Las aguas están revueltas. PP y Vox están condenados a entenderse si la derecha aspira de verdad a llegar a la Moncloa y derrotar a Pedro Sánchez. La ola internacional de ultraderecha que avanza en medio mundo y que ahora encabeza Donald Trump desde EEUU ha impulsado al partido de Santiago Abascal, que quiere arrinconar a los populares hasta que asuman parte de su agenda política y contribuyan a blanquear, al menos, algunos de sus postulados. Alberto Núñez Feijóo dio un golpe en la mesa hace unos días al llamarles “oposición de tumbona”, pero mantiene una estrategia de no agresión a Vox por el momento, mientras la distancia entre ambos aumenta en distintos frentes.
La interlocución existe y, aunque no sea fluida, se produce de vez en cuando con cordialidad. La relación entre Feijóo y Abascal es de respeto. No hay tiranteces personales. Pero la gran grieta que los separa tiene mucho que ver con la lectura del momento político. La sensación de que ven el mundo distinto y de la duda sobre si se encontrarán en algún punto intermedio.
El líder del PP sigue pensando en una mayoría holgada con un centro-derecha fuerte mientras que Abascal está convencido de que la sociología electoral ha cambiado mucho en los últimos años y los 11 millones de votos que pudieron cosechar José María Aznar o Mariano Rajoy no son los mismos que ahora puedan sumar por separado populares y ultras. El “diagnóstico” del momento actual y “los esquemas antiguos” para un mundo nuevo anticipan que un entendimiento futuro -quizás en el Gobierno- puede ser muy complicado.
“Que no maree Vox con peticiones que no ayudan en nada a los españoles. La clave es qué va a hacer con los Presupuestos de la Comunitat Valenciana. ¿Va a pensar en su interés político nacional o en los intereses de los valencianos y en la DANA? Si no los respalda en Valencia, no los va a respaldar en ningún sitio”. Quien se expresa así es uno de los seis presidentes autonómicos pendientes de que el partido de Abascal les apoyen las Cuentas de 2025. Este barón rechaza la amenaza lanzada por el dirigente vasco de que no respaldará ningún presupuesto si el PP “no rompe los pactos con el PSOE en Bruselas”, en concreto en materia de inmigración y políticas verdes, para hacer de la Unión Europea un territorio más sostenible.
“Vox nació contra el PP y vive contra el PP, no contra Sánchez”, dicen en la Puerta del Sol
Varios de los dirigentes del PP afectados por esta medida de presión estiman que, si la conclusión a la que llega Vox es que deben ayudar a sacar los Presupuestos tras la DANA, entonces será más fácil que respalden los de Murcia y Aragón. En Castilla y León los dan por perdidos porque hay elecciones en el horizonte (en marzo de 2026 a más tardar) y en Baleares y Extremadura, en estos momentos y en ambos partidos, consideran complicado acercar posiciones.
Las políticas englobadas en el Pacto Verde europeo -que promueven la necesidad de luchar contra la crisis climática- afectan sobre todo a los sectores del transporte, la industria y la agricultura. Aunque se trata de uno de los grandes acuerdos entre las familias de PP y PSOE en Bruselas, Feijóo ha defendido en muchos momentos la necesidad de dar un frenazo en su aplicación. Ya en las elecciones europeas, el PP español se distanció de sus socios al ver que Vox intentaba capitalizar el malestar del campo.
El discurso del partido de extrema derecha cuestiona la mayoría de estas políticas, negando los efectos del cambio climático y culpando a la UE de “burocracia y trabas” que asfixia al sector primario y favorece la “competencia desleal” de terceros países. En la formación de Feijóo es difícil bregar con este tema por su doble discurso. En Bruselas está con el PP europeo. Pero, este jueves, el líder del PP volvía a repetir desde Lleida: “Los agricultores tienen razón. Seguiremos defendiéndoles de un Gobierno [Pedro Sanchez] que les criminaliza”.
Las autonomías gobernadas por el PP intentan resistir la embestida de Vox. En Aragón, su presidente, Jorge Azcón, pedía “coherencia” a Abascal, recordándole que un miembro de Patriots, la familia europea de los ultras, forma parte del Gobierno que dirige Ursula von der Leyen. “Están en esos sillones tomando decisiones. Romper los acuerdos de las comunidades autónomas si no salen de las comisarías europeas no tendría mucho sentido”, dijo Azcón.
El PP ha ido endureciendo su posición al compás de una Unión Europea cada vez más derechizada. Para Vox es un asunto nuclear y con el que pueden ‘apretar’ a su rival sin tener costes electorales. La acogida de menores migrantes no acompañados en las comunidades fue lo que provocó su salida de los gobiernos en julio. Y, según las encuestas y los estudios internos del partido ultra, aquel movimiento les benefició.
Vox exige al PP no aceptar el traslado de nuevos menores a sus territorios y hacer “lo que esté en su mano” -por ejemplo, limitar las ayudas económicas a los migrantes en las autonomías– para apoyar los Presupuestos. Feijóo, que ya relacionó la “inmigración ilegal” con la “delincuencia” y la “okupación”, insiste en avanzar hacia un control de las fronteras férreo, pero sigue lejos de los postulados de Vox y sus socios internacionales, que denuncian la “islamización” de Europa y son partidarios de romper el acuerdo alcanzado en Bruselas.
Abascal, consciente del poder de Isabel Díaz Ayuso en los círculos mediáticos de la capital y la popularidad que tiene entre sus propios votantes, lleva muchos meses molesto con las críticas que algunos prebostes de las ondas lanzan contra él. También le ha inquietado que en algunas entrevistas Miguel Ángel Rodríguez, jefe de gabinete de la dirigente, recordara que Ayuso consiguió detener el crecimiento de Vox en 2023 (cayeron de 13 a 11 diputados), augurara su próxima “desaparición” en Madrid y adelantara que eso mismo pasará en toda España.
Entre las críticas mediáticas y las de Rodríguez, Abascal ha decidido empezar a responder y, el lunes, el portavoz nacional, José Antonio Fúster, dijo que, si les atacan así desde la Puerta del Sol, es porque ellos no son “manejables”.
A los asesores de Ayuso no les preocupa que Vox pase de buscar una relación fluida al ataque. “Hay que destacar que lo ha hecho la dirección nacional [Fúster], no la portavoz de la Asamblea [Isabel Pérez Moñino], lo que implica un desdoro a la nueva portavoz que, de momento, va flojita”, responden desde Sol. “Vox nació contra el PP y vive contra el PP, no contra Sánchez”, dicen. Un hecho que parece que Feijóo ha empezado a tener más presente.