Donald Trump da tantos titulares que es imposible hacer periodismo. Desde prometer muros fronterizos hasta proclamar victorias inexistentes en acuerdos internacionales, Trump gobierna a golpe de titular, inundando los medios con anuncios de urgencia que, a menudo, se desinflan al instante. ¿Es una táctica, simple palabrería o algo más siniestro? Esta «estrategia del caos» está transformando la democracia estadounidense y dejando a los medios tradicionales exhaustos en su intento por seguirle el ritmo.
La estrategia mediática de Trump desborda a los medios de comunicación hasta el punto de que la verificación de hechos y el periodismo de investigación quedan relegados a la mera transcripción de sus últimas declaraciones escandalosas. El director de la Escuela de Medios y Asuntos Públicos de la Universidad George Washington, Peter Loge, que se confiesa fanático del Athletic Club, lo explica a EL ESPAÑOL con una metáfora futbolera: «Los periodistas tienen que ser como defensas de fútbol, estar muy atentos, vigilando el balón en lugar de los dribles. Si un defensa se confía ante un movimiento rápido de Nico Williams, se verá superado, pero si el defensa no sigue la jugada, Nico pasará el balón a otro para marcar el gol. El reto para un defensor es saber qué jugada es la real y cuál es la falsa».
Nada de esto es bueno para el discurso público y el debate, prosigue Loge. La democracia no es un partido de fútbol que los votantes observan desde las gradas, es una comunidad en la que todos deben participar. El presidente debe explicar su posición, la prensa debe informar sobre esa posición y contextualizarla, y los ciudadanos deben decidir. De momento, Trump está debilitando la democracia, millones de personas que dependen del apoyo de EEUU ya están sufriendo la falta de alimentos y medicinas, y los aliados de Washington serán menos propensos a apoyar sus objetivos y se inclinarán por comerciar con China.
«Mucho de lo que dice Trump es una hipérbole. Cuando dice cosas escandalosas que no suceden, es una broma o una táctica de negociación. Cuando el plan funciona, afirma ser un genio». Eso es lo que ha sucedido con las anunciadas tarifas contra México y Canadá, cuyas supuestas concesiones habían sido aprobadas mucho antes de las amenazas de Trump. Esta táctica mantiene a la prensa y al público en un estado constante de incertidumbre, dedicando más tiempo a descifrar las intenciones del presidente que a analizar las consecuencias reales de sus políticas.
«Los medios están en una situación complicada. Los periodistas tienen que decidir qué vale la pena cubrir y qué vale la pena ignorar. Si cubren demasiadas tonterías, podrían perderse la historia real y los lectores ignorarán las noticias. Si no cubren algo que termina siendo importante, no han hecho su trabajo y eso perjudica a sus lectores», y la democracia corre el peligro de convertirse en un espectáculo vacío. La estrategia de Trump crea «mucho ruido» que dificulta la resolución de los problemas reales.
Para comprender la psicología del personaje no hay que olvidar que «Trump busca mantenerse en los titulares y obtener crédito por su victoria». Pero su carrera en los negocios, en televisión y en política se centran más en el espectáculo que en la sustancia. Prestó su nombre a proyectos en lugar de construirlos, como casinos que cerraron, empresas cárnicas que acabaron en bancarrota y programas de televisión cancelados. «Es como un delantero hábil que marca goles llamativos, no un mediocampista trabajador que guía al equipo en silencio», explica Loge siguiendo con el símil futbolístico.
Periódicos diarios con portadas dedicadas a la reciente llamada telefónica del presidente ruso Vladimir Putin y el presidente estadounidense Donald Trump se exhiben en un quiosco en una calle de Moscú, Rusia, el 13 de febrero de 2025.
Cabe recordar además que Trump fue declarado culpable en 2024 de 34 cargos por falsificación de registros comerciales, y liberado sin sanciones; investigado por intentar revertir las elecciones de 2020 y retener documentos falsificados, casos que han sido desestimados tras su reelección. Fue condenado a indemnizar a E. Jean Carroll por abuso sexual y difamación, aunque apeló. Fue sometido a dos juicios políticos: en 2019 por abuso de poder (Ucrania) y en 2021 por incitación a la insurrección (Capitolio), siendo absuelto en ambos.
La «estrategia del caos»
La presidencia de Trump se caracteriza por una estrategia de inundación destinada a saturar los medios con controversias constantes. Según el analista político David A. Graham, la aparente desorganización de la nueva administración Trump forma parte de un esfuerzo deliberado para reestructurar el gobierno desde dentro, no son meras improvisaciones, sino movimientos cuidadosamente planificados para acumular poder en el ejecutivo. También en The Atlantic, el politólogo experto en la Casa Blanca Jonathan Lemire indica que la avalancha de órdenes ejecutivas y noticias durante los primeros días del regreso de Trump está diseñada para desorientar a la oposición demócrata. Lemire sugiere que esta táctica busca abrumary desorganizar a los adversarios políticos, lo que dificulta una oposición cohesionada.
