Las mujeres enfrentan mayores dificultades en el ámbito financiero: salarios más bajos, menor participación en mercados de inversión y una reducción significativa de su poder adquisitivo en comparación con los hombres. Estas desigualdades tienen un impacto directo en la jubilación: «Las mujeres vivimos más, pero con menos dinero», a lo que se suma una brecha salarial aún demasiado acuciada, además de hacerse cargo de la conciliación familiar, lo que también provoca, en ocasiones, la interrupción de sus carreras profesionales. Estas fueron las claves que conformaron el encuentro de este jueves organizado por CaixaBank de la mano de la divulgadora Natalia de Santiago.
El acto celebrado en el corazón de Madrid, ‘Mujeres, dinero y futuro: cómo planificar tu jubilación’, en vísperas del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, aportó una perspectiva de género de fondo a una cuestión que nos atañe a todos: la gestión de nuestro dinero y ahorros en el tiempo presente y con vistas al futuro, especialmente, a la jubilación. La falta de educación financiera y la brecha en la acumulación de riqueza con factores que agravan aún más una situación que se puede solventar siguiendo unos pasos fáciles que desgranó De Santiago.
La educación financiera es fundamental para tomar decisiones económicas informadas, pero sigue siendo un reto que vale la pena enfrentar. La realidad actual es que las generaciones jóvenes carecen de conocimientos básicos en esta materia, lo que repercute en su capacidad de inversión y ahorro a lo largo de la vida, especialmente viéndose afectadas las mujeres, ya que no participan tan activamente como los hombres en los mercados de inversión. A su vez, las mujeres, al tener menores ingresos a lo largo de su carrera, cotizan menos y reciben pensiones inferiores, con una brecha aproximada del 20% respecto a los hombres.
Bajo este marco, Natalia de Santiago fue desgranando los pasos a seguir para revertir este escenario a través de fáciles cálculos y una visión de las finanzas simplificada.
Por la estabilidad financiera y una jubilación solvente
El primer paso es determinar qué porcentaje de los ingresos se destina al ahorro, séase, aplicar una tasa de ahorro, siendo este método la manera recurrente y sistemática que permite que el dinero trabaje a favor del inversor.
Para conocer la verdadera riqueza financiera, es necesario calcular el valor neto, es decir, la diferencia entre activos (vivienda, inversiones, fondos de pensiones) y pasivos (hipotecas, préstamos, deudas). Un cálculo realista permite conocer cuánto tiempo podría mantenerse el nivel de vida sin ingresos adicionales. Ejemplo de ello, adquirir un inmueble se revaloriza con el tiempo; en cambio, la curva sobre un coche sólo tiende hacia abajo al perder su valor con los años.
Los gastos futuros se distribuyen en necesidades básicas, hipoteca y educación familiar. Es importante considerar que las pensiones no equivalen al salario previo a la jubilación, sino que suelen representar cerca del 80% en España, aunque esta cifra puede reducirse en el futuro según evolucionen las variables económicas.
Las pensiones dependen de la tasa de sustitución. Y es que cabe recordar que las pensiones siempre son algo más bajas que el salario medio. España cuenta con las mejores tasas de sustitución de Europa, aunque para los jóvenes, con vistas al futuro, esto puede complicarse, por lo que podrían tener que recurrir a los ahorros más que las generaciones que están actualmente más cerca de la edad de jubilación.
Si los ingresos futuros no cubren los gastos estimados, será necesario cubrir la diferencia con ahorros. Como ejemplo práctico, un déficit mensual de 200 euros, implicaría una necesidad de ahorro de 2.400 euros anuales. Al evaluar los ingresos, gastos y ahorros, se obtiene una imagen clara de la calidad de vida que se podrá mantener tras la jubilación.
Asimismo, el crecimiento del valor neto depende del tiempo. Ahorrar e invertir con antelación permite aprovechar el interés compuesto, aspecto clave en esta materia, debido a que éste genera un efecto exponencial en el crecimiento del capital. La clave no es la cantidad, sino el tiempo, ya que los intereses y la rentabilidad se multiplican, pese a que se empiecen los primeros pasos con cantidades pequeñas. En esencia, cuanto antes se empiece a acometer esta dinámina, menos ahorro habrá que hacer a futuro y a corto plazo.
De esta manera, el último paso es reconocer la eficiencia financiera para estimar una cantidad de ahorro necesaria y realista a nuestras necesidades y gastos.
Bajo este telón de fondo, las preguntas se responden por sí solas: «¿Cuánto ahorro? ¿Cómo voy a pulir mi fortuna? ¿El Estado cuánto me va a pagar? ¿Qué parte voy a tener que financiar yo? ¿Cuánto trabaja mi dinero por mí?», son algunas de ellas. Siguiendo una actualización anual de nuestro dinero conforme a la evolución económica, la realidad entrará por defecto en nuestros cálculos.