Los mitos clásicos, esos que narran cómo se hizo el mundo y sirven de referencia aún hoy para explicar los grandes temas que preocupan a la humanidad, nos han llegado escritos por los hombres. En ellos, las mujeres son vengativas, malvadas, pero también quienes sufren los castigos, las víctimas. ¿Qué pasaría si diésemos voz a esas mujeres, que contasen ellas mismas sus propias historias mitológicas? Es lo que se preguntó Cristina Garciamartín, que en redes sociales es más conocida como Niké de Samotracia. Lo empezó hace más de diez años en hilos divulgativos de Twitter, a los que además de las historias que cuentan las fuentes, añadía algunas reproducciones de grandes obras de arte que le ayudaban a ilustrar la historia. Unos años después, esos hilos que pueden leer periódicamente sus más de 150.000 seguidores, han sido recopilados en un libro, titulado Diosas. Mitos en primera persona, publicado por Ediciones B.
Con esquemas, imágenes y una narración ágil y trufada de datos, esta divulgadora abarca todo el arco mitológico clásico. «Yo preferí ser fiel a las fuentes, no cambiar nada, para que se entienda perfectamente cómo los clásicos veían a las mujeres: son las malas, son vengativas… Esa psicología que narran es lo que he querido dejar presente». ¿Y por qué hacerlo en primera persona? «Porque te permite empatizar con ellas, te acerca a sus historias, aunque no pretende ser un libro feminista, sino fiel a los mitos originales».
Garciamartín aclara que no es historiadora -aunque confiesa que está estudiando la carrera-, pero la vocación de divulgadora sí le viene por su profesión: es pedagoga y maestra de Educación Infantil. Madrileña instalada en Valencia, tiene una carrera estable que le permite desarrollar su gran pasión, que comenzó desde adolescente, por la mitología clásica. Quizás esta vocación sea la que le ha empujado en ese afán de acercar los mitos a sus seguidores, algo para lo que además utiliza muchas imágenes. «La imagen siempre ayuda muchísimo a entender lo que estás leyendo», explica. Las obras de arte, además, le ayudan a completar los matices de los mitos en un texto que, recuerda, plagados de llamadas para detallar las fuentes. «El libro está lleno de aclaraciones y árboles genealógicos para que nadie se pierda».
Conocida como Niké de Samotracia, eligió la victoria alada de casi tres metros del siglo II a. C. encontrada en Samotracia (Grecia) y conservada en el Museo del Louvre (en París, Francia) porque esta figura le cautivó desde las páginas de su libro de Historia del Arte cuando era una adolescente, aunque no pudo verla en persona hasta que ya tuvo 22 ó 23 años. «Nunca había visto nada más bonito que esta estatua. Me sigue fascinando, la tengo hasta tatuada», confiesa. Reconoce que hoy mucha gente la conoce más por este sobrenombre que por su propio nombre de pila, y muchos la llaman directamente Niké.
Ella cree que a todo el mundo le puede interesar la mitología clásica, si se les ofrece una puerta sencilla por la que entrar. «Si no has estado nunca en contacto con los mitos no puedes ponerte a leer a Eurípides, Sófocles o Diodoro del tirón, porque no vas a pasar de la segunda página».
Entre sus historias favoritas menciona el mito de Edipo, «castigado por su mala suerte», explica, «y cuya hija va a ser su guía». Garciamartín responde rápido a sus favoritos, pero se queda en blanco para elegir uno que, por su crueldad o terror, preferiría no tener que contar. «No podría dejar ninguno fuera por su crueldad, porque los dejaría todos fuera: ¡los mitos son todos terribles!», exclama.
Estas son cinco historias sobre las protagonistas de los mitos que quizás no conocías:
El origen de ‘la esperanza es lo último que se pierde’
«Imagínate, los dioses querían castigar a la humanidad y para hacerlo deciden mandarle una mujer», dice con sorna Garciamartín sobre el mito de Pandora. Y para seguir con el machismo, el mito continúa: la dotan de todas las cualidades que puede tener una mujer, pero también del peor defecto, en un intento de aleccionar al resto de las personas de su género: la curiosidad. Pandora tiene una caja -«en realidad es una vasija», puntualiza la escritora-, la abre, y deja que escapen todos los males del mundo como castigo a su curiosidad. «Lo interesante de este mito es que Pandora reacciona, y la cierra a tiempo para no dejar escapar la esperanza. Por esto decimos que la esperanza es lo último que se pierde», explica.
El mito del amor eterno
Otro de los favoritos de la autora: la historia de Eros y Psique, una de las primeras historias de amor inmortal. «Imagínate, Psique es una mortal elevada al Olimpo y lo pasa fatal, porque Afrodita, celosa de su belleza, le manda toda clase de pruebas», explica la autora. «Las diosas son muy rabiosas y vengativas, querían ser siempre las más bellas e inteligentes, como hubiera una mortal que le hiciera un poco de sombra, iban a por ella». Pese a las dificultades, entre Eros y Psique triunfó el amor y seguramente, este mito es una de las piedras fundacionales de otro que dura hasta nuestros días: el amor romántico. «Este es uno de los mitos más extensos en el libro porque hay mucho material al que acudir para narrarlo», confiesa.
Un castigo terrorífico
Uno de los más duros para Niké es el que narra la historia de Ártemis (Diana la cazadora, para los romanos), la diosa de la caza. Hija de Zeus y melliza de Apolo, vivió un castigo muy cruel pese a que su pecado fue un error casual. «Viene un joven cazador, Acteón, la ve desnuda, sin querer, y ella lo convierte en ciervo y se lo comen sus perros, ¡menuda crueldad!», explica. «Ella era una diosa virgen y muy estricta con la castidad», recuerda. Ártemis es presentada en los relatos mitológicos como un personaje acosado por dioses y humanos que quieren seducirla y acabar con su virginidad y ella castiga a muchos de ellos.
Una defensora de la fidelidad con un marido incontrolable
¿No es Zeus un dios insufrible, todo el día por ahí violando a mujeres y diosas? Garciamartín asiente: «Sí, la actitud de Zeus está fatal, pero bueno, vamos a perdonarle un poquito, porque quería mucho a sus hijos, y les protegía». Incluso en la historia de Ío, a la que transforma en vaca después de seducirla para ocultarle el escarceo a su mujer. «Pero al final, intercede por ella, y le pide a Hera que le devuelva su forma original», matiza. También critica la actitud de su mujer, Hera, diosa de la fertilidad y el matrimonio. «Hera siempre se enfada muchísimo por las tropelías de su marido, pero en lugar de atacarle a él ataca a las mujeres y los hijos de las mujeres, les hace la vida imposible», dice. «La pobre es la diosa de la fidelidad y la que más cuernos lleva».
La mujer con la que resulta difícil empatizar
Uno de los personajes femeninos mitológicos más representados en la historia del arte (en pintura y escultura, pero también en las artes escénicas) es Medea. Y con ella resulta difícil empatizar. «En mi libro la presento como una joven rabiosa, que quiere vengarse tanto de su marido que no sólo mata a su rival amorosa, sino a sus propios hijos, con tal de hacerle a él el máximo daño», narra. «Esto es terrible».
Cristina Garciamartín (Niké de Samotracia)
Ediciones B
256 páginas | 20,81 euros