Protección y extorsión

Ha sobrevivido. Aunque ya no es la misma. Las fotografías enmarcadas exponen rostros borrados durante estos tres últimos años. Nada es lo que era, aún menos los sueños. Al menos, aún tiene una casa, sabe que no todos pueden decir lo mismo. Tuvieron la mala suerte de encontrarse en medio de la diana. Justo en el punto de mira del jefe de una banda de gánsteres. Decidieron plantar batalla. Lógico. A nadie le gusta ser pisoteado por matones armados. Pero, ahora, exhausta, vestida de luto, asomada a la ventana, observa las llamas. Un edificio acaba de ser atacado por un misil balístico ruso. Dicen que el jefe de otra banda de gánsteres pretende zanjar el conflicto. Se pregunta qué será lo que ocurrirá ahora. Quizá derribarán la puerta de su casa con una patada y la saquearán entera. A ella ya no le quedarán fuerzas para detenerlos. Desvalijarán joyas, electrodomésticos, caprichos y botellas de vodka. Antes de que lleguen, sacará las fotografías de sus marcos, eso sí. Que arramblen con la quincalla, si quieren. Para ella, la memoria.

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