El cáncer de esófago es una de las enfermedades oncológicas más letales y de difícil detección temprana. En 2022 se produjeron alrededor de 511 000 nuevos casos a nivel global, situándose como el undécimo cáncer más común en todo el mundo. Concretamente, es el séptimo cáncer más frecuente en hombres y el decimosexto en mujeres.
Hace unas semanas, Annemijn D.I. Maan, investigadora del Erasmus MC Cancer Institute, en los Países Bajos, publicaba una revisión exhaustiva de los factores de riesgo del carcinoma de células escamosas esofágicas. Aunque el consumo de tabaco y alcohol son los principales factores de riesgo, cada vez más evidencias apuntan que tomar bebidas muy calientes con frecuencia es una variable determinante.
Las bebidas calientes son un factor de riesgo para desarrollar cáncer de esófago / EFE
Evidencias humeantes
Desde hace décadas, la comunidad científica ha investigado el papel de la temperatura de las bebidas en la carcinogénesis esofágica.
Un estudio clave, publicado en 2009 en el International Journal of Cancer, analizó la salud de personas iraníes en una región con alto consumo de té muy caliente. Los resultados mostraron que tomar esta infusión a temperaturas de 65 °C o más estaba asociado con un mayor riesgo de desarrollar carcinoma escamoso del esófago. Esto se vería refrendado por un metaanálisis publicado en 2015 en BMC Cancer, que incluía 39 estudios observacionales con más de 42 000 participantes.
La relación entre bebidas calientes y cáncer de esófago también ha sido respaldada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), a través de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés).
En 2016, esta organización clasificó la ingesta de líquidos por encima de los 65 °C como “probablemente carcinogénico para los humanos” (Grupo 2A), basándose en estudios epidemiológicos. De hecho, Christopher Wild, director del IARC, sugiere que “beber bebidas muy calientes es una causa probable de cáncer de esófago y que es la temperatura, más que las bebidas en sí, la que parece ser responsable”.
Adicionalmente, una investigación realizada en China encontró en 2018 que el consumo de té verde a temperaturas muy altas duplicaba el riesgo de desarrollar este cáncer, siendo particularmente evidente entre los bebedores de alcohol.

El tabaco también es un hábito tóxico que aumenta el riesgo del cáncer / EUROPA PRESS – Archivo
Procesos bioquímicos que podrían desencadenar el cáncer
El mecanismo por el cual las bebidas calientes pueden inducir cáncer de esófago podría estar basado en varios procesos bioquímicos. En primer lugar, la exposición repetida al calor destruye las células epiteliales del esófago, provocando un proceso de inflamación crónica que podría estimular la formación endógena de especies reactivas de nitrógeno, como el óxido nítrico y, posteriormente, compuestos N-nitrosos, con efectos potencialmente cancerígenos.
Además, el estrés térmico induce la producción de especies reactivas de oxígeno (ROS), lo que genera daño en el ADN y puede llevar a la activación de oncogenes o la inactivación de genes supresores de tumores como p53, asociado con el carcinoma escamoso de esófago.
Otro factor clave es que el calor daña la barrera epitelial del esófago, permitiendo que sustancias carcinogénicas presentes en el tabaco, el alcohol o ciertos alimentos penetren con mayor facilidad en las capas más profundas del tejido, aumentando el riesgo de mutaciones malignas.
Espere unos minutos antes de tomarse un café caliente
Aunque el cáncer de esófago es una enfermedad multifactorial, la evidencia científica sugiere que el consumo habitual de bebidas muy calientes puede constituir un factor de riesgo significativo. Los estudios han demostrado que la temperatura de los líquidos es un elemento clave en la carcinogénesis esofágica, y que la exposición repetida a temperaturas superiores a 65 °C puede provocar lesiones térmicas que predisponen al desarrollo del cáncer.
Por lo tanto, es recomendable esperar unos minutos antes de ingerir té, café, mate u otras bebidas calientes. Así no solo reducirá el impacto sobre la mucosa esofágica y minimizará los riesgos de daño térmico prolongado, sino que además tendrá la oportunidad de disfrutar de un tiempo de relax y buena compañía.
*Artículo publicado originalmente en The Conversation. José Miguel Soriano del Castillo es Catedrático de Nutrición y Bromatología del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública, Universitat de València.