La carrera futbolística de Manu Sánchez no se entendería sin la lucha, la insistencia ni la esperanza de que las situaciones, por muy adversas que sean, cambian. Lo que pareció una trayectoria prometedora derivó en una serie de circunstancias que truncaron la progresión de un jugador que, por momentos, sintió tal frustración que llegó a creer, sin que pasase por su cabeza la opción de abandonar, que el fútbol no era su sitio en el mundo. No obstante, fue tal pensamiento, acompañado de nuevas inquietudes que le llevaron a alcanzar un notable rendimiento durante su etapa en Unionistas de Salamanca y a explotar en Castalia, lo que le hizo reconectar con un deporte que, por mucho que abarque su figura, no es el centro de su vida. Sí de su atención cuando se calza las botas en cada entrenamiento y se viste de corto cada fin de semana, pero no las 24 horas del día. Enamorado e identificado con las raíces de su Osuna natal, el fichaje invernal procedente del Górnik Zabrze destaca también por ser licenciado en Fisioterapia, tener un Máster de Dirección y Gestión Sanitaria y otro de Rehabilitación Equina. Sin embargo, además de evadirse y cultivar su realidad mediante la lectura, donde su felicidad se multiplica por niveles intangibles es cuando hay caballos a su alrededor, aunque reconoce que la llamada del Levante le llenó y emocionó a escalas similares. Su desafío, en su primera experiencia en Segunda División, es firme y claro: dejarse el alma y contribuir en el reto motivante de ascender a la élite.
Manu Sánchez en la entrevista para SUPER / F. CALABUIG
Firmó por el Levante, a los seis días debutó como titular y, desde entonces, nadie le mueve del once.
Intento estar preparado para jugar todos los domingos. Si lo decide el cuerpo técnico tengo que estar listo. Ese tiene que ser mi trabajo. Las cosas se consiguen paso a paso. Todo tiene un proceso. Es verdad que, desde que llegué, lo he jugado prácticamente todo, pero venimos a eso. Después es el cuerpo técnico el que decide. Si me toca jugar, adelante. Pero aún tengo que llegar, aterrizar, cumplir con los procesos… Ya saldrá el sol, si quiere, por Antequera, pero todo con tranquilidad. Me siento uno más, intentando entrar en el equipo. Cuanto antes lo haga, mejor para mí y para todos.
¿Cómo está yendo la adaptación a su nuevo club?
Me estoy adaptando bien. Me siento saludable, intentando entrar lo más rápido posible en esa comodidad de sentir esto mío. El mercado de invierno te da muy poco tiempo a ello cuando te toca rendir desde ya, pero estoy tratando de tomarlo con la mayor naturalidad posible. La máxima exigencia siempre ha estado ahí. Está siendo muy intenso, estamos peleando por objetivos muy grandes. Pero voy entrando cada vez mejor en el ritmo del equipo, en la idea y encajando con más tranquilidad. Eso va a llegar, estoy convencido. Solo hay que seguir insistiendo.
¿Siente que tiene que ser el sustituto de Andrés García?
No forma parte de lo que debería hacer. Entiendo este deporte, esta profesión y el pensamiento que puede surgir entre la gente. Andrés ha hecho un trabajo increíble que lo ha catapultado a su nivel. Es un jugador muy bueno y ha encontrado un estado de forma que desarrolló en el Levante, pero esa es la historia de Andrés. Yo soy Manuel y vengo a hacer lo que he hecho toda mi vida: implicarme al máximo, tratar de entender qué quiere el equipo y, a partir de ahí, si puedo crecer y dar claridad, mejor. Soy una pieza más que el míster tiene a su disposición. Mi foco se debe centrar en otros puntos.
¿Se esperó la llamada del Levante?
El mercado de invierno es así. Es un efecto dominó. Hay muy poco tiempo y no tiene una pretemporada para facilitar las adaptaciones, pero se dan una serie de circunstancias que favorecen ciertos fichajes. Ya había tenido contacto con el Levante previamente. Nos conocíamos, en cierta medida, al jugar cerca de València. Había un seguimiento indirecto a través de Giorgi Kochorashvili y Fabrício. Se dio la opción, lo planteamos en el Górnik Zabrze y se llegó a un acuerdo de traspaso. Mi intención era ir al Levante porque en el fútbol, la mayoría de las veces, dos más dos no suman cuatro. Fue rápido.
¿Quiso que fuera rápido?
Sí, porque tengo 28 años, el mes que viene cumplo 29, y son escenarios que a mí ya no me esperan. No tengo una edad en la que, si no me sucede ahora, me pasará más tarde. La opción del Levante era casi una cuestión de vida o muerte. Era volver a España y a una tierra en la que me he sentido muy bien. En la Comunidad Valenciana, el clima es muy parecido al sur, y en Castellón pasé dos años increíbles, por lo que esa energía ya la tenía. Además, es un proyecto que significaba dar un salto en mi carrera. Sentía la necesidad de que se hiciera. Hubiera sido una frustración si no se hubiese llevado a cabo.
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Manu Sánchez con SUPER / F. CALABUIG
No obstante, usted se volvió viral después de una publicación del Levante en X donde posó con su nueva camiseta, pero en la que le asociaron con otras profesiones como, por ejemplo, la de notario.
No me sorprendió porque la llevo viviendo siempre (ríe). Recuerdo que cuando firmé por el Castellón tuve el mismo impacto. No sé, me está tocando hablar mucho sobre si soy un futbolista atípico y, sinceramente, no lo siento así. Hay muchísimas personas que, además de jugar a fútbol, tienen otras inquietudes. Entiendo que el perfil está muy marcado, y todo lo que sale de ahí, parece que te lo tienes que ganar. Esos días estuve pendiente porque me hacía gracia. No me lo tomo a mal, pero, en la vida real, no le doy importancia. No me afecta. No le presto atención ni a lo bueno ni a lo malo. Intento ser crítico, pero con las personas con las que se puede construir esa crítica. Si no, nos volveríamos locos. No creo que nadie haga las cosas con maldad, pero sí siento que mucha gente ni sabe lo que hace, ni sabe el impacto que tiene. Me encuentro en un momento de mi vida en el que controlo mi profesión. Por ahí no me van a pillar. ¿Me identifican con un notario? Es gracioso y me gusta. No me hace daño. Soy así y estoy orgulloso de ser como soy.
Por lo tanto, no se considera un futbolista atípico. ¿Cierto?
Así es, no me considero un futbolística atípico. Es cierto que no tengo el estereotipo, pero hay mucho más allá. Los tatuajes y las marcas caras llaman más la atención en la juventud y parece que va por ahí, pero es más a nivel personal que por la profesión de cada uno.
¿Siempre quiso ser futbolista?
No sabría responder. Empecé muy joven, con 8 años, y desde entonces entré en la dinámica. Cuando me di cuenta ya estaba acercándome al profesionalismo. Recuerdo una vida en mi localidad, Osuna, muy normal. De acudir a la escuela, comer en casa de la abuela, ir al fútbol, al ajedrez, al taekwondo… Y los fines de semana competir en cualquier lado, pero todo en un clima de amigos. Sin embargo, cuando entro en la cantera del Sevilla, lo mantengo, pero el fútbol se lo empieza a comer y lo tengo mucho menos. Nunca he sido una persona muy pasional con el fútbol. Todo el mundo, hasta que entra en razón, quiere ser futbolista, pero, en cambio, yo seguí un camino que me ha llevado hasta aquí. Lo que más me gusta del fútbol es que te expone tanto a nivel personal que, inevitablemente, sientes un desarrollo. Va todo muy rápido: la exposición, ver que superas situaciones, cómo te desarrollas… Pero tengo la sensación de que no lo soñaba fuertemente. Más bien, ha sido una consecuencia.
¿Sigue arraigado a Osuna?
Sí, porque es lo que soy. Nunca he perdido mi identidad. Es la forma con la que mejor conecto conmigo mismo y con mi bienestar. Osuna es mi origen. Me siento muy enraizado. Mi forma de ser y de entender las cosas procede de mi pueblo y de sus costumbres. Del trato que he tenido con mis abuelos y de su ritmo de vida lento, que me encanta. Eso es lo que me gusta y lo que soy.
Por lo tanto, no será de los que busque una vida ajetreada.
No, para nada. Lo de vivir en una ciudad me cuesta. Lo asumo porque me adapto a todo, pero los atascos, las prisas, la rapidez… Que está genial, son ritmos de vida distintos, pero yo prefiero la calma. Tratar y tenerlo todo con más tranquilidad.
No obstante, su carrera se ha basado en luchar.
Hay muchas carreras como la mía. No todo el mundo es Pedri o Lamine Yamal. Lo ideal es debutar súper joven en Primera División, o en Segunda, y encontrar estabilidad. En mi caso no ha sido así. Soy muy consciente de la carrera que he tenido. Ha sido muy de peldaños, muy de aguantar y muy de estar. Pelear, intentarlo y, bocado a bocado, masticarla. En Tondela tuve la oportunidad de encontrar la estabilidad. Firmé 3 años, en una situación que ya significaba tener un escaparate en el que poder desarrollar mi carrera. Las trayectorias son muy cortas en el fútbol y las decisiones marcan mucho. En mi caso, no sé si tomé una decisión errónea, pero me tocó seguir adelante.
