La otra hija de Musk

En el desenfadado atuendo de Elon Musk, multimillonario y director del flamante departamento de Eficiencia Gubernamental de la administración de Donald Trump, no suelen faltar dos complementos: una gorra con el lema MAGA (Make America Great Again) y un niño sobre los hombros. Esta mochila viviente, o loro del pirata, o joroba, se llama X. Y joroba. De momento, el crío de 4 años, hijo también de la artista canadiense Grimes que lleva meses peleando por su custodia, es la única oposición seria que tiene el presidente de los Estados Unidos en todo el mundo. Basta ver el vídeo desternillante del otro día en el Despacho Oval, cuando el Ogro Naranja (Esteban González Pons dixit) firmaba el decreto para meter la tijera en los contratos y servicios públicos de su país. “Quiero que cierres el pico”, le soltó el crío a Trump mientras su padre trataba de concentrarse en la descripción del agresivo desmantelamiento de oficinas y agencias que velan por el bien común y la legalidad. “Te tienes que ir”, espetaba el chaval ataviado con un trajecito de chaqueta y un abrigo de ejecutivo ante la mirada displicente del presidente. Hasta tal punto monopolizó la escena que el propio receptor de sus infantiles dardos hubo de presentarle a las cámaras: “Este es X, un gran chico con un alto coeficiente intelectual”. Pues sí. Dicen por ahí que los progenitores tenemos siempre un hijo favorito. El del hombre más rico del mundo no es ninguna incógnita. El espabilado X acompaña al dueño de Tesla a todos sus compromisos, sea la fiesta de nochevieja en Mar-a-Lago, sea una entrevista con el primer ministro de la India. Las fotos de este encuentro al más alto nivel parecen un chiquipark, con tres peques tirados en la alfombra. Narendra Modi, acostumbrado a la superpoblación, se manifestó después encantado de conocer a la familia del magnate: X y sus hermanos de padre de dos años, los gemelos Azure y Strider.

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