¿Qué le motivó a indagar sobre la historia del Hospital Militar de Las Palmas de Gran Canaria?
Desde que me jubilé hace unos años, antes cuando trabajaba como médico, la medicina para mí era una profesión absorbente, me he interesado siempre por la historia de la medicina en Canarias. Este es el cuarto libro que escribo sobre la historia de la medicina en Canarias, desde diferentes aspectos. De esto había muy poca información, el hospital empezó en 1900 y la primera sede estaba en la calle Castillo, en una casa vieja de una señora que la tiene vacía y que decidió alquilarla. Todo fue gracias a un anuncio en el periódico.
¿Qué motivó la creación del hospital?
En el siglo XIX la ciudad tenía pocas defensas militares porque ya no había ataques de pirata, se habían suprimido las milicias canarias. Cuando empieza la guerra entre España y Estados Unidos por Cuba, Filipinas y Puerto Rico, saltó en la prensa el rumor de que Norteamérica puede atacar las islas atlánticas. Entonces el gobierno de la nación se da cuenta que no tiene defensas. Automáticamente empiezan a montar una operación para dar defensa a la Isla. Expropia terrenos en La Isleta, crea una serie de unidades, baterías, con lo cual aumenta la población militar. ¿Qué pasa? Si hay militares, hay enfermos. Entonces, aquí no había ningún hospital militar, porque el único que había en Canarias estaba en Tenerife, que era la sede de la Capitanía General de Canarias. Y claro, somos Islas.
Con la complicación que suponía desplazarse en aquella época.
El ministro de la Guerra, Marcelo de Azcárraga, decidió hacer un hospital. Encuentran esa casa. Pero el edificio no es un hospital, es una casa antigua que adaptan. Por lo que pronto empiezan los problemas, porque el edificio es muy antiguo y hay que hacer muchas reformas y aquello no funcionaba.
¿Fue muy complicada esa etapa?
Claro, esta primera etapa va desde que empieza el siglo hasta la Guerra Civil. Aquella casa que era del siglo XVIII, había que estar arreglandola cada dos por tres. En el 36, Franco, que era capitán general de Canarias, visita el hospital los médicos se le quejan. Le dijeron que aquello no reunía las condiciones. Él prometió que haría una instancia a Madrid. Pero llega el 18 julio. El problema se agravó más, porque seguía en el mismo sitio y estaban recibiendo a canarios heridos de la guerra. El hospital se saturó, tanto que hubo que mandar enfermos a sus casas.
Último edificio que albergó el Hospital Militar de Las Palmas. / Juan Castro
¿Cuál fue la alternativa?
En la calle Juan de Quesada había un instituto, que con la República, tras echar a los Jesuítas, se había mudado a su colegio porque tenía mejores condiciones, espacios más amplios, tenía cancha de deporte y tenía pensionados. Por lo que el hospital se traslada allí, a lo que hoy es el rectorado de la Universidad. Pero al final pasa lo mismo, aquello no era un hospital, aquello era un instituto reconvertido en hospital. Con el tiempo hablaron de solucionar el problema definitivamente. Estaba el problema del Sáhara, que estaba ahí candente. Estamos hablando de los años 60 y 70. Decidieron hacer un hospital nuevo. El ejército tenía arriba en el Risco un terreno enorme, pero tardan más de 10 años en construirse. Y cuando acaban del edificio ya el Sáhara no es español. Con lo cual se encuentran con todo lo contrario. Un hospital demasiado grande para pocos militares.
Claro, estaba ideado para otras circunstancias.
Cuando se presentó en el año 70 hacía mucha falta por el Sáhara, pero cuando lo terminan ya había aparecido Isfas, que es una mutua como Muface, con lo cual los militares y sus familiares ya no son tratados en los hospitales militares, sino en conciertos que tienen con entidades de la sanidad privada. Con lo cual el hospital se queda con pocos enfermos. Eso pasa en toda España.
¿Qué ocurrió con esos hospitales?
El número de hospitales militares en España se va reduciendo de 40 y tantos que había a principio del siglo XX hoy solo quedan dos, en Madrid y Barcelona. En 1999 cierra el de Santa Cruz de Tenerife y el de aquí, con capacidad para 400 camas, en 2001. Ese edificio se lo venden a la Comunidad Autónoma Canaria. El ministro de Defensa, Trillo, se lo vende a Román Rodríguez que era presidente del Gobierno por 200 millones de euros y ahí se acaba la historia del Hospital Militar.
Una historia peculiar.
Ni el primero servía, ni el segundo y el tercero que sí, pero llegó tarde. Cuando fue inaugurado por el rey Juan Carlos I en mayo de 1986 tenía quirófanos, con material médico moderno, con una plantilla de médicos completa, había de todo. Se había quedado para enfermos de actividades militares. Patrulla en el Líbano, patrulla en el Sahel. Entonces lo evacuan y sí lo tratan, pero para eso ya tienes el Gómez Ulla en Madrid, que tiene 2.000 camas.
Antes de esa primera sede, ¿dónde se trataba a los militares?
Existía un convenio entre el Ministerio de Guerra y las entidades públicas para que fueran al Hospital de San Martín, donde había una sala para ellos, allí ingresaban los enfermos militares y eran tratados por médicos militares, según los protocolos de ese hospital. El ministerio pagaba los gastos a la diputación, que en aquel tiempo Canarias era una provincia única y la capital estaba en Tenerife.
¿No se plantearon construir un edificio en ese entonces?
Había problemas de presupuesto, quisieron expropiar unos terrenos en Las Rehoyas y después el dueño recurrió y ganó el pleito. La Isleta estaba muy lejos. Así que buscaron algo en el centro. Entonces, Ángela Betencourt, que era viuda, fue la que hizo un contrato con el ejército por el tiempo que le interesara. Cuando se traslada a Juan de Quesada y le devuelven el edificio, ella dijo, «yo esto no lo entregué así». Estuvieron un año peleando.
Cambiaron de lugar, pero edificio de Juan de Quesada tampoco era el adecuado.
Tuvieran que adaptarlo, era un instituto vacío, con sus aulas y demás, pero la medicina avanzaba, con nuevos aparatos. Luego idearon el nuevo, pero claro, llegaron tarde y para ese entonces ya no tenía sentido.
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