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Una de las mayores aspiraciones del ser humano, ya sea en España como en el resto del mundo, es la de encontrar vida extraterrestre. La NASA ya lo está intentando con su sonda Europa, que orbitará en torno a Júpiter para buscar vida alienígena; un proyecto que se suma al telescopio espacial Observatorio de Mundos Habitables (HWO), que buscará vida en hasta 25 exoplanetas. Investigadores de la Universidad Riverside de California han detallado un método para encontrar estas señales de vida usando el telescopio James Webb, detectando biofirmas escondidas en gases.

Tal y como expone la propia universidad en un artículo de la revista Astrophysical Journal Letters, este equipo de científicos habrían definido una nueva forma de detectar vida potencial en planetas lejanos, «basándose en mundos que no se parecen en nada a la Tierra y en gases que rara vez se consideran en la búsqueda de vida extraterrestre». Es decir, buscar vida alienígena en las atmósferas gaseosas de exoplanetas conocidos como planetas hicéanos.

En concreto, los investigadores hablan de los gases de haluros de metilo, unos gases compuestos por un grupo de metilo que a su vez contiene un átomo de carbono y tres de hidrógeno, junto a un átomo de halógeno. Se refieren principalmente a los supuestos planetas hicéanos, un tipo hipotético de planeta habitable descritos usualmente como planetas calientes, oceánicos y con una atmósfera rica en hidrógeno. Según los investigadores, buscar haluros de metilo en estos mundos supone una estrategia óptima para encontrar esta vida.

Buscar vida en planetas hicéanos

Los haluros de metilo no son gases raros, ni mucho menos. Este tipo de gases se producen principalmente en la Tierra, y provienen de plantas, hongos y algas marinas. Básicamente, los haluros en general están muy presentes en la naturaleza, y son esenciales para la vida humana; hasta se pueden encontrar en minerales, animales y plantas. En este caso, los haluros de metilo se usan como fumigantes agrícolas.

Según estos científicos, los exoplanetas que sí se parecen a la Tierra se caracterizan por ser demasiado pequeños y tenues, lo que impide que el telescopio James Webb los visualice. En este sentido, creen que el telescopio debería buscar expoplanetas más grandes, «que orbitan pequeñas estrellas rojas, con océanos globales profundos y densas atmósferas de hidrógeno», expone el comunicado de la Universidad de California.


Representación artística de un planeta hiceánico.

Luciano Mendez

Wikimedia Commons

Esto es debido sobre todo al ruido atmosférico y a las limitaciones de los telescopios, lo que según Eddie Schwieterman, astrobiólogo de la UCR y coautor del artículo en cuestión, «dificultan la detección de biofirmas». En cambio, a su juicio, los planetas hicéanos ofrecen señales mucho más claras; mientras que los humanos no podrían respirar ni sobrevivir en estos mundos, ciertos microbios sí que pueden prosperar en estos duros entornos.

Michaela Leung, científica planetaria de la UCR y primera autora del artículo, cree que la clave está en los haluros de metilo de estos planetas. «Ofrecen una oportunidad única para su detección con la tecnología existente […] Actualmente, detectar oxígeno en un planeta similar a la Tierra es difícil o imposible», apostilla la experta. Es por ello que usar el James Webb para buscar haluros de metilo en estos planetas es la estrategia a seguir.

Sobre todo, la principal ventaja respecto a este método reside en la velocidad. En sus cálculos, la búsqueda de haluros de metilo implicaría resultados en apenas 13 horas usando el James Webb. Un tiempo similar e incluso menor al tiempo que requieren los telescopios para encontrar otros gases, como el oxígeno o metano. Así, menos tiempo implica menos costes y en definitiva, búsquedas más económicas. 

A ojos de los investigadores, los planetas hicéanos cuentan con una composición atmosférica drásticamente diferente, a lo que hay que sumar el hecho de que orbitan sobre un tipo de estrella muy diferente al nuestro. De esta manera, los haluros de metilo se podrían acumular enormemente en las atmósferas de dichos planetas, haciéndolos detectables a años luz de distancia.

¿Y qué ocurriría si se encontrasen estos microbios? Schwieterman cree que estos microbios serían anaeróbicos. «Estarían adaptados a un entorno muy diferente y no podemos concebir cómo sería eso; salvo decir que estos gases son un resultado plausible de su metabolismo. Recordemos que las biofirmas consisten en indicadores químicos, físicos o biológicos que sugieren la presencia de vida en un planeta; los gases específicos, como los haluros de metilo, podrían considerarse biofirmas.

El estudio se ha basado en un conjunto de investigaciones previas que investigan diferentes gases de biofirma, incluyendo el sulfuro de dimetilo. Los haluros de metilo por otro lado cuentan con importantes propiedades de absorción de luz infrarroja, además de un potencial de alta acumulación en una atmósfera principalmente compuesta por hidrógeno.

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