Poco antes de las nueve de la noche, el Movistar Arena era un hervidero. Miles de voces calentaban motores para lo que no era un simple concierto, sino una ceremonia de reafirmación. Porque esta noche, Quevedo regresaba a su ciudad natal, la misma que lo vio crecer antes de que Gran Canaria lo hiciera suyo. Madrid, que tantas veces ha visto brillar a figuras del pop urbano, le ofrecía ahora su templo más sagrado. Y él, con su segundo y más reciente álbum Buenas Noches convertido en banda sonora de madrugadas y excesos, vino a demostrar que su regreso no sucedía porque sí.

Fuente