Es fácil de enviar y de ocultar, porque ocupa poco espacio y es menos evidente que otras sustancias al olfato de los perros policía. No exige instalaciones grandes ni máquinas complejas para procesarla y mezclarla. Y multiplica por cuatro, y hasta por 10, el beneficio del narco cuando se vende en la calle a entre 22 y 70 euros el gramo, 12 y 20 euros la pastilla.
Hay una razón más por la que la ketamina es panacea para los vendedores de drogas de diseño en España. “Hay la demanda –explica un agente de las unidades antinarco de la Policía Nacional en Málaga–. La gente la pide. Empiezan la noche con coca o ‘speed’ y alcohol, y añaden un postre alucinógeno: éxtasis, keta, ‘tusi’…”.
La ‘keta’ recibe nombres diversos en fiestas y esquinas. Disuelta se llamó “agua de Dios”; en cristales, “Special K”. Una de sus formas más populares es ese ‘tusi’ (derivado de leer en inglés las siglas 2C-B) con el que se denomina a la cocaína rosa, mezcla de ketamina con éxtasis o MDMA.
Las incautaciones de ketamina se multiplican en España por cuatro, según datos del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO). Y «a más cantidad de ‘keta’ en el mercado, más variedades de presentación y más peligro, porque cada cocinero tiene su fórmula», dice la fuente mencionada.
Botella de dos litros de ketamina líquida intervenida en un alijo a narcos en Burgos, el pasado 14 de febrero / CNP
En botes de chicle
«La ‘tusi’ “se ha vuelto popular, pero la gente que consume estos compuestos no saben qué llevan. Ni ellos ni nosotros podemos prever qué efectos les va a causar”, advertía el pasado 15 de enero Francisco González, inspector jefe en el área de Crimen Organizado de la Policía Nacional en Madrid. Su gente acababa de hacer un hallazgo entre camellos venezolanos: pastillas de MDMA y polvo de ‘tusi’ coloreado, troquelado y bien empaquetado en botes de chicle para venta por encargo a 12 euros la pastilla.
La última encuesta EDADES del Plan Nacional sobre Drogas sitúa a la ketamina primera en prevalencia de consumo de alucinógenos en España, que han llegado al dato máximo desde que en 1995 empezó a realizarse el muestreo: un 5,6% de la población de entre 15 y 64 años dice haber consumido al menos una vez alucinógenos.
Dice el informe que la ketamina y la cocaína rosa (‘tusi’) son “las sustancias que han obtenido mayor prevalencia de consumo en el marco temporal ‘alguna vez en la vida’: un 1,1% de hombres y un 0,5 de mujeres, y a una edad media de 21,3 años.
Incautaciones disparadas
La encuesta EDADES llevaba años apuntando una creciente, y anticipatoria, presencia de la ketamina en las incautaciones policiales. Y el fenómeno crece. El último informe de la Estadística Anual sobre Drogas (2024 sobre datos de 2023) del CITCO señala que los 196.787 gramos de ketamina incautados en España en 2023 suponen un 428,43% de incremento medio sobre aprehensiones realizadas en 2022.
La cifra –sin sumar la ketamina presente en incautaciones de 13.436 gramos de cocaína rosa– sitúa a la ketamina como tercera droga en incremento en los registros policiales, por detrás del LSD (522%) y un anecdótico pero gran salto del aceite de hachís (3.330,74% de incremento sobre 2022).
En Andalucía, las incautaciones de ketamina han crecido un 1.860%, y en Barcelona, ciudad en la que se concentran el 97,17% de todas las incautaciones de Catalunya, el último salto anual registrado ha sido del 534,5%.
En Europa, las incautaciones crecen rápidamente: no pasaban de 2.000 al año en 2020, y ya habían sumado 3.500 en 2022.
Impura y barata
La Agencia sobre Drogas de la Unión Europea (EUDA) sostiene que el origen principal de la droga es China e India, y que entra por Países Bajos, Italia y España a través de falsas empresas farmacéuticas.
Una vez en manos del cocinero de una banda de narcos, este solo tiene que calentar despacio la ketamina líquida, a veces en un microondas doméstico, hasta que se convierte en un polvo que se tamiza más para afinar y mezclar con hasta un cuarto de cafeína y levamisol, y aromatizantes y colorantes para hacerla atractiva.

Una muestra de los botes de chicles en los que los narcos metían las pastillas de éxtasis para su exportación / El Periódico
A veces el cocinero incluye ibuprofeno y paracetamol en su mezcla para abaratar la producción. Energy Control, principal observatorio privado de las drogas en España, sitúa en un 75% la pureza media en los análisis europeos realizados. La entidad considera que la ketamina tiene presencia estable en el mercado español, con una prevalencia del 0,9% de la población.
