La Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) ha perdido gran parte de su capacidad para supervisar 8.200 millones de dólares en ayuda humanitaria, advirtió su oficina del inspector general. Esto ocurre tras la congelación de fondos internacionales y la inactividad del personal, medidas impulsadas por la administración Trump.

El informe señala que el desmantelamiento de la supervisión ha dejado vulnerable la distribución de ayuda en regiones como Medio Oriente y Asia Central, donde existe riesgo de que los recursos lleguen a grupos terroristas como Hamás, Hezbolá, el Estado Islámico y los Hutíes.

Los monitores responsables de evitar estos desvíos han sido apartados de sus funciones, lo que ha generado preocupaciones sobre el financiamiento involuntario de entidades o individuos vinculados a organizaciones terroristas. La oficina del inspector general recordó que ya había instado a USAID a mejorar la formación del personal para prevenir estos riesgos.

Un informe reciente destacó cómo Hamás desvió ayuda en Gaza, advirtiendo que la actual falta de personal ha reducido la capacidad de USAID para responder a estas situaciones. Las restricciones en las comunicaciones con organizaciones de ayuda han limitado la respuesta y el seguimiento de denuncias.

El 20 de enero, Trump firmó una orden ejecutiva que congeló toda asistencia extranjera, obligando al cierre de programas de desarrollo financiados por EE. UU. en todo el mundo. El secretario de Estado, Marco Rubio, aseguró que se implementaron exenciones para mantener operativos ciertos programas esenciales de ayuda alimentaria y sanitaria.

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