Mariano Rajoy, el «modesto ciudadano que anda hoy por la calle bastante tranquilamente», ha vuelto este miércoles al Congreso para encontrarse con su némesis en las comisiones de investigación, Gabriel Rufián. Tres años después de que se acusaran mutuamente de mentir en una situación prácticamente idéntica, expresidente del Gobierno y portavoz han seguido el mismo guion y eso, obviamente, les da pereza. Así se lo han hecho saber cada uno a su adversario. Todo y cuando han conseguido ser, nuevamente, los protagonistas del día, Rufián tensando la cuerda todo lo posible y Rajoy entrando en su juego: «Por favor, coño, un poco de nivel y de cabeza«.
«Yo le reconozco que me hago mayor -ha arrancado el portavoz de ERC, con los ojos cerrados, como quien tiene por delante una dura tarea que, lamentablemente, no puede procrastinar- y usted antes me indignaba y ahora me da pereza«. Rajoy, que ha comenzado la sesión con sus chascarrillos habituales y, por momentos, con ganas de regalar una de sus míticas frases («Si usted cree que le tomo por tonto, ese es su problema y no mío, que no he dicho nada sobre la tontería o no del grupo parlamentario de Podemos que, además, ni es grupo, creo», le ha soltado en un momento a Ione Belarra) ha terminado criticando la «ensalada de comisiones» que hay en el Congreso.
«Me cita usted a la que quiera«, le ha retado luego a Rufián. «A mí me da mucha pereza», le ha insistido este y aquí es donde el expresidente ha expresado también su hartazgo: «A mí me da más«. Y hasta aquí la única coincidencia entre ambos. El resto, para Rufián, ha sido una «película». Rajoy, tirando de hemeroteca, de la de la Biblia y de la de Twitter, ha puesto a Judas Iscariote sobre la mesa para después recordar el mensaje que publicó Rufián en la ahora red social de Elon Musk, aquel de las «155 monedas de plata«, con el que el portavoz de ERC insunuó que Carles Puigdemont era un traidor al independentismo cuando dudó entre declarar la independencia de Catalunya o convocar elecciones en 2017.
El libro del expresidente
Con la estrategia del ‘No a todo‘ que se estrenó hace más de 20 años en el Tamayazo de la Comunidad de Madrid, Rajoy ha negado tener conocimiento sobre la existencia de una policía patriótica que investigase a los líderes del ‘procés’ y a otros dirigentes políticos. Para él, la única operación catalana fue la del 1-O. Y tampoco ha querido decir a quién hace referencia el M. Rajoy que aparecía en las anotaciones del extesorero del PP, Luis Bárcenas. «Yo no pinto nada aquí«, ha llegado a decir, cuando le preguntaban por detalles sobre las actuaciones del que fue su ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, o de su vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. Y para lo que sí ha querido pintar es para hablar de su libro ‘Una España mejor’.
Lo ha citado varias veces, enseñándolo a la comisión en más de un momento. «Esto sí que se recoge, aquí en el libro, y se explica muy bien», ha llegado a responder en algún momento a alguna de las preguntas. «Ya es triste acabar de comercial de libros«, le ha respondido después el propio Rufián. Y es que el portavoz de ERC tiene experiencia con la táctica de ventas de Rajoy. En 2021, en la comisión sobre la ‘Operación Kitchen’, el expresidente le ofreció ya un ejemplar del libro que entonces había publicado hacía unos meses, ‘Política para adultos‘.
El contraataque
En una sesión que por momentos ha sido bastante bronca, con los diputados del PP interrumpiendo al resto de portavoces -«Sois muy pesaos… pero muy pesaos, les ha recriminado Rufián- y en la que la tensión se ha trasladado incluso a los miembros de la Mesa, con la vicepresidenta segunda, Noelia Núñez (PP), encarándose con el presidente, Arnau Ramírez (PSOE), Rajoy ha ido dejando a un lado el tono socarrón del principio para elevar el tono. Ha sacado a relucir el ‘caso Koldo’, la presunta corrupción de José Luis Ábalos y hasta a la expareja de este, Jésica Rodríguez, para acabar con la crítica habitual, la aliza del Gobierno con Junts. «Por siete votos se dejan humillar» y «ha perdido la dignidad», son algunas de las perlas que ha regalado a los diputados socialistas, recordando que los posconvergentes exigieron la creación de esta comisión. «La comisión vergonzante de los siete votos», ha resumido, y en el que tres años después le ha vuelto a tocar actuar en la pista central.