H. F. P., el joven de 23 años detenido en Valencia este jueves tras presuntamente generar la evacuación de 11.300 alumnos de 27 centros escolares de la provincia por una falsa amenaza de masacre indiscriminada, no solo asegura, tal como ha adelantado este sábado en exclusiva Levante-EMV, que él no es el responsable del envío de los correos intimidatorios, sino que, además, ha sido víctima de un complot.
Así lo ha asegurado durante su interrogatorio ante los investigadores de la Guardia Civil, prestada poco después de ser detenido en un centro de salud de Paterna donde tenía una cita en Psiquiatría ese mismo día, a quienes ha declarado que otro miembro del grupo terrorista pedófilo 764, al que admite pertenecer, le ha usurpado la identidad digital para enviar esa amenaza en su nombre y provocar su expulsión de la organización.
Pedófilos, satanistas y neonazis
«Me la han jugado. Me han ‘hackeado’ mi cuenta para hacer que me echen», han sido sus palabras. Según su declaración, está en contacto con esa red pedófila de tintes neonazis y satanistas que incita a la sextorsión de menores, pero no está detrás del envío de los correos que provocó, primero una oleada de pánico y después, al conocerse la naturaleza de esa amenaza, otra de indignación.
Según esgrimió H. F. P. ante los agentes en la Comandancia de València, su sospecha es que detrás del supuesto pirateo de su identidad digital hay otro miembro del grupo, alguien que reside en el Reino Unido y con el que habría tenido un conflicto que, según cree, ha resuelto robando su usuario y contraseña de correo electrónico para suplantarle y provocar el caos en su nombre, tesis que la Guardia Civil no considera cierta.
Aún así, lo primero que están comprobando es la dirección IP (serie numérica que individualiza cada dispositivo durante su conexión a la red) desde la que fueron enviados los correos, para confirmar o desmentir que es la suya. Esa prueba es determinante, ya que no se puede suplantar a distancia.
Jugador empedernido y asiduo a foros
H. F. P., que será puesto a disposición del juez de Instrucción 7 de Paterna este sábado, ha completado estudios hasta cuarto de la ESO y, según las fuentes próximas al joven consultadas por este diario, lo hizo en un colegio bilingüe, lo que le ha procurado un buen nivel de inglés. Precisamente por eso, han sorprendido algunos fallos o discordancias en el mensaje escrito enviado a los colegios, que aparenta haber sido escrito en inglés y traducido al castellano mediante IA o un traductor ‘online’.
Quienes conocen al joven detenido, que no tiene hermanos, aseguran que apenas salía de casa y que pasaba la mayor parte del tiempo encerrado en su habitación, jugando o chateando en foros, como los de 764 y otros grupúsculos similares. Pero, sobre todo, en contacto con comunidades de ‘hackers’, entre los que tenía «buena fama». Él mismo ha confesado que participaba a menudo en retos con otros ciberdelincuentes para aprovechar brechas de seguridad y robar datos personales de internautas. Eso sí, niega haberlos usado para cometer delitos u obtener beneficio económico.
La respuesta a si ha sido él el autor de esos desalojos preventivos, como parece según todos los indicios, y cuánto ha hecho o dejado de hacer desde sus dispositivos la obtendrán los expertos en delitos telemáticos de la Guardia Civil con el análisis profundo de todo el material informático volcado e intervenido durante los dos registros realizados en su casa, el primero, de cinco horas, en la tarde del jueves, y el segundo, de algo más de cuatro, en la mañana del viernes.
Los vecinos: «Nunca ha dado problemas»
Esos registros no pasaron desapercibidos para sus vecinos, pero sí su vida anterior a la detención de este jueves. De hecho, en la finca de cuatro pisos en la que el arrestado reside con sus padres la noticia de su arrestó causó incluso sorpresa. Todos coinciden en que el joven «nunca había dado problemas», aunque eran conscientes de que su salud mental no era muy buena. “Salía poco de casa y cuando lo veía siempre iba con su padre”, apunta un residente en el edificio.
“Lo veía mucho sentado delante el ordenador, pensaba que estaba jugando a algún videojuego”, indica Amparo, quien desde la ventana de su domicilio solía ver al ahora detenido pasar horas y horas frente a la pantalla, en su habitación.