El tumultuoso segundo aterrizaje de Donald Trump en la Casa Blanca hizo frotarse las manos a todos los partidos españoles excepto al PP. El follonero presidente de Estados Unidos brinda a la izquierda el ariete perfecto para alertar de que la extrema derecha ya no es peligro difuso en el horizonte, sino una realidad que gobierna el país más poderoso del mundo y que se expande por una Europa donde la socialdemocracia se bate en retirada. Vox, cuyo jefe de filas vio desde el gallinero del Capitolio la toma de posesión de Trump, no tardó en presumir de que tiene como amigo al líder del mundo libre. Pero en la sede del PP se echaron a temblar. El Partido Republicano de EEUU es de su misma familia política, pero toda la derecha moderada europea está marcando distancias con un presidente que ha puesto a la UE en la diana de sus dardos.
Primeras señales de distanciamiento
Tras los titubeos iniciales, los aranceles y alineamiento con Rusia parecen haber convencido a Alberto Núñez Feijóo de que debe seguir los pasos de sus hermanos europeos y romper amarras con el trumpismo. Se arriesga a perder votantes atraídos por la desacomplejada cruzada ‘anti-woke’ que abandera el presidente de EEUU, alimentando con ello el caladero de Vox justo cuando tiene que asumir el desgaste de la dana política que le provoca Carlos Mazón con su atrincheramiento. Esta semana, la dirección del PP ha dado ya señales de querar marcar distancias tanto de su barón valenciano como de Trump.
¿Cuánto daño le está haciendo Mazón al PP? La Encuesta Política de España del GESOP que hemos publicado esta semana indica que menos que lo que podría parecer. O, al menos, la erosión de los populares es menor que la que sufre Vox por su trumpismo desaforado. El último sondeo de 2024 se elaboró justo después de la tragedia en la Comunitat Valenciana, pero antes de la entrada en acción de Trump. Feijóo se dejó 2,2 puntos y Abascal se anotó la tercera subida consecutiva con 1,9 puntos más. Tres meses después, ya con el magnate en la Casa Blanca y Mazón todavía en la Generalitat, el PP ha recuperado un punto y Vox ha roto su racha con tres décimas menos.
Extrema volatilidad en la derecha
No hay razón para lanzar las campanas al vuelo en la sede de la calle Génova, pero es un pequeño respiro en medio de la polvareda interna. La bajada ultra es muy leve y siguen siendo el único de los cuatro principales partidos que mejoraría el resultado que obtuvo en las urnas en 2023. La clave está en el comportamiento electoral que muestra cada bloque desde hace tiempo. Los votantes de izquierdas, cuando se enfadan con su partido, optan más por la abstención que por cambiar de papeleta. En la derecha, en cambio, si una formación decepciona a sus electores, estos migran hacia otra fuerza conservadora.
La gestión de la dana desgastó al PP e impulsó a Vox, pero ahora la hostil agenda de Trump contra Europa está ahuyentando a parte del voto ultra en beneficio de los populares. Por eso Feijóo retiene hoy a más votantes (71,7%) que hace tres meses (66,7%) y absorbe ahora a más electores de Vox (10,4%) que en diciembre (8,4%). Pero el PP no logra impedir la fuga de una de cada 10 personas que le votaron en 2023, que en este momento confiarían en Abascal. Es decir, el bloque conservador fortalece su mayoría demoscópica porque apenas pierde apoyos hacia la izquierda, pero sus votantes son muy volátiles entre el PP y Vox.
¿Y en la Comunitat Valenciana?
Otro ejemplo de esa volatilidad lo encontramos en la Comunitat Valenciana, donde la tendencia de voto ha sido justo la contraria. El dato hay que tomarlo con extrema cautela porque estamos hablando de unas elecciones generales, y no autonómicas, pero los entresijos de la encuesta revelan que la intención directa de voto (el voto sin ‘cocina’) a Vox ha crecido 11 puntos desde diciembre. El PP de Mazón se ha estancado y repite en el 19%, pero ha pasado a ser la primera fuerza en esa autonomía porque el PSOE ha caido siete puntos y medio en estos tres meses.
Y por si ese subidón ultra no fuese sintomático del malestar tras la catástrofe, la valenciana es la única comunidad donde el nombre más citado por los encuestados como preferido para presidente del Gobierno es el de Santiago Abascal. Dos de cada 10 valencianos (20,5%) le prefieren en la Moncloa antes que a Pedro Sánchez y que a Feijóo, que en este ‘ranking’ se queda tercero. Claro que el 27% no quieren a ninguno de ellos. La confianza en los políticos también se la llevó la dana.
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