La contaminación por plásticos es una de las principales amenazas ambientales planetarias, y los océanos están particularmente afectados por este problema, ya que acaban en ellos entre 4,8 y 12,7 millones de toneladas cada año. La búsqueda de soluciones sostenibles a este problema preocupa y ocupa a los científicos desde hace años. Ahora, una investigación ha descubierto que unos pequeños seres vivos tienen la sorprendente capacidad de comer plásticos, lo que abre la puerta a una solución biotecnológica para reducir la acumulación de estos residuos en los ecosistemas acuáticos.
El estudio, publicado en la revista ‘Mycologia’, se centró en analizar la capacidad de degradación del poliuretano (PU), un plástico ampliamente utilizado en productos industriales y médicos.
Los investigadores aislaron 68 cepas de hongos provenientes de arenas, algas marinas, corales y esponjas de las zonas costeras de Hawái. A partir de estos aislamientos, realizaron pruebas para evaluar la capacidad de los hongos de descomponer poliuretano en medios de cultivo.
Los resultados fueron alentadores: 42 de las cepas demostraron ser capaces de degradar el material. Posteriormente, los nueve hongos con las tasas de degradación más altas fueron sometidos a un proceso de acondicionamiento, en el que se incrementó progresivamente la concentración de poliuretano en el medio de cultivo. De estos, tres lograron mejorar significativamente su velocidad de degradación tras la exposición continua a mayores concentraciones del plástico.
Una variedad de hongos marinos coloridos cultivados en placas de Petri en el laboratorio de Anthony Amend. / Syrena Whitner / Universidad de Hawái
«El plástico presente en el medio ambiente hoy en día tiene una vida útil extremadamente larga y es casi imposible degradarlo utilizando las tecnologías existentes», explicó Ronja Steinbach, quien lideró la investigación.
El ‘superpoder’ de los hongos
El impacto de los desechos plásticos en los ecosistemas marinos es devastador, concluye el estudio. Estos materiales pueden romperse en microplásticos al exponerse a la luz solar, el calor y la acción mecánica, lo que los hace aún más peligrosos.
Una vez en el medio marino, los microplásticos pueden absorber sustancias tóxicas, ser ingeridos por la fauna marina y causar serios problemas de salud en los organismos que los consumen, incluidos los humanos.
La investigación sobre la capacidad de los hongos para degradar plásticos no es nueva. Anteriormente, se había demostrado que varias especies terrestres también pueden descomponer ciertos tipos de plástico. Sin embargo, la atención hacia los hongos marinos ha sido hasta ahora limitada.
«Nuestra investigación destaca a los hongos marinos como un grupo prometedor y en gran medida sin explotar para investigar nuevas formas de reciclar y eliminar el plástico de la naturaleza», señala Steinbach. «Muy pocas personas estudian los hongos en el océano y estimamos que actualmente se describen menos del uno por ciento de los hongos marinos», añade.

Peces nadan alrededor de una bolsa de plástico en el Mar Rojo / EFE / Mike Nelson
Anthony Amend, supervisor del estudio, destaca la importancia del metabolismo fúngico para este tipo de investigaciones. «Los hongos poseen un ‘superpoder’ para comer cosas que otros organismos no pueden digerir, como madera o quitina. Por eso probamos los hongos de nuestra colección para determinar su capacidad para digerir plástico», afirmó.
«Nos sorprendimos al descubrir que más del 60% de los hongos que recogimos del océano tenían alguna capacidad para ingerir plástico y transformarlo en biomasa fúngica«, indica Steinbach.
Difíciles de descomponer
Uno de los aspectos más sorprendentes de la investigación fue la rapidez con la que los hongos pudieron adaptarse para degradar el plástico con mayor eficiencia. «Fue muy emocionante ver que en solo tres meses, un período de tiempo relativamente corto, algunos de los hongos pudieron aumentar sus tasas de alimentación hasta en un 15%«.
Dado que Hawái se encuentra en el giro subtropical del Pacífico Norte, una región donde convergen grandes cantidades de desechos plásticos, estos hallazgos adquieren una relevancia particular. La acumulación de residuos plásticos en la zona, incluyendo los provenientes de la Gran Mancha de Basura del Pacífico, una acumulación de residuos, principalmente plásticos, que ocupa entre 700.000 y 17.000.000 kilómetros cuadrados (España suma unos 505.000 kilómetros cuadrados), podría encontrar en los hongos una posible vía de mitigación.

Una playa en Bali llena de envases de plástico. / EFE
El equipo de investigación de la UH Mānoa planea continuar explorando las capacidades de estos hongos para degradar otros tipos de plásticos, como el polietileno y el tereftalato de polietileno (PET), que son aún más difíciles de descomponer. Además, los científicos buscan comprender los mecanismos celulares y moleculares que permiten a estos organismos llevar a cabo la degradación de compuestos plásticos.
«Esperamos colaborar con ingenieros, químicos y oceanógrafos que puedan aprovechar estos hallazgos para crear soluciones reales para limpiar nuestras playas y océanos», concluye Steinbach.