Feijóo va cuesta abajo y sin frenos. Según el último barómetro del CIS, los votantes del PP que lo prefieren espontáneamente como presidente del Gobierno representan el 39,5%, es decir, solo uno de cada tres; un porcentaje que está muy por debajo del que tenía Casado cuando lo echaron. ¡Ojo! Estamos hablando de apoyo dentro de los votantes del PP, de los que votan otras opciones políticas, mejor ni hablamos. Y si no lo quieren ni los suyos mismos, ¿cómo pretende aspirar a ser presidente del Gobierno?

Feijóo está cada día más solo, y más que lo va a estar. El único partido con el que se entiende es Vox, pero los errores, la inconsistencia y los permanentes bandazos del expresidente gallego le está dejando a Vox un amplio espacio para poder crecer electoralmente. De hecho, en las últimas encuestas, el porcentaje de voto que está perdiendo el PP, es el mismo que sube Vox.

Abascal se ha dado cuenta de la debilidad de Feijóo y ha decidido ir a por todas y en todos los ámbitos. Los presupuestos en varias comunidades del PP para 2025 no se van a aprobar ante la falta de entendimiento de ambos partidos y lo mismo está ocurriendo en algunos ayuntamientos. Esto ha desatado los nervios entre los líderes autonómicos y municipales del PP. ¡Cuántas veces se arrepentirá el expresidente gallego de haber aupado a la ultraderecha en las instituciones!

¿Hacia dónde va Feijóo? Ni el mismo lo sabe. Hoy dice una cosa y mañana vota lo contrario. Lo del voto del PP en contra de la subida de las pensiones; en contra del transporte gratuito; en contra de ayudas para las familias de Valencia afectada por la Dana o en contra de más recursos para las comunidades autónomas en educación y sanidad; le están suponiendo ya una bajada electoral considerable.

Aunque no sabemos qué le va a costar más votos a Feijóo. Si será su rechazo a subir las pensiones o su cambio de opinión de ciento ochenta grados en solo veinticuatro horas. Hay una cosa en política que es esencial, se llama coherencia, aunque Feijóo parece no conocer esta palabra.

En política no se puede ser “un veleta” como es Feijóo. No se puede votar un día que no y al día siguiente decir que votará que sí. Si el Real Decreto Ley del escudo social prácticamente se ha mantenido sin cambios ¿Por qué Feijóo ha cambiado radicalmente de opinión? ¿Alguien en el PP lo puede explicar? Dicen que es porque hicieron una encuesta y les salió que se equivocaban votando en contra de subir las pensiones.

¿Y para eso necesitan una encuesta? ¿No saben en el PP que votar en contra de subir las pensiones, representa un ataque a doce millones de pensionistas? Los de Feijóo están como pollo sin cabeza. Y lo peor es que no dan señales de que esto vaya a cambiar.

De hecho, tras el voto en contra del PP a subir las pensiones, Feijóo montó una reunión en Génova, de los dirigentes del PP. Dijo que era para dar un golpe de autoridad. ¿Un golpe de autoridad de qué? ¿De que lo estaba haciendo estupendamente? ¿Y cómo terminó esa reunión? Pues como siempre, sin ninguna estrategia concreta y sin autocrítica de ningún tipo. Así les va.

Por cierto, si en el PP hicieron una encuesta sobre las pensiones, ¿por qué no hacen otra sobre qué piensan la mayoría de los españoles y españolas de su voto contrario a subir impuestos a las grandes compañías energéticas y a los bancos? Lo mismo se llevan otra sorpresa. Aunque no está claro que esto supusiera un cambio en su voto.

Ahora Feijóo se encuentra ante varias encrucijadas. Es el caso de la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas semanales, Feijóo se enfrenta a un nuevo dilema. ¿Qué va a votar ahora? Votará a favor y hará algo positivo, después de tres años, por los trabajadores y trabajadoras de nuestro país; o votará en contra, para hundirse definitivamente. Hay más de media España que anhela este avance histórico, que anhela más tiempo para su vidas personales, que anhela mejorar su calidad de vida.

Y ante esta disyuntiva, el expresidente gallego se ve obligado a elegir: O se alinea con los posicionamientos que defienden los trabajadores y trabajadoras o se vuelve a someter y a agachar la cabeza ante las presiones de la patronal y de sus barones y baronesas más radicalizadas como la Sra. Ayuso. Lo que no podrá hacer es tirar balones fuera, porque el tiempo juega en su contra.

Por cierto, un apunte para todos aquellos trabajadores que votan a la derecha y a la ultraderecha. Mientras en España el Gobierno de la nación ha aprobado reducir de la jornada laboral a 37,5 horas semanales, el Secretario de Trabajo de Milei en Argentina, defiende trabajar 12 horas al día y eliminar las vacaciones. Que tomen nota aquellos que están pensando que a España le iría mejor con un gobierno de Feijóo y Abascal.

Otra encrucijada que tiene en el horizonte Feijóo es la subida del Salario Mínimo, que esperan como agua de mayo, de forma directa más de dos millones y medio de trabajadores; y de forma indirecta el resto de los trabajadores, puesto que el SMI sirve de referencia para elevar el conjunto de salarios en España al subir los niveles de las tablas salariales ¿Qué va a hacer Feijóo? ¿Votará en contra, junto a la patronal, o por una vez estará con los trabajadores y apoyará la subida?

Por cierto Sr. Feijóo, deje de hacer demagogia barata con el Salario Mínimo, le recuerdo que con el gobierno de Pedro Sánchez ha crecido un 61% desde 2018, más que nunca en la historia en nuestro país, y por cierto, cuatro veces más de lo que lo subió M. Rajoy.

El clima de nerviosismo que se respira en el seno del PP es notable, y la incertidumbre sobre el futuro de Feijóo se acrecienta con cada paso que da. Sin una estrategia clara y con un liderazgo cada vez más menguante, su futuro al frente del PP es cada día más incierto. Su tiempo se le agota como líder del PP. Tic, Tac…

Fuente