La carrera futbolística de Manu Sánchez no se entendería sin la lucha, la insistencia ni la esperanza de que las situaciones, por muy adversas que sean, cambian. Lo que pareció una trayectoria prometedora derivó en una serie de circunstancias que truncaron la progresión de un jugador que, por momentos, sintió tal frustración que llegó a creer, sin que pasase por su cabeza la opción de abandonar, que el fútbol no era su sitio en el mundo. No obstante, fue tal pensamiento, acompañado de nuevas inquietudes que le llevaron a alcanzar un notable rendimiento durante su etapa en Unionistas de Salamanca y a explotar en Castalia, lo que le hizo reconectar con un deporte que, por mucho que abarque su figura, no es el centro de su vida. Sí de su atención cuando se calza las botas en cada entrenamiento y se viste de corto cada fin de semana, pero no las 24 horas del día. Enamorado e identificado con las raíces de su Osuna natal, el fichaje invernal procedente del Górnik Zabrze destaca también por ser licenciado en Fisioterapia, tener un Máster de Dirección y Gestión Sanitaria y otro de Rehabilitación Equina. Sin embargo, además de evadirse y cultivar su realidad mediante la lectura, donde su felicidad se multiplica por niveles intangibles es cuando hay caballos a su alrededor, aunque reconoce que la llamada del Levante le llenó y emocionó a escalas similares. Su desafío, en su primera experiencia en Segunda División, es firme y claro: dejarse el alma y contribuir en el reto motivante de ascender a la élite.

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