Seis meses. Este es el tiempo que pasó entre que ERC anunció el 15 de mayo pasado que convocaba un congreso para atajar su crisis interna, hasta que el partido reeligió el 14 de diciembre a Oriol Junqueras como jefe de la formación. Además, a esto hay que añadir que el congreso no culminará del todo hasta el 15 de marzo, cuando los militantes voten la nueva estrategia política del partido. En total casi un año de proceso de renovación interna, una demora que, lejos de poner las bases para salir de la crisis, ha facilitado que se amplificara la guerra entre facciones y también la sensación de interinidad en la organización. Ahora, según ha podido saber El Periódico, la nueva dirección ha emprendido una reforma interna para evitar que esto se vuelva a repetir.
La nueva ejecutiva republicana quiere vehicular el cambio a través de una reforma de los estatutos del partido que se someterá a votación de los militantes, precisamente, en el cónclave de marzo. Es un cambio sutil, pero que puede resultar transcendente. En los estatutos actuales se establece que, en caso de dimisión del presidente del partido -como ocurrió con Junqueras en el mes de mayo pasado-, la secretaria general debe «impulsar» en el plazo de «tres meses» un congreso para elegir a los nuevos líderes. Como el verbo elegido es un genérico ‘impulsar’ y no un preciso ‘convocar’, eso da una discrecionalidad muy grande al partido para, en el fondo, situar el congreso cuando más le plazca. Esto es lo que ha ocurrido esta vez: el congreso se anunció en mayo, pero ERC no tuvo un líder hasta las puertas de Navidad y no tendrá una estrategia nueva hasta primavera del año siguiente. «Eso no puede volver a ocurrir. La organización se ha resentido», señala una voz autorizada del partido.
En la propuesta de nuevos estatutos, pues, se cambia el verbo ‘impulsar’ por el ‘convocar’ y se reducen el periodo de «tres meses» por los «dos meses». Si este cambio hubiera estado vigente esta última vez, la elección del nuevo líder no hubiera podido demorarse más allá del 30 de septiembre y el congreso final con los militantes se hubiera hecho antes de acabar el año. Todo mucho rápido y, según alegan desde la dirección, menos costoso en términos de impacto en la cohesión interna. Los militantes, si lo desean, aún estan a tiempo de presentar enmiendas a la propuesta.
Abrazo entre Marta Rovira y Oriol Junqueras en una imagen de archivo. / AP
Esta reforma deriva de una de las polémicas que enfrentó el bando de Marta Rovira con el bando de Junqueras durante la última campaña electoral interna para elegir a un nuevo líder del partido. Los ‘junqueristas’ acusaron a los ‘roviristas’ de haber incumplido el reglamento cuando eligieron la fecha del congreso. Interpretaban que era una estrategia de los ‘roviristas’ para ganar tiempo para armar una candidatura que pudiera hacerle sombra a la candidatura de Junqueras. Desde el entorno de Rovira siempre lo negaron y acusaron a Junqueras de oportunismo. Alegaron que el congreso se situó tan lejos por un ejercicio de responsabilidad, ya que durante el verano Rovira asumió el peso de la negociación con el PSC sobre si investían a Salvador Illa como president.
Un sistema diferente
El problema de fondo de ERC es que tiene un sistema más alambicado para celebrar congresos de lo que es común. La mayoría de partidos anuncian en qué fecha celebrarán su cónclave y ese día, de forma simultánea, escogen a una nueva dirección y votan la nueva hoja de ruta del partido. Todo a la vez. En cambio, en Esquerra, el sistema es diferente y más complejo. Un congreso se celebra en dos partes: primero una jornada electoral para elegir al líder y a la nueva dirección y, al cabo de unas semanas, se celebra el cónclave para escoger la nueva hoja de ruta. Esto alarga el proceso y, cuando hay tensión el partido, amplifica la disputa.
Por poner un ejemplo comparativo: el último proceso de renovación de Junts se saldó en poco más de dos meses. Su secretario general, Jordi Turull, anunció el cónclave el 12 de agosto y se celebró el 30 de octubre. Para hacer lo mismo, ERC habrá invertido 10 meses y mucho más ruido. La propuesta de nuevos estatutos del partido, pese a intentar reducir los tiempos, mantienen que la formación seguirá haciendo sus congresos en dos partes. La nueva dirección no ha querido tocar un aspecto tan nuclear en el funcionamiento del partido.
En el último número de la revista ‘Política & prosa’ se relata una anécdota que resume la controversia histórica que ha tenido ERC a la hora de celebrar sus congresos. En 2004, la dirección de entonces intentó acabar con el asamblearismo del partido: el objetivo era que en los congresos participaran «delegados» de cada agrupación regional y no todos los militantes como se había hecho siempre (y se sigue haciendo). La dirección alegó que ese era el funcionamiento de «un partido normal», a lo que un militante respondió que «si quisiera militar en un partido normal lo haría en otro».
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