Treinteañeras que sienten «hartazgo» con solo oír la palabra ‘cita’. Chicas que un día asisten, atónitas, a cómo el hombre con el que durante un año han salido, viajado, mantenido relaciones sexuales y hablado a diario se esfuma sin apenas dar explicaciones con la excusa de que nunca pusieron la «etiqueta de pareja» a su relación. Hombres jóvenes desorientados, desconcertados, a menudo también rebotados, que no entienden por qué cuesta tanto entenderse en la generación de la igualdad. Y mujeres que asumen que precisamente ese requisito, el de la igualdad, las «aparta» de aquella idea con la que crecieron de tener «pareja e hijos». El mantra más repetido entre treinteañeros solteros es aquello de que «el mercado está muy mal». Ciertamente, la realidad social se ha convertido en una especie de El Grinch de San Valentín.

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