‘Instruments of a beating heart’, filme de 23 minutos nominado al Oscar en la categoría de corto documental, muestra en este breve espacio de metraje algunos aspectos de la disciplina escolar en Japón y, concretamente, la forma de enseñar música clásica a los pequeños. La película realizada por Ema Ryan Yanazaki captura diversos momentos en una escuela pública de primaria en Tokio. Los alumnos de primer curso están ensayando la interpretación del ‘Himno a la alegría’. La conocida pieza de Ludwig Van Beethoven, perteneciente a su novena sinfonía, ha sido la escogida para el concierto que se celebrará durante la ceremonia de ingreso de los nuevos alumnos del centro.
El relato se centra en Ayame, una niña que quiere tocar al gran tambor pero acabará, con esfuerzo, sudor y muchas lágrimas, tocando el címbalo. Algunas y algunos están tristes porque no pueden tocar su instrumento preferido. Otras se adaptan rápido y encajan bien en la interpretación coral. Otros apenas lo consiguen. El profesor se muestra a veces inflexible, mientras que una profesora adopta una postura más comprensiva y anima a la pequeña Ayame cuando esta se siente triste y frustrada porque no consigue entrar en el momento justo que requiera la pieza con sus golpes de platillo. La niña es un prodigio de expresividad cuando llora, cuando sigue con la cabeza el compás de la música o al estallar de felicidad cuando le dicen que confían en ella.
Una niña se acerca a la protagonista y le susurra que estamos bajo mucha presión. Lo dice como si realmente fuera una adulta, pero otra pregunta enseguida qué quiere decir la palabra presión. Niñas tan pequeñas no deberían tenerla. La música debe ser un placer, pero también forma parte del aprendizaje diario y en la escuela japonesa es una parte importante de la educación global. Con mucho esfuerzo, comprimido en la veintena de minutos que dura el cortometraje, Ayame consigue su propósito y el colegio refuerza su forma de encarar el aprendizaje de los más pequeños.
‘Instrument of a beating heart’ forma parte de ‘Op-doc’, una serie de cortos dirigidos por cineastas independientes de todas las partes del mundo que produce ‘The New York Times’ desde hace seis años.