Un jurado popular absolvió en 2017 a Pablo Miguel Canales Lahoz del asesinato de Eduardo Montori en Ejea de los Caballeros (Zaragoza) después de que se encontrara su cuerpo cosido a puñaladas sin rastro alguno de su cabeza. Quedó entonces impune el conocido como crimen de ‘Falconetti’ después de que la Guardia Civil reabriera la causa 20 años después tras averiguar que Canales estuvo en la escena del crimen, pues había dejado rastro con una huella palmar ensangrentada. Pero su exoneración penal no le ha eximido de ser un viejo conocido en la cárcel de Zuera al sumar unos cuantos antecedentes por amenazas, coacciones y varios atentados contra agentes de la autoridad. Y al centro penitenciario regresó, precisamente, el 5 de mayo de 2024 tras propinarle una paliza a su padre, una agresión por la que el ministerio fiscal solicita ahora penas que en su conjunto suman hasta veinte años y seis meses de cárcel.
Así se desprende del escrito de acusación que ha formulado recientemente la Fiscalía a razón de cuatro años y seis meses de cárcel por un delito de atentado, tres años por un delito de coacciones, doce años por seis delitos de amenazas y otro año por un delito de maltrato en el ámbito de la violencia doméstica. O lo que es lo mismo: la actuación de Canales el pasado 5 de mayo no solo se limitó a agredir a su padre, sino también a embestir contra los miembros de Policía Local y de Guardia Civil que intervinieron para reducirle no sin antes recibir una lluvia de jarrones, calefactores o espejos que obligó a los agentes a utilizar la pistola Táser.
Para entonces, Canales ya había expulsado de casa a su padre, a quien minutos antes le propinó patadas y puñetazos mientras le amenazaba de muerte al grito de «cabrón» y «maricón». En un momento dado dejó de golpearle, momento que aprovechó el progenitor para dar la voz de alarma a la Policía Local y activar así un dispositivo de seguridad junto a la Guardia Civil «sabedores» de su «peligroso historial delictivo». Pero su agresividad no cesó con la llegada de los agentes y se atrincheró en su vivienda mientras esgrimía un cuchillo de 20 centímetros de hoja. «¡Me voy a llevar a alguno por delante!», recoge el escrito de acusación de la Fiscalía dirigido contra Canales, defendido por Carmen Sánchez Herrero y Luis Ángel Marcén.
Al final se atrincheró en un dormitorio del domicilio, desde donde embistió contra los agentes al lanzarles todo tipo de objetos que tenía a su alcance. Incluso se requirió la Unidad de Seguridad Ciudadana (Usecic) del Instituto Armado para reducir a Canales, un objetivo que se logró gracias a la utilización de la pistola táser. «¡Yo no voy a abrir la puerta a nadie! ¡Soy capaz de cargarme a cualquiera! ¡A mí casa no entra ya nadie más por mis cojones!», les dijo. «¡No entréis, os voy a cortar y os vais a desangrar!», añadió.