Este miércoles regresa la actividad parlamentaria al Congreso de los Diputados con un menú bien cargado. Del aperitivo se encargaron este martes Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo. Ambos encabezaron sus respectivas interparlamentarias para dar las primeras pinceladas del arranque del curso en las Cortes Generales tras el paréntesis de enero. Mientras el presidente del Gobierno insistía en agotar la legislatura y alentaba a los suyos a dar el todo por el todo para “superar a la coalición ultraderechista”, el Partido Popular hará lo propio para intensificar la presión sobre el PSOE en lo que ha catalogado como una “oposición sin cuartel” para desbancar a un Ejecutivo que consideran “decadente, en declive, desesperado y acorralado por sus problemas judiciales”.

El parón de enero no ha hecho sino acentuar la crispación que desde el PSOE atribuyen a la “coalición negacionista” conformada por Partido Popular y Vox. De ahí se desprende la arenga final de Sánchez en la interparlamentaria socialista. “Cuando nos insulten, vamos a responderles con buena educación y con la convicción de que cuánto más gritan, es que vamos por el buen camino y hay que perseverar”, expuso el jefe del Ejecutivo, al tiempo que insistía en que la legislatura tendrá la duración que mandata la Constitución: es decir, cuatro años. No menos.

A pesar de que los Presupuestos Generales del Estado se mantienen en el congelador y las arremetidas de la “multinacional ultra” -intensificada ahora con el desembarco de Donald Trump a la Casa Blanca-, Sánchez le niega la mayor a la petición constante del “adelanto electoral” por parte del mejunje de neoliberales y ultraderechistas. De hecho, no sólo despierta de ese sueño al líder de la oposición, sino que le augura un ciclo electoral de victorias socialistas, incluso en municipales y autonómicas: “Tendremos más gobiernos regionales, locales y, de nuevo, un Ejecutivo progresista”.

Esfuerzo extra

Sánchez es consciente de que la “coalición negacionista” aprieta y puede que termine por ahogar si el progresismo no resiste unido y no da el todo por el todo. Y ese esfuerzo extra lo ha ejemplificado con la capacidad negociadora y dialogante del Gobierno al sortear el veto al escudo social en tan sólo una semana.  El presidente ha admitido que “ha costado mucho” torcer el brazo de Junts tras votar en su contra siete días antes.

“Si algo sabemos, es que la vida es así. Cuando no tienes una familia de alto abolengo o grandes amigos empresarios, pues valoras lo que cuestan las cosas porque no te las regala nadie. Y eso hay que pelearlo, trabajarlo, negociarlo, cediendo en algunas cosas para ganar en otras. Eso es lo que hacen millones de españoles cada día”, argumentaba un Sánchez que igualaba la actitud de la “mayoría social” al talante combativo del Gobierno ante un bloque negacionista que rechaza la “revalorización de las pensiones” o que no quiere “subir el SMI”. “Sólo sabemos lo que no quieren. Por eso, pese a su ‘no’ a todo’, nosotros reivindicamos un sí a la mayoría social”, remató.

Eso solo se consigue, según el jefe del Ejecutivo, a través de un esfuerzo ímprobo en la captación de apoyos. Por ello, apelando a una de las expresiones que más ha utilizado en sus últimas intervenciones, Sánchez ha urgido a sus diputados y senadores que “busquen apoyos hasta debajo de las piedras”, siguiendo con el ejemplo de Moncloa. Unos votos que se consolidan con “cintura para dialogar, negociar y construir acuerdos”.

“Ley a ley, iniciativa a iniciativa, mejorar la vida de la gente no entiende de imposibles, es cuestión de trabajo y voluntad. Creo que nosotros durante estos siete años lo hemos demostrado”, ha reforzado un Sánchez que emplazaba a sus parlamentarios a “contar la realidad más allá del bulo y la desinformación”, con la “pedagogía” como aliada principal ante el incremento de la audiencia que ya puede palpar los resultados de la “multinacional ultraderechista”.

España, Europa y el mundo, en juego

El presidente cerraba su intervención desde la sala Erns Lluch del Congreso de los Diputados con una breve sinopsis del cónclave socialista de Sevilla que se celebró hace unos meses. De ese congreso, las siglas del puño y la rosa no sólo salieron unidas, sino que lo hicieron con “nuevas ideas” y con liