El presidente argentino, Javier Milei, no hablará hasta el sábado en la Conferencia Política de Acción Conservadora, la cumbre anual de la ultraderecha en Estados Unidos que se celebra estos días en National Harbor (Maryland) pero este jueves se convirtió en una de las estrellas del cónclave al aparecer en el escenario para regalar una de sus simbólicas motosierras a Elon Musk, uno de los oradores de la reunión.
El hombre más rico del mundo, colaborador del gobierno de Donald Trump que con el llamado “Departamento de Eficiencia Gubernamental” (DOGE) ha puesto en marcha una campaña feroz de despidos de funcionariosy recorte y congelación de fondos, alzó su regalo al grito de “¡Esta es la motosierra de la burocracia!”, provocando los aplausos de un público rendido y entregado al espectáculo y también a Musk, cuya participación en CPAC se había anunciado solo unas horas antes.
Oxígeno para Milei
Milei encontró en Musk un momento de distensión, alejado de los problemas que se concentran en Buenos Aires relacionados con la estafa con el activo digital $LIBRA. Si bien Milei ha podido evitar que el Senado frenara la creación de una comisión investigadora del llamado «criptogate», los legisladores obraron por razones que no se relacionan con la «amistad», al menos como la entiende el anarcocapitalista.
Antes del baño de masas en público, el líder argentino se había visto con el surafricano en una sala del centro de convenciones que acoge CPAC, donde tuvieron un efusivo encuentro que Milei abrió con un “hola mi amigo” en inglés y al que Musk, poniéndose unas gafas de sol, respondió con un efusivo abrazo. Luego llegó el regalo de la motosierra, a la que Musk reacciono con un “cool”. Fueron momentos que tuvieron para el líder latinoamericano la resonancia política de quien por estas horas se siente políticamente en problemas.
El viaje de Milei, que tras su aparición en CPAC mantuvo una reunión con Kristalina Georgieva, directora gerente del FMI, solo tendrá sentido si recibe el aval de Trump según señalan analistas en Buenos Aires. Por ahora no está prevista una reunión bilateral. La comitiva del ultraderechista, que ya viajó a Washington en enero para la toma de posesión del republicano, espera al menos que se tomen una foto sonrientes.
La «tormenta» de Musk
La motosierra, que Musk dijo que pondrá en las oficinas de DOGE, se quedó a sus pies durante toda su intervención en CPAC y volvió a empuñarla tras la entrevista que le hizo Rob Schmitt, un presentador de la cadena ultraconservadora Newsmax, con el que durante media hora abordó el trabajo que está realizando para el gobierno de Trump y otras cuestiones.
Con las gafas de sol puestas y su gorra negra con el eslogan trumpista Make America Great Again, Musk se mostró abierto a hacer una auditoria de la Reserva Federal. Se lanzó contra los demócratas y la Administración de Joe Biden por políticas de inmigración, a los que llegó a acusar de “traición” y de haber hecho “un auténtico timo para inclinar la balanza de la democracia”, supuestamente al permitir la llegada de inmigrantes ilegales para, en su argumentación, que acaben votando demócrata.
Musk, ante un público entregado, en un momento describió su mente como “una tormenta” y lanzó de nuevo acusaciones falsas, como que los demócratas “cogieron dinero de FEMA (la agencia federal de gestión de emergencias) que debía ir a ayudar a estadounidenses y lo mandaron a hoteles de lujo para inmigrantes ilegales en Nueva York”.
Musk tildó las protestas en su contra por los despidos y recortes que ha empezado a implementar como “falsos mítines” y dijo: “en este punto no sé cuánto de la izquierda es siquiera real”. A los críticos que han mostrado preocupación ante la posibilidad de que pueda usar en su propio beneficio datos a los que está teniendo acceso les respondió con burla: “si robo algo de la Seguridad Social por fin podré comprarme cosas bonitas”. Y riendo rechazó la idea de quienes creen que puede ser un activo para el presidente ruso, Vladimir Putin: “No se lo puede permitir”, dijo la posibilidad de ser comprado.
Choque con Bannon
Después de que Musk se marchara entre aplausos, motosierra en mano, le llegó el turno en CPAC a Steve Bannon, el asesor de ultraderecha de Trump que ha tenido numerosos choques con el dueño de Tesla y Space X, el último esta misma semana, cuando en una entrevista llamó a Musk “inmigrante ilegal parasitario” y dijo que “quiere imponer sus experimentos raros y actuar como un dios sin ningún respeto a las tradiciones, valores o historia del país”.
En Maryland, y ante una audiencia que había mostrado entusiasmo absoluto por Musk, Bannon llegó más suave. “Sacas al hombre más rico del mundo, Superman, se supone que tengo que ir después”, comentó. “Solo soy un irlandés loco”. Luego, en su intervención, sí lanzó algún ataque, aunque suave. Cuando se escriban los libros de historia, dijo, “no van a recordarme a mí o a Elon Musk, a Tucker Carlson o a Sean Hannity. Van a recordar dos cosas: Donald Trump y el movimiento MAGA”.
Era un tono más contenido que el de la víspera, cuando en otra entrevista con CNN Bannon había advertido al movimiento conservador sobre Musk y otros acaudalados empresarios que se han alineado alrededor de Trump. “Estos oligarcas abandonaron a la izquierda progresista. Nos abandonarán a nosotros y harán lo mismo”, advirtió. “Buscan poder. Ahora ven que les salen los números y que tenemos construida una coalición y están con nosotros, pero solo temporalmente”.