La comunidad médica estadounidense tiene los pelos de punta. No es novedad que el secretario de Estado de Salud, Robert F. Kennedy Jr., escogido por Trump para liderar la gestión sanitaria del país, se haya reconocido abiertamente como un activista antivacunas. De hecho, más de 75 premios Nobel pidieron al Senado que no lo confirmara para el cargo. Pero, ahora, más allá de las declaraciones de principios, un brote de sarampión en EEUU con epicentro en Texas ha puesto sobre la mesa las nefastas consecuencias que puede tener el planteamiento del máximo responsable del servicio sanitario de los estadounidenses. En una entrevista el martes en la cadena de televisión Fox, el sobrino del expresidente demócrata John F. Kennedy, ha dado su particular fórmula contra una enfermedad que ya se creía erradicada: aceite de hígado de bacalao, vitamina A y leche materna.
A pesar de su controvertida receta para evitar la enfermedad, Kennedy -que también ha dicho que la mejor fórmula para garantizar la inmunidad es permitir que se produzca el contagio- aseguró que los ciudadanos que quieran vacunarse tendrán acceso sin ningún problema; una disyuntiva que muchos analizan como lanzar un mensaje contradictorio a la ciudadanía, con los peligros que ello entraña.
El sarampión se declaró erradicado en Estados Unidos en el año 2000 tras la puesta en marcha de una campaña nacional de vacunación de dos dosis que duró décadas. Hasta hace poco, los casos detectados solían tener origen en viajes al extranjero. Hasta que el pasado 26 de febrero, Texas reportó la muerte de una niña por sarampión que, precisamente, no estaba vacunada. Le siguió la muerte de un adulto en Nuevo México que tampoco estaba vacunado. Las dos primeras muertes por sarampién en EEUU en una década. El brote se ha ido extendiendo paulatinamente a otra decena de estados en las últimas semanas.
Retroceder 50 años
«Olvidamos cómo era este país hace 50 años; cuántos niños morían cada año de polio, tos ferina, sarampión», ya subrayó el director del Centro de Investigación y Política de Enfermedades Infeccionas de la Universidad de Minnesota, Michael Osterholm, justo cuando se produjo el nombramiento de Kennedy, para añadir: «Incluso si no se modifican las políticas públicas tras su confirmación, que las autoridades con el sello del Gobierno federal se manifiesten en contra de las vacunas desalienta a las personas que de otro modo podrían vacunarse, y en la práctica es tan perjudicial como no tener ninguna vacuna».
En pleno debate, los condados de Los Ángeles (California), Suffolk (Nueva York) y Howard (Maryland) han detectado sus primeros casos confirmados de sarampión este año, mientras que Oklahoma ha informado de dos posibles casos. La propagación de esta enfermedad altamente infecciosa se está produciendo en paralelo a un brote de más de 200 casos en Texas y Nuevo México.
Los responsables sanitarios han documentado que el brote está azotando con más fuerza a las comunidades donde los niveles de vacunación son más bajos. Desde enero se han detectado al menos 223 casos de sarampión en la región de South Plains (Texas), según informó el martes la autoridad sanitaria del estado. De ellos, 218 correspondían a personas no vacunadas.