Altos mandos de la Fuerza Aérea de EE. UU. advierten que, aunque la superioridad aérea sigue siendo esencial, los desafíos tecnológicos y presupuestarios complican su mantenimiento.
La evolución de la superioridad aérea en futuros conflictos
El concepto de superioridad aérea está cambiando con el uso de aeronaves autónomas, capacidades no cinéticas y el espacio. A pesar de estas transformaciones, sigue siendo un requisito esencial para que Estados Unidos tenga éxito en conflictos futuros, sin importar el costo, afirmaron altos líderes de la Fuerza Aérea en el Simposio de Guerra de la AFA.
Los oficiales destacaron la importancia de las horas de vuelo, el entrenamiento constante y los ejercicios como pilares para garantizar el control del aire. Además, resaltaron la necesidad de contar con suficientes municiones y plataformas de lanzamiento para responder ante una guerra inesperada.
El mayor general Joseph D. Kunkel, director de diseño de fuerzas de la Fuerza Aérea, subrayó que las limitaciones presupuestarias no alteran los requisitos para ganar en combate. “Si Estados Unidos decide invertir en superioridad aérea, lo haremos. Si no, asumiremos más riesgos”, afirmó en un panel sobre el tema.
Kunkel reconoció que no se trata de una decisión absoluta entre ganar o perder, sino de gestionar riesgos. “Si financiamos más fuerza, reducimos el riesgo operativo y ofrecemos más opciones a los responsables políticos”, explicó.
El papel de la superioridad aérea en la estrategia militar
El general Kenneth S. Wilsbach, jefe del Comando de Combate Aéreo, destacó que el control del espacio aéreo permite que las fuerzas conjuntas operen sin restricciones. Además, advirtió que no debe analizarse de forma aislada de la superioridad espacial. “Si no la tienes, todo lo demás es imposible”, aseguró.
Por su parte, el teniente general Dale R. White, responsable de adquisiciones de la Fuerza Aérea, señaló que la guerra en Ucrania ha demostrado que los conflictos sin superioridad aérea terminan en un punto muerto.
Los adversarios de EE. UU. también buscan desarrollar capacidades para alcanzar la superioridad aérea y negarla a las fuerzas estadounidenses. En este contexto, Wilsbach se refirió a las imágenes de los nuevos aviones de combate chinos y destacó su propósito: “Los aviones de sexta generación son para la superioridad aérea. Sabemos para qué sirven. ¿Qué vamos a hacer al respecto?”.
Desafíos actuales en la carrera por la superioridad aérea
- El presupuesto es un factor clave en el desarrollo de la próxima generación de sistemas aéreos.
- China avanza en la fabricación de aviones de sexta generación, lo que plantea un desafío estratégico.
- la guerra en Ucrania demuestra que sin control del espacio aéreo, la guerra se estanca.
- La inteligencia artificial aún no puede sustituir por completo a los pilotos humanos en combate.
El impacto del financiamiento en el desarrollo del NGAD
Según Kunkel, el diseño de la Fuerza Aérea está considerando estos desafíos y no se verá condicionado por decisiones fiscales. No obstante, los recursos disponibles representan un obstáculo para la implementación del Dominio Aéreo de Próxima Generación (NGAD), que abarca cazas tripulados y sistemas aéreos colaborativos.
Los panelistas no detallaron los avances del programa NGAD, pero mencionaron la pausa impuesta el año pasado por el exsecretario de la Fuerza Aérea, Frank Kendall, quien postergó la inversión debido a su alto costo.
Para mantener en marcha el NGAD, a finales del año pasado se otorgaron contratos de Maduración Tecnológica y Reducción de Riesgos (TMRR) a contratistas aún no identificados. Fuentes de la industria indicaron que estos contratos permiten a las empresas conservar sus equipos de diseño hasta finales de año, dejando un corto margen para que la administración de Donald Trump decida si el programa sigue adelante.
Kunkel explicó que, tras la pausa, se plantearon preguntas clave sobre el futuro de la superioridad aérea. Los juegos de guerra demostraron que el NGAD sigue siendo la mejor opción en un entorno altamente disputado.
El papel de la inteligencia artificial y los sistemas no tripulados
White subrayó la necesidad de una visión flexible sobre la superioridad aérea y mencionó que las tácticas de guerra electrónica y cibernética pueden complementar los ataques convencionales.
Otro factor clave es el entrenamiento. La capacidad de combate no depende solo de aviones y armas, sino también de la preparación de los pilotos. En 1990, antes de la Operación Tormenta del Desierto, los pilotos volaban 20 horas al mes; hoy, apenas alcanzan 12, una cifra similar a la de Rusia en su peor momento militar en los años 90.
Los aviones de combate colaborativos ampliarán las capacidades de los pilotos tripulados, pero la Fuerza Aérea seguirá necesitando una combinación de plataformas tripuladas y no tripuladas. “Aún no ha llegado el momento en que EE. UU. pueda depender únicamente de aviones no tripulados”, explicó Wilsbach.
Wilsbach destacó que la Fuerza Aérea ya emplea plataformas no tripuladas en operaciones diarias y que pronto establecerá una unidad en Creech para integrar los aviones de combate colaborativos (CCA). Sin embargo, la inteligencia artificial aún no es capaz de reemplazar completamente a los pilotos humanos. “En el futuro, eso será posible, pero por ahora necesitamos equipos combinados”, dijo.
White concluyó que la inteligencia artificial acelerará el logro de la superioridad aérea al proporcionar opciones rápidas a los tomadores de decisiones. Sin embargo, advirtió que los adversarios también están desarrollando capacidades similares. “No podemos quedarnos de brazos cruzados”, advirtió.
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