Crítica de ‘Wolfgang (Extraordinario)’: Un relato de aprendizaje

Wolfgang es, efectivamente, un niño extraordinario. Padece el síndrome de Asperger, tiene un coeficiente intelectual que le hace ir dos cursos por delante en la escuela, toca muy bien el piano –de ahí el nombre que le puso su madre, también pianista, en homenaje a Mozart– y, pese a la dificultad de relacionarse con el mundo, ha vivido una infancia más o menos feliz con su madre. Cuando ella muere, y tras un breve tránsito en casa de su abuela, Wolfgang tiene que irse a vivir con su padre, Carles, a quien no ha conocido por decisión de su madre.

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