28 partidos, 23 goles. Y 15 tantos desde que arrancó este nuevo año. No, no se está hablando de Mbappé. Ni tampoco de Lewandowski. Ni siquiera de Haaland. O de Harry Kane.
Luce el 10, pero juega de ‘nueve’. ¿Quién es? Es Ousmane Dembélé, el tipo que se bastó por sí solo para abrirle al Paris SG de Luis Enrique la puerta de los octavos de final de la Champions al ser decisivo en el triunfo sobre el Brest. Liverpool o Barça aguardarían en esa ronda al conjunto parisino.
Marcó dos goles y provocó el penalti del 0-1
Queda la vuelta en el Parque de los Príncipes pero todo resultó mucho más encillo porque el exdelantero azulgrana provocó el penalti del 0-1 con un latizago -usó la pierna derecha- y marcó el 0-2 cuando más sufría el equipo de Luis Enrique empleando la pierna izquierda. Después, ya en la segunda mitad, controló con la izquierda y remató con la derecha entrando en el área como un furioso viejo ‘nueve’. Sí, es él. Es Ousmane.
Y eso que ya en el inicio de la segunda mitad se había inventado Dembelé un pase para descubrir la cabalgada de Barcola, que asistió en solitario a Doué. Era el 0-3, pero anulado por el VAR. Luego, lo anotó el exazulgrana porque no quería irse sin dejar un espectacular sello en Europa.
Siete partidos ha jugado el que fuera delantero del Barça en esta Champions y suma ya seis tantos. Es el PSG del ‘Mosquito’, a quien Luis Enrique le ha creado un traje táctico en el que encaja de maravilla, tal si fuera un goleador reputado durante toda su carrera.
Todo sucedió en un césped indigno para un partido de Champions. Y en este escenario, el estadio del Brest, se abrió la nueva fórmula con un play-in intermedio antes de entrar en los octavos. Una última oportunidad para los grandes, como el PSG de Luis Enrique, que no hicieron bien los deberes en el nuevo torneo.
Habían transcurrido cinco minutos y nada trascendente sucedía en el duelo francés gobernado, al final, por la clarividencia ofensiva de Dembélé, que empezó siendo delantero centro y acabó recluido en la banda derecha. Desde cualquier lugar del campo aplastó el azulgrana a un desorientado Brest.
Kvaratskhelia, suplente
Tal vez lo más novedoso era comprobar como el técnico asturiano dejaba en el banquillo a Kvaratskhelia, el lujoso fichaje invernal. Podía jugar -ya está inscrito en la Champions-, pero Luis Enrique sentaba a su lado a 70 millones de euros manteniendo su absoluta confianza en la estructura ofensiva integrada por Doué (ilusionante extremo derecho, de 19 años), Dembélé (liberado tras la marcha de Mbappé a sus 27 años) y Barcola, un explosivo extremo zurdo, de 22.
No ocurría nada trascendente hasta que Donnarumma cometió una torpeza que casi resultó una tragedia futbolística. Le llegó el balón a sus pies y no se le ocurrió peor idea que pasar hacia el lugar por donde transitaba Ludovic Ajorque.
La mala elección del meta italiano quedó, sin embargo, compensada porque el balón rebotó en el cuerpo del delantero francés con tanta fortuna que salió junto al poste derecho de la portería del PSG. Era el minuto 12 de un gris partido. Y fue esa acción la que despertó al conjunto parisino a través de los regates de Dembélé, que se siente el jefe. El dueño del ataque. Y el líder del PSG.
Ousmane se lo pasa pipa
Suyas fueron dos acciones dentro del área, en la primera repelida por una agobiada defensa del Brest. En la segunda su disparo fue interceptado por la mano derecha de Pierre Les Melou, penalti de VAR y definición simple pero eficaz en el lanzamiento a cargo de Vitinha. No se entiende, sin embargo, ese tanto del PSG sin la intervención previa y decisiva de Dembélé.
Era el exazulgrana el delantero más peligroso porque Barcola y Doué no tenían tanto peso en el ataque del conjunto de Luis Enrique. Ha sido el técnico quien le ha encontrado el sitio adecuado a Ousmane. Estaba dominando el PSG, pero en 35 minutos recibió tres avisos.
El primero fue error propio, el de Donnarumma; el segundo, un fallo a la hora de medir de Pacho, corregido por el propio fallo aprovechando la candidez del ataque del Brest; el tercero, un soberbio cabezazo de Sima, escupido por el palo izquierdo.
Faltaba aún la cuarta ocasión del Brest, sellada por Hakimi, quien se equivocó de portería y disparó de manera enloquecida hacia el meta francés, salvado porque la pelota rozó en el poste derecho. Se tiró Hakimi a su propia casa. Y acabó, quien se lo iba a decir, el PSG pidiendo la hora en el primer tiempo.
El 0-1 de Vitinha no le había hecho bien, hasta que en un contragolpe armado con paciencia e inteligencia le llevó la pelota a Dembélé, quien recuperó las viejas sensaciones de extremo. Cabalgó en solitario, sin nadie del Brest que le intimidara, y ambidiestro como es, Ousmane eligió la pierna izquierda para firmar un gran gol: el 0-2.
En la segunda parte, más de lo mismo. Cierta zozobra defensiva del PSG y Dembélé guiando a su equipo en ataque. Ese pase a Barcola que debía ser el preludio del 0-3 aunque la tecnología detectó que estaba en fuera de juego.
Y luego para no dejar de ser el Dembélé de siempre erró, tal vez, la ocasión más clara cuando solo en el área de Brest tiró fuera. Pero ya había hecho su trabajo antes, dirigiendo el triunfo que le acerca a los octavos de final donde le aguardarían Liverpool o Barça.
No quería, sin embargo, Ousmane, marcharse con ese fallo porque necesitaba liquidar el partido con el 0-3 firmando un inicio de 2025 nunca visto antes: 15 goles ha marcado en los ocho últimos encuentros.