Un pregón atrevido, un accidente laboral que terminó con una muerte, críticas a los presentadores de la Gala de la Reina, unas desafortunadas declaraciones del alcalde y mucha lluvia que obligó a posponer varios eventos, como la Gala de la Reina o la Cabalgata. Este es parte del saldo que dejó el Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria en 1985, unas fiestas que, por otro lado, pasó a la historia por ser la primera vez que se incineró la Sardina en la playa de Las Canteras y por la amplia participación de la ciudadanía.
Las carnestolendas capitalinas comenzaron el 9 de febrero con el pregón del político e intelectual catalán Antonio de Senillosa, que habló desde el balcón del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, junto al alcalde Juan Rodríguez Doreste y el presidente del patronato de las fiestas, Manuel García.
El periodista José Febles, recogió en su obra Cuatro décadas de carnaval en Las Palmas de Gran Canaria, que fue «un pregón atrevido». Senillosa, que falleció once años después en un accidente de tráfico provocado por él, que conducía bajo los efectos del alcohol, en el que también murieron los tres ocupantes de un coche contra el que chocó, recordó «la esencia pagana del carnaval» y animó a los vecinos que perdieran «el miedo al ridículo».
Imagen de la carroza ganadora de la Cabalgata del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria / Adolfo Marrero
Carne y un ministro
«Antes de entrar en la Cuaresma, en la Penitencia, en la austeridad, el Carnaval nos permite unas licencias —sexuales y de todo tipo-, nos permite recuperar ritos paganos anteriores en nuestra historia» aseveró desde el balcón institucional, a lo que añadió: «En esta Carnestolenda que celebramos como exaltación de la carne, no olvidemos, como se lee en las Mil y Una Noches y que tenéis que perdonarme, pues es algo desvergonzadísimo, aquello de que los tres mejores placeres son: comer carne, cabalgar carne y meter carne en la carne»
Así, concluyó su intervención animando al público a disfrutar diciendo que «la calle es nuestra y también la carne; que la procesión no se quede dentro y salga afuera es muy bueno para el neurovegetativo».
Tras el bando que dio por inaugurada la fiesta, la plaza de Vegueta acogió la Verbena de la Sábana con la Orquesta Deliciosa.
Mientras, en otro lado de la ciudad, en la discoteca El Coto, el ministro de Justicia, Fernando Ledesma, aprovechó un viaje de trabajo para sumarse a la fiesta y disfrutar del Carnaval junto a Miguel Roca, líder del Partido Reformista.
Un empate sorpresa
Esos días en los que el rey Hussein de Jordania disfrutaba de unas vacaciones en Lanzarote, se ‘peleaba’ la creación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y se defendía el estatuto canario ante la Comunidad Económica Europea (CEE), en Las Palmas de Gran Canaria la sorpresa llegó con el empate en el primer puesto del Concurso de Murgas que se celebró en el, Estadio Insular.
Después de una deliberación que duró más de una hora y media, el jurado anunciaba el premio compartido entre Los Marchosos y Los Totorotas, seguidos por Los Hijos de Caín y, en tercer lugar, también empatados, Los Rockefeller y Los Chancletas.
La crónica que publicó La Provincia al día siguiente calificaba el retraso de «inaudito» y señalaba que el público «protestó reiteradas veces» por ello. «Solo el buen sentido de los diez mil asistentes impidió que se provocara cualquier tipo de disturbios que hubiera empañado el brillante acto de anoche», continuaba el texto, que concretaba que muchas personas abandonaron el lugar por el frío.
«Pasados por agua»
La lluvia fue una de las protagonistas del Carnaval de ese año y tal como recogía La Provincia en una de sus últimas crónicas, firmada por Miguel Luis Barrera, en 1985 estuvieron «pasados por agua».
Las condiciones meteorológicas obligó a trasladar, a última hora, la Gran Gala de Elección de la Reina del sábado 16 de febrero al domingo y, en consecuencia, pasar la Cabalgata prevista para ese día al lunes.
Cuarenta minutos antes del inicio de la gala, el alcalde, Juan Rodríguez Doreste, anunció la suspensión del certamen cuando ya había público en el López Socas. No obstante, reflejaba La Provincia, las «ligeras lloviznas» y la «ventisca» no «justificaba de manera suficiente, a juicio de muchas personas, la referida suspensión», lo que incrementó la sospecha de que «el motivo ha sido una organización Iinsuficiente o incluso un proyectado boicot de las murgas, comparsas y afllarmónicas, por el descontento que ha ocasionado el fallo del concurso de murgas celebrado en el Estadio Insular y por la mala organización del Patronato del Carnaval, cuyo gerente, Pepe Martín, está recibiendo numerosas críticas de los más diversos sectores».
‘La Diosa de Cristal’
Finalmente, la gala, no exenta de críticas, se celebró el domingo, cuando se coronó a Verónica Bethencourt, que lució un diseño de Tino Montenegro con el nombre de La Diosa de Cristal que rompió «con la línea clásica de los trajes de carnaval y en un gesto de audacia en el diseño y la concepción inaugura una nueva línea carnavalera que pone el énfasis en la imaginación y la sugestión, más que en el color y el barroquismo», recogió la prensa.
Sin embargo, «lo más notable de la fiesta fue la desorganización y falta de calor humano», continuaba la crónica, que destacaba que solo se ocupó la mitad del aforo previsto, quedando 2.500 sillas vacías, y que las actuaciones fueron de «un pésimo humor y falta de profesionalidad evidentes», «desambientadas», «desafortunadas» o influenciadas por «el ambiente general de descoordinación». El único que consiguió el beneplácito del público fue «el humorista de la Isleta, Manolo Vieira, que con una gracia irresistible empezó a ensartar un chiste detrás de otro y a arrancar las primeras carcajadas de la noche».
A todo ello, los presentadores de la Gala, la vedette Norma Duval y el presentador Pepe Navarro, «añadieron, si cabe, confusión a la confusión, con una presentación desganada, sosa y aburrida, salpicada de errores».
Quien también protagonizó un error, esta vez bien recibido por el público, fue el alcalde, que confundió el micrófono con el cetro de la reina.

Noticia publicada en ‘La Provincia’ sobre la coronación de la Reina del Carnaval de 1985 / La Provincia
Desde San Telmo hasta el Castillo de La Luz
Al día siguiente, el descontento dio paso a la alegría con la cabalgata, con la paticipación de 200.000 personas que recorrieron las calles entre San Telmo y el Castillo de La Luz, aunque se escucharon también gritos pidiendo la dimisión de la comisión organizadora del Carnaval.
Cuatro días más tarde, la arena de la playa de Las Canteras acogió por primera vez en la historia la quema de la Sardina, acto con el que se dio por finalizadas las carnestolendas de ese año. La crónica de La Provincia reflejaba al día siguiente que habían sido más de 200.000 personas las que se animaron a despedir la fiesta.

«Pendencieros levantiscos y delincuentes comunes»
El periodista José Febles recoge en su libro Cuatro décadas de carnaval en Las Palmas de Gran Canaria que una de las polémicas que hubo en las fiestas de ese año fue la generada por el alcalde, Juan Rodríguez Doreste, cuando afirmó que el servicio de seguridad estaba formado por «pendencieros levantiscos y delincuentes comunes», una aseveración por la que fue denunciado.
Por otro lado, ese año se produjo un accidente laboral que terminó en muerte durante el montaje del escenario para la celebración de la Gala de Elección de la Reina del Carnaval.
Ante las críticas sobre el devenir de la fiesta, el Ayuntamiento optó por argumentar que su organización no estaba municipalizada.