«Nada dura para siempre, hemos sido extraordinariamente extraordinarios y ahora tenemos que ir paso a paso para crecer”. No necesita Pep Guardiola que nadie le explique sobre la caducidad en el deporte. La eternidad no existe y menos en el fútbol. Y tampoco nadie es infalible. Ni siquiera el técnico de Santpedor, aunque casi siempre lo ha parecido. Por primera vez en su ya larga carrera en los banquillos prueba el jarabe amargo que él obligó a ingerir a sus rivales durante tantos y tantos años, el jarabe de la derrota, peaje previo a una reconstrucción, la de un Manchester City que efectivamente ha sido un gigante en la última década.

Fuente