Esta estrategia trumpiana busca el impacto en un mundo de atención limitada y consumo intensivo de internet con objetivos determinados e interrelacionados. Domina el ciclo de noticias con un flujo incesante de titulares escandalosos o provocativos, asegurando ser el centro de atención y relegando a segundo plano otros problemas importantes. Distrae de escándalos específicos y crea una cortina de humo sobre sus investigaciones por delitos. Y erosiona la confianza en el periodismo al atacar de forma sistemática a la prensa tradicional y promover teorías conspirativas con el objetivo de que la población civil desconfíe de los medios.
Un ejemplo claro de esta estrategia es la promoción constante del Project 2025, un plan impulsado por la ultraconservadora Heritage Foundation que busca transformar radicalmente el gobierno federal. Si bien este proyecto tiene implicaciones profundas para el futuro de Estados Unidos, a menudo queda eclipsado por la avalancha de controversias diarias generadas por Trump. Este proyecto busca, entre otras cosas, asegurar la frontera, reformar la política migratoria, acabar con las políticas de inclusión y diversidad (DEI o woke) y reformar la función pública federal.
Golpe de estado digital a la democracia
La estrategia de Trump no se limita al ámbito mediático tradicional. Como advierte el catedrático de la Universidad de Yale Timothy Snyder, la democracia estadounidense enfrenta una amenaza aún más sutil y peligrosa: el control de la infraestructura digital por parte de actores no electos, como Elon Musk y su DOGE, Departamento de Eficiencia Gubernamental.
Snyder, en un análisis contundente, argumenta que estamos presenciando un golpe de estado digital en marcha: «Si no reconocemos lo que está sucediendo, (Trump) podría tener éxito. En la tercera década del siglo XXI, el poder es más digital que físico. Los edificios y los seres humanos están ahí para proteger el funcionamiento de los ordenadores y, por tanto, el funcionamiento del gobierno en su conjunto, en nuestro caso un gobierno (en principio) democrático que está organizado y limitado por una noción de derechos individuales».
Para Snyder, el control de los sistemas informáticos del gobierno equivale a controlar el propio gobierno. El historiador advierte que la capacidad de manipular datos y detener pagos por parte del Departamento del Tesoro permitiría a actores como Elon Musk anular la voluntad popular y hacer que el Congreso y las elecciones sean «insignificantes». Se trata de «un golpe de estado está en marcha, contra los estadounidenses como poseedores de derechos humanos y dignidades, y contra los estadounidenses como ciudadanos de una república democrática», sentencia.
Consecuencias del espectáculo trumpista
Loge advierte que el enfoque de Trump, centrado en el espectáculo más que en la sustancia, tiene consecuencias reales y negativas para la democracia estadounidense y su papel en el mundo. En primer lugar, Trump está debilitando la democracia: al socavar las normas del sistema, cuestionar los resultados electorales y fomentar la polarización consigue erosionar la confianza en las instituciones y dificultar la búsqueda de soluciones a los problemas del país.
En segundo lugar, la política de «America First» puede derivar en un aislamiento internacional, mediante el proteccionismo comercial y el escepticismo hacia las alianzas multilaterales (como las sanciones contra la Corte Penal Internacional).
La aplicación de aranceles generalizados puede desencadenar una guerra comercial a nivel global. Y en tercer lugar, promueve la desinformación y la polarización con teorías conspirativas, ataques a los medios y mediante la difusión de información falsa y engañosa. Ya lo dijo en 2017 el entonces asesor de Trump, Steve Bannon, «los demócratas no importan, la verdadera oposición son los medios, y la forma de tratar con ellos es inundar la zona con mierda», es decir, abrumar a los ciudadanos con información, real o no, para que se dé por vencida en la búsqueda de la verdad.
Trump es un maestro posmoderno de la «simulación», en palabras del filósofo francés Baudrillard, crea una realidad donde lo real y lo imaginario se desdibuja. Los medios deben resistir la tentación de dejarse llevar por el espectáculo y centrarse en investigar, analizar y contextualizar las políticas de Trump, por más caóticas que parezcan, sin descuidar la amenaza digital que se cierne sobre la democracia. Solo así podrán cumplir su función esencial de informar al público y defender la democracia. Estén atentos al balón y no al regateo. El poder, recuerda Loge, reside en las urnas, no en los servidores.