Dormir caballos
En España entra preferentemente en líquido, por envíos ‘go-fast’ en coche desde Francia y Países Bajos, pero también por el puerto de Barcelona y, en gran medida, traída por una legión de turistas, según tienen comprobado las fuerzas de seguridad.
En los años 60, 70 y 80 del pasado siglo era un sedante de uso veterinario. Pero ese “fármaco para dormir caballos” que citaban los primeros informes sobre drogadicción pasó al uso humano ilegal a partir de los 90. Primero, en fiestas para los más atrevidos. Luego menudeando en golpes policiales. En una tercera fase ha hecho aparición en las urgencias hospitalarias.
Hasta ahora, el tráfico de ketamina ha recibido pocos golpes tan estratégicos como Butterfly, la operación de la Policía Nacional que, en junio de 2023, desmontó la red de fabricación y distribución para el norte de España. Supuestamente la dirigía desde un ático en Mollet del Vallès Eric Márquez, un treintañero apodado ‘el jefe’.
Su negocio surtía a fiestas desde Asturias hasta Eivissa, incluyendo Madrid y Barcelona. Se basaba en la cocina que en Alcalá de Henares había montado un estudiante de Farmacia, ‘el Químico’, al que se le intervinieron 25 kilos de ketamina. Numerosas fiestas y fiesteros se quedaron sin suministro, hasta que rellenó el hueco un rival holandés con producto que salía un 30% más caro.
Elon Musk
El precio, no obstante, sigue siendo aliciente. El éxtasis, el Special K o el ‘speed’ (anfetamina) son más baratos que la cocaína, y el consumidor les atribuye un perfil menos dañino que la heroína. EUDA situaba su precio en 2022 en España en 21,80 euros el gramo de polvo
Influyen más en su popularización los comentarios en redes sociales sobre el uso que hace de la ketamina Elon Musk, el tecnopretoriano de Donald Trump, supuestamente para tratar momentos de depresión, que la luctuosa noticia de que apareciera una dosis letal de ketamina en la autopsia practicada al actor de ‘Friends’ Mathew Perry, que murió en octubre de 2023 en Los Ángeles.

A la izquierda, un psiquiatra portugués alaba la ketamina en Tiktok. A la derecha, un videclip dedicado a esa droga en la misma red social. / El Periódico
Esta sustancia es popular también en TikTok, donde creadores de contenido le dedican temas musicales, psiquiatras de segunda hablan de sus bondades terapéuticas o, en fin, aficionados relatan la llegada en pulverizador nasal como Spravato.
Síntomas parecidos a la esquizofrenia
Un estudio dirigido por el experto barcelonés Jordi Royo Isach, publicado en ‘Revista de Atención Primaria’, asegura que “en voluntarios sanos, la ketamina induce síntomas similares a los de la esquizofrenia, con alteraciones de la percepción, reducción del rendimiento cognitivo, estados disociativos, dificultad para recordar palabras y disminución de la memoria inmediata”.
En 2018 se aceleró el repunte en incautaciones de ketamina en las ciudades, evidencia de que esta droga se había popularizado. Dos años después salió un indicador más preciso sobre ketamina en el narcomercado español: un estudio de la ‘Revista Científica de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias’. Lo realizaron, entre otros, profesionales de cuidados intensivos y análisis clínicos de los hospitales Son Llàtzer y Son Espases de Mallorca y Can Mises de Ibiza.
No son localizaciones casuales: Baleares es un lugar emblemático para cualquier prueba sobre drogas. Sobre 122 jóvenes de una media de 26 años llegados a urgencias por sobredosis, el 40% confesó haber tomado ketamina. En el resto de casos, su rastro se vio después. Muchos dijeron no saber que la habían tomado. Casi la mitad, el 43,4%, presentaba taquicardia; el 28,7% hipertensión y el 25,4 había perdido la conciencia. Otro 25,4% llegó presa de agitación y agresividad incontrolables, y un 21,3% no conseguía mantener la temperatura de su cuerpo.
En ese grupo, el 98,4% había mezclado durante la noche ketamina, cocaína y éxtasis. Es un cóctel habitual, el del policonsumo que multiplica el riesgo. Sobre todo en la ketamina mezclada con alcohol, una combinación tan frecuente como la de ‘keta’ y coca. La fábrica de eufemismos de la narcoindustria también le ha puesto un nombre atractivo: con las siglas de las dos drogas, C y K, lo llaman “hacerse un Calvin Klein”.
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