Con un apretón de manos y la palabra de dos hombres. Así es como se siguen cerrando muchos de los contratos taurinos entre apoderados y poderdantes en este siglo XXI. El toreo es de esos pocos mundos en los que la palabra sigue teniendo peso, en la mayoría de los tratos. Es el caso del último apoderamiento de un novillero alicantino, Borja Álvarez. Lo llamativo de este nuevo acuerdo laboral es que un maestro que goza del respeto y la admiración de toda la profesión taurina, como es Tomás Campuzano, se haya interesado por la carrera del joven Álvarez, que tras varios años de inactividad regresa ahora con más ganas que nunca y con la clara intención de recuperar todo el terreno perdido por una ausencia de varios años. Preguntado por este periódico, Campuzano se muestra muy ilusionado por esta nueva aventura que el propio maestro califica de «apasionante y llena de retos». No será tarea sencilla, pues los vientos taurinos cada vez soplan con más fuerza y arrastran a su paso a todo aquel que se queda parado. Pero Tomás Campuzano, torero de dinastía y maestro curtido en las batallas más duras está acostumbrado al apoderamiento de jóvenes novilleros a los que siempre ha sabido transmitir la virtud de la paciencia y el valor de la perseverancia.
Alicante, ciudad natal de Borja Álvarez será uno de esos grandes objetivos: «Borja merece la oportunidad de volver a pisar su plaza ya que su palmarés no ha sido superado por ningún novillero», afirma el maestro. Hay que recordar que Borja Álvarez consiguió abrir la puerta grande de Alicante en cuatro ocasiones de manera consecutiva y fue capaz de indultar un novillo del hierro de Fuente Ymbro, hecho nada habitual entre los novilleros de la tierra.
Por todo ello, este nuevo equipo taurino viene con ganas de que nada quede en el olvido y con el combustible más importante para un torero: la ilusión. Los primeros pasos ya están dados y además de mucho campo empiezan a llegar los primeros carteles, una nueva etapa con aires renovados y esencia intacta.
El maestro Tomás Campuzano es natural de Écija, provincia de Sevilla, aunque se trasladó a Gerena siendo un niño. Perteneciente a una de las sagas taurinas más longevas, sus hermanos José Antonio y Manuel también eligieron el oficio de matador de toros. Torero valiente y poderoso, innumerables han sido sus triunfos a lo largo y ancho de su carrera como matador en España y en América, donde fue considerado un verdadero ídolo entre aquella afición. Entre sus faenas más memorables, todavía se recuerda su actuación un 25 de abril del año 1988 en la Maestranza ante un toro de nombre Topinero del hierro de María Luisa Domínguez y Pérez de Vargas, un toro que le encumbró definitivamente como ídolo de Sevilla. Con el paso de los años, el maestro Campuzano se ha especializado en el apoderamiento de jóvenes valores a los que sigue ayunando.