Después de destacar en el Sevilla Atlético se marchó al Tondela con 23 años, pero su salto a la élite portuguesa no cumplió con las expectativas debido al infortunio.
Sin duda. De hecho, no jugué ni un partido. Siempre he sido muy acelerado. Siempre he tenido la sensación de que era mi última oportunidad, aunque tuviera 23 años. Firmé en verano y, a la semana, me lesioné de la clavícula. Desde entonces, me operé para llegar bien al principio de la temporada, se me soltó un tornillo, no se soldó bien, tuvieron que volver a intervenir porque, si no, era imposible avanzar… Y, entre unas cosas y otras, llegué a Navidad sin completar ni un entrenamiento. Estaba muy falto de confianza y los demás ‘volaban’. Como el fútbol no espera yo tampoco lo hice, pero también hay que aprender a tener paciencia. Se vive mucho tiempo en la sombra para poder vivir momentos de brillantez. Sin embargo, hay que saber tener paciencia.
Además, marchándose en invierno al Rayo Majadahonda de Julián Calero, tuvo la mala suerte de que se detuvo la competición dos meses después debido al COVID.
Fui para reencontrarme y sentir un entorno de confianza, pero estalló el COVID y me tiré un año en blanco. Después volví, con todas las dificultades de la pandemia, pero teniendo que rescindir contrato en Tondela y viviendo situaciones de mercado que se dieron por una mala decisión. Sinceramente, hubo un momento en el que me vi fuera.
¿Fuera? ¿Sintió que el fútbol se acababa?
Como no sentí otra escapatoria seguí hacia adelante, pero en ese momento ya supe que no iba a tener la carrera que, de haber ido todo bien en el Tondela, hubiera tenido. Supe que iba a ser otra historia, pero sin caer en los ‘y si’. He ido a lo que me tocaba.
¿Y cómo llegó a hacer clic?
Hubo momentos de sobreesfuerzos. De creer que, haciendo más, iba a llegar antes. Cuando estás a la desesperada ya no sabes ni qué hacer. En Unionistas de Salamanca fue la primera vez que dije: se acabó. En ese momento me dediqué a hacer lo que me gusta. A visitar cuadras, ver caballos, que es mi pasión, e informarme sobre cómo funcionaba el tema. Curiosamente ahí fue cuando empecé a conectar, a sentirme bien a nivel personal, a funcionar y a desarrollar el fútbol con el que me identifico: un estilo alegre. Lo empecé a disfrutar porque le quité todo el hierro del mundo. Llegué a la conclusión de que en la vida hay mucho más que fútbol.
¿Llegó a desencantarse del fútbol?
Sí. Le pierdes el sentido. Abarca todo en tu vida. Todas las decisiones que tomas son en base al fútbol. Y cuando no avanzas le pierdes el sentido, con el peligro de que pueda llegar a ser una condena. Cuando me separé un poco del fútbol empezó a salirme todo. Desde entonces mantengo esa filosofía. El fútbol está muy bien, me lo tomo como mi profesión y de la forma más sana del mundo. Así lo veo: como mi trabajo.
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Manu Sánchez con SUPER / F. CALABUIG
Literalmente le salió todo. Llegó al Castellón y, además de ascender a Segunda División, marcó 15 goles y dio 7 asistencias en 71 encuentros oficiales.
Era una situación nueva y llegué de la misma manera que al Levante, pero se nos dio todo. Entré en la energía del gol, que te sirve para soltarte y ganar confianza y, al año siguiente, jugar en un sistema de 5-3-2 me favoreció mucho para exponerme en esos números. Vivía mucho en el área. No cambié nada, pero los resultados se dieron así.
¿Le sorprendió su traspaso al Górnik Zabrze polaco?
Sí, pero en el fútbol hay que tomar decisiones. No obstante, hay que saber terminar las etapas. Mi salida fue más por querer aprovechar la oportunidad que me surgió, pero había sido todo tan bueno, y tan bonito, que no quise alargarlo. Pese a ello, nadie se lo esperaba. Yo, cuando me fui de vacaciones, tampoco lo contemplé. Pero en el fútbol dos más dos no siempre es cuatro. El Castellón y yo lo asumimos muy bien. Después la experiencia en Polonia fue bien, aunque el clima fuera diferente (ríe).
¿Cómo logra separar el fútbol de otros parámetros de su vida? Siendo profesional, da la sensación de que abarca muchísimo.
Tomándolo todo con mucha perspectiva. No solo en el fútbol, sino en cualquier situación de la vida. Las consecuencias deportivas no las controlamos nosotros. ¿Cuántas cosas podemos controlar? Alguna, pero no muchas. Hay que centrarse en lo que puedes controlar. Mirarlo desde arriba, como si se tratara de otra persona, y no castigarse. Este deporte es tan resultadista como engañoso. Muy engañoso. Es un estado de ánimo constante. Pasas de creerte muy bueno a pensar todo lo contrario. Si ganas, pero haces un mal partido, se te olvida. Si pierdes o empatas, aunque hagas una buena actuación, no eres consciente de ello. Hay que centrarse más en lo que has hecho que en el resultado. Si no, tu vida depende de las emociones. Y, si caes en eso, estás liquidado. Cada uno lo separará como quiera. Yo llego a Buñol, intento hacer mi trabajo lo mejor posible y me voy. Cuando me marchó tengo más cosas, nada más que pensar al respecto. Sin embargo, cuando estoy trabajando, le dedico todo mi tiempo y toda mi concentración al entrenamiento y a la preparación del partido.
Ahora, debutando en Segunda División, ¿es momento de ser resiliente tras una carrera llena de baches?
Sí. Realmente siempre ha sido así. Desde que salí del Tondela, cada paso que he dado ha sido la mejor situación que podía vivir. Yo no siento que tengo que demostrarle nada a nadie. Solo pienso en hacer mi trabajo, mejorar y sentir que progreso en situaciones superiores. Ahí es donde he encontrado la forma sana de desarrollar mi carrera. Sin embargo, es una situación en la que nunca me he visto.
¿Su carrera le ha hecho fuerte mentalmente?
No soy ningún superhéroe, pero mi carrera es lo que me ha construido. Sobre todo, el haber seguido avanzado. Sé todos los componentes que tiene esta profesión, hay situaciones de las que, si estás pendiente o no sabes gestionar, te pueden destrozar porque todos somos humanos. Pero mi vida ha ido por ahí y me ha construido de esa manera.
¿Un ascenso le cambiaría la vida?
Nos cambiaría la vida a muchos. Es muy difícil llegar a Primera División con la inmensa cantidad de futbolistas que hay, aunque pocos consiguen un ascenso. Es la cumbre y una liberación, pero también efímero porque el fútbol no para y los objetivos van sucediendo. La posibilidad está ahí, pero hay que ir día a día. Vivirlo y hacer lo que toca.
¿Cómo ve al equipo?
Al equipo lo veo muy bien. He llegado a un vestuario con mucha calidad y con mucho ritmo, que hace muchas cosas bien y que está muy unido. Sabe pasar tanto los momentos malos como los buenos, donde es más sencillo que se te vaya la cabeza. Es un equipo muy equilibrado. Está posicionado en un sitio perfecto para afrontar lo que nos queda de competición. Me he encontrado un equipo muy unido. La naturaleza del equipo es esa: conectar. Desde la unión se va todo lo demás. He intentado llegar, calar y ser uno más. Es a lo que hemos venido. Las incorporaciones son para intentar sumar a lo que el equipo está haciendo y proponiendo. Aún me encuentro en ese proceso. Estoy dando todo lo que tengo todos los días. Eso es lo que me va a acercar a sentir todo esto como propio, pero es algo normal. No hay atajos, pero va a suceder así.
Licenciado en Fisioterapia, con un Máster de Dirección y Gestión Sanitaria, otro de Rehabilitación Equina, siendo aficionado de la lectura y un fanático de los caballos… Da la sensación de que, cuando cuelgue las botas,
Puede ser. Nadie puede decir ‘de esta agua no beberé’. Sinceramente, no creo que nunca deje de estudiar. Lo único es que este mes ha sido un poco caótico. Estoy un poco a caer. Una vez caiga, y esté enrolado en la rutina, ya veré. Me gusta leer, aprender y tengo otras inquietudes. Te obliga a estar concentrado y me ayuda. Por otro lado, los caballos son mi pasión. Montaría a caballo antes que jugar a fútbol. Siempre me ha gustado mucho. Igual que invierto muchísimo tiempo en el fútbol, al ser mi profesión, dedico muchísimo tiempo en el caballo porque es mi pasión, lo que más me gusta y lo que me hace sentir muy bien. De la manera en la que puedo y se me permite, le dedico mucho tiempo.