el uso de armas largas como el subfusil HK-36: «Al menos, necesitamos estar a su altura».

El ‘petaqueo’, la cantera del ‘narco’

A los agentes les preocupa una actividad, cada vez más en auge, que da alas al narcotráfico: el petaqueo. Se trata de la obtención, ya sea de manera ilícita o legal, del combustible necesario para las lanchas que transportan la droga de un punto a otro. Los policías tratan de incluir esta práctica en el Código Penal, aunque hay algún artículo actual para hacerle frente, como es el 536, relativo al delito de tenencia de armas prohibidas.

Recuerdan que obrar en poder de litros y litros de gasolina no es necesariamente una actividad punible: «Cogerlos en las gasolineras es diferente. Sin embargo, si les cazamos en zonas navegables o en furgonetas, con el combustible en petacas -de ahí el apodo de petaqueo-, «habría que meterles el delito de pertenencia a organización criminal».

«Hasta los 240 litros no suele suceder nada. Por debajo de esa cantidad, es una sanción administrativa hasta los 25.000 euros en el mejor de los casos. Pero no es la mejor opción. Condenas a esa persona a delinquir, ya que si ese dinero que ingresa por una nómina, la Justicia se lo quita y no tiene medios, se verá obligado a delinquir. Una pena de prisión sí escarmienta realmente», apuntan fuentes de Jucil. «Es sencillo: si no hay petaqueo, acabas con la logística. Esto es lo más importante para el narco».

De hecho, Vox llevó, hace dos años, una Proposición No de Ley al Parlamento Andaluz con el objetivo de estrechar el cerco a esta práctica considerada la «cantera del tráfico de drogas». Siguiendo en esta línea, los de Abascal también mostraron la «preocupante realidad que vive el litoral andaluz, especialmente el Campo de Gibraltar».

Narcolanchas intervenida esta semana en Conil de la Frontera (Cádiz).


Narcolanchas intervenida esta semana en Conil de la Frontera (Cádiz).

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En este sentido, los agentes andaluces subrayan algunos de los últimos incidentes acaecidos en el río de la capital hispalense. Dos narcolanchas chocaron entre sí a la altura del municipio sevillano de Coria del Río. Los agentes persiguieron a una de las embarcaciones cuando ésta colisionó contra otra lancha que estaba aparcada. «Estos sucesos reafirman el problema, después de que los últimos temporales hayan dejado al descubierto esta realidad alarmante, con numerosas narcolanchas avistadas en plena capital sevillana y en el resto del litoral andaluz», apuntan desde Jucil.

El dispositivo se saldó con uno de los tripulantes detenido, que además presentó diversas fracturas, por parte los miembros del Servicio Marítimo del Cuerpo Armado, pero procedentes de Cádiz. «Allí (en Sevilla) no hay barcos. Tienen que venir desde Huelva o Cádiz, con el retraso que eso supondría en una persecución», concluyen fuentes sindicales.

El incremento de las incautaciones y avistamientos de narcolanchas en el Guadalquivir demuestra, a criterio de Jucil, que «los narcotraficantes han encontrado en este río una ruta segura» para el traslado de la droga y distribución en España. Hace dos años, únicamente en Sevilla, las aprehensiones de cocaína aumentaron un 97%, hasta las 30 toneladas.

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