El líder del bloque conservador alemán, Friedrich Merz, quien según los sondeos será el ganador de las elecciones generales del próximo domingo, castiga a diario al actual canciller, el socialdemócrata Olaf Scholz, con un dato demoledor: bajo su gobierno, la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), pasó de estar por debajo del 10% de los votos, en 2021, al más del 20% que se le pronostica para los comicios de este 23 de febrero. Scholz le responde, también a diario, que su bloque conservador ha agrietado ya el cordón sanitario sobre los ultras al haber aceptado su apoyo parlamentario para una moción y un proyecto de ley migratorio. Cuesta creer, según Scholz, que llegado el momento Merz no caerá en la tentación de dejarse apoyar por la AfD para alcanzar el poder. El auge de la AfD, añade Scholz, ha discurrido en paralelo al de otras ultraderechas europeas, de Escandinavia a Países Bajos o Austria, además del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
Merz, primero en los sondeos con un 30% de intención de voto, y Scholz, el tercero y con un 15%, se lanzan reproches mutuos en cada uno de los debates que, en formatos distintos, ofrecen estos días las televisiones alemanas. Sea en duelo directo entre el candidato a la reelección y el líder opositor o en cuadrilátero, compartiendo plató con la ultraderechista Alice Weidel y el verde Robert Habeck. Merz se ríe socarronamente cada vez que Scholz alude a su lucha por la reelección, lo que los sondeos descartan; Scholz insiste en que lo que cuenta son los resultados en las urnas, no la demoscopia. Y Weidel exhibe como propio el argumento respaldado por la Administración de Donald Trump, según el cual el cordón sanitario es antidemocrático porque implica excluir a sus millones de electores. El verde Habeck, el cuarto en los sondeos, queda algo al margen, como esperando el momento en que Merz o Weidel, o los dos, aseguren que ha sido el peor ministro de Economía de la historia del país, por haber llevado a Alemania a la recesión.
El aliado Musk y sus tentáculos
El gran aliado de la ultraderecha en las últimas semanas de campaña ha sido sin duda el magnate y asesor de Trump Elon Musk, dueño de los Tesla cuya gran fábrica europea está las puertas de Berlín. Weidel ha contado con su apoyo explícito en mítines. Musk no solo asegura desde X que solo la AfD puede salvar Alemania, sino que además manipula el famoso algoritmo para que los contenidos la formación ultraderechista alcancen una difusión multiplicada por dos respecto a los del resto de los partidos en liza. Un reportaje del programa ‘Frontal’ de la televisión pública documenta este procedimiento y el trato beneficioso para Weidel. Los efectos de estas revelaciones periodísticas sobre el elector son dudosos, teniendo en cuenta el impacto de X. Weidel, además, reina también en TikTok, con 480.000 seguidores.
Musk es el tecnomillonario más afín a Weidel, quien además recibió el espaldarazo del vicepresidente de EEUU, JD Vance, con quien se reunió en la explosiva visita del emisario de Trump a Múnich. El presidente estadounidense ve en Weidel el brazo alemán idóneo en sus propósitos de minar económica y políticamente a Europa. La AfD es tan euroescéptica como prorrusa y defiende cortar el apoyo a Ucrania.
Otros multimillonarios leales a Weidel
Pero además de estos factores programáticos que la acercan a Trump, la AfD ha contado en este final de campaña con adinerados aliados que nutren, incluso con dinero contante y sonante, sus arcas. El penúltimo de ellos procede de Austria y donó 2,35 millones de euros a la AfD, teóricamente destinados a sus vallas publicitarias. ¿Es un testaferro y, en ese caso, de quién? Esa es la pregunta que circula estos días por el semanario ‘Der Spiegel’ y la televisión pública ARD, entre otros. El donante se registró, como marca la ley para toda suma superior a los 35.000 euros, con nombres y apellidos en la administración del Bundestag, el Parlamento federal. Se trata de Gerhard Dingler, un excargo del FPÖ, partido de la ultraderecha austriaca, primera fuerza en el país vecino. Según los medios, el dinero en realidad procede de un inversor inmobiliario alemán llamado Henning Conle, quien transfirió esa cantidad al austríaco. Es un antiguo conocido de Weidel, con intereses en Suiza, donde la candidata ultraderechista tiene una segunda residencia.
Las autoridades alemanas y las austríacas investigan esas transferencias, por presunto delito de financiación irregular. La ley alemana prohíbe la intervención de testaferros en las donaciones a los partidos. De confirmarse, a la AfD podría caerle una multa por tres veces la cantidad ingresada irregularmente. O sea, unos siete millones de euros. No sería la primera vez que recibe una sanción de estas características. Ya en el pasado, la tesorería de la AfD admitió «errores humanos» en su contabilidad que le acarrearon varias sanciones del Bundestag. El donativo sospechoso actual puede darle el siguiente disgusto. Pero para cuando esto ocurra, si se llega a producir, las elecciones quedarán ya muy atrás en el tiempo.
Ni siquiera es el único donativo sospechoso ingresado en estos meses. En cuestión de unas pocas semanas han salido a la luz otras dos cantidades espectaculares. Una de ellas, por 999.990 euros y procedente de un ciudadano de Turingia, el ‘land’ donde la AfD es primera fuerza. Posteriormente se conoció otro donativo de varios millones y procedente de la herencia de una berlinesa. En total, desde principios de año, la AfD ha ingresado casi cinco millones de euros en sumas recibidas de donantes particulares. Ningún otro partido recibe cantidades parecidas.
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