Miguel G. P., de ahora 70 años, y su mujer María Dolores Illan se mudaron a Gran Canaria en 2014 procedentes de Vilassar de Mar, un municipio de Cataluña. Él, guardia civil, fue trasladado a la Isla para incorporarse al destacamento de Tráfico. Seis años después de llegar a Gran Canaria, a María Dolores se le perdió la pista en San Bartolomé de Tirajana. Fue el 18 de marzo de 2020 cuando Miguel denunció su desaparición. Ella tenía 59 años. Esta semana, cinco años después, él ha confesado haberla matadodescuartizado esparcido sus restos por rincones del sur de Gran Canaria. 

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