Hagan la prueba: pregunten a sus hijos, sus sobrinos o sus nietos, a ellos y a ellas, si han oído hablar de Henry Ford, Rudolf Diesel y Emerson Fittipaldi. Seguro que muchos relacionarán el apellido Ford con la producción de coches en cadena, algunos serán capaces de deducir que Diesel fue el inventor del motor que lleva su nombre y la mayoría habrá escuchado la expresión “conduce como un fitipaldi” en referencia a la temeridad del famoso piloto brasileño. Ahora hagan la misma pregunta con otros tres nombres: Mary Anderson, Dorothy Lewitt y June McCarroll. Casi ninguno –por no decir ninguno– habrá oído mencionar estos nombres, pese a que sus contribuciones al mundo del motor –el limpiaparabrisas, el retrovisor y las líneas divisorias de los carriles, respectivamente– son iguales o más importantes que las de sus colegas hombres.
Para reivindicar las aportaciones de estas mujeres y de otras tantas a la evolución del automovilismo, Silvia Diez (Zaragoza, 1978) y Elisabet Agea (Barcelona, 1978) acaban de publicar – coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que se conmemora cada 11 de febrero- Historias inspiradoras de las pioneras de los coches, un libro ilustrado destinado “a niños y niñas, pero también a padres y profesores”, con el que la editorial Alba inicia la colección Chicas STEAM (acrónimo de Science, Technology, Engineering, Arts and Mathematics). Pero no solo eso: las autoras, ambas ingenieras, también quieren mostrar, principalmente a las niñas, que “existe un amplio abanico de profesiones para las que son tan válidas como los niños, pero para que las tengan en cuenta deben conocerlas”.
Ellas lo saben bien, sobre todo Diez. “Yo, que crecí con el Quimicefa, iba para química hasta que una profesora me dijo: ‘Se te da muy bien la física, ¿por qué no pruebas con alguna ingeniería?’. Esa fue la primera vez que oí hablar de las ingenierías, así que investigué un poco y vi que durante la carrera podía tocar todos palos que me gustaban: matemáticas, física, mecánica… ‘¡Qué chulo!’, pensé y me metí en Ingeniería Industrial. Siempre se lo agradeceré a aquella profesora, porque en mi familia no había ninguna tradición y sin su consejo nunca habría llegado donde estoy ahora”. Y ahora está en Seat & Cupra, su casa tras empezar la carrera en la Universidad de Zaragoza, acabar en Múnich, vivir varios años en Alemania -donde trabajó en empresas tan reconocidas como BMW, Volkswagen y Audi- y complementar su formación con una especialización en Márketing y Dirección de Empresas.
De padres economistas y con tíos ingenieros, el camino de Agea estuvo más claro desde el principio. “Mi elección no fue ninguna sorpresa y tuve mucho apoyo familiar”, subraya, así que estudió Ingeniería Industrial en la Universidad Politécnica de Catalunya, en Barcelona, y después un máster en Finanzas en Esade. Actualmente también trabaja en Seat & Cupra, donde conoció a su compañera de fatigas hace ya casi una década. “El destino nos unió y desde entonces hemos hecho varios proyectos juntas, como master class en la universidad y visitas a colegios para explicar en qué consiste nuestra profesión”, añade.
Elisabet Agea y Silvia Diez, ingenieras que abren mentes. / Elisenda Pons
Precisamente de esas visitas escolares surgió la idea del libro, que la editorial Alba recibió con los brazos abiertos. “Los niños y niñas que quieren ser médicos, abogados o periodistas, por ejemplo, suelen tienen referencias en su propio entorno o, si no es así, las encuentran en televisión, pero de momento no hay ninguna serie sobre ingenieros”, bromea Agea. Así que un par de veces al año, se presentan ante estudiantes de cuarto, quinto y sexto de Primaria y les explican también la historia de Bertha Ringer, la primera mujer en recorrer más de 100 kilómetros en automóvil e inventora de las pastillas de freno, aunque quizá es más conocida por ser la esposa de Carl Benz, artífice de primer vehículo motorizado con motor de gasolina; la de Margaret A. Wilcox, una prolífica inventora que patentó el primer sistema de calefacción para automóviles, y Florence Lawrence, estrella de cine y también apasionada de los coches que ideó los intermitentes y las luces de freno.
“Las niñas y los niños crecen sin hacer distinciones entre unas y otros, compartiendo intereses. Pero hay un momento, que nosotras solemos situar cuando pasan a la ESO, en el que empiezan a distanciarse y lo que antes hacían juntos con normalidad, como determinados juegos o ciertos deportes, ya no lo hacen”, detalla Diez. Aparecen los prejuicios y muchas chicas no se plantean hacer carreras científicas o tecnológicas. De ahí la importancia de “abrirles los ojos antes de que su mente haga clic”, incide. “El mundo avanza con el trabajo de mujeres y hombres. Nosotras, las mujeres, somos capaces de ver necesidades de las que a lo mejor ellos no son conscientes y de buscar soluciones. Y viceversa. Ambas aportaciones son importantes, por lo que es necesario ampliar ese 10% o 12% de chicas que optan por carreras STEA [sin ‘arts’]”, argumenta Agea. “Si con este libro conseguimos que solo una niña se convierta en ingeniera y que dentro de unos años el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia sea más una celebración que una reivindicación, nos daremos por satisfechas”, coinciden.

Ficha:
‘Historias inspiradoras de las pioneras de los coches’
‘Històries inspiradores de les pioneres dels cotxes’
Silvia Diez y Elisabet Agea
Alba. 56 páginas. 17,90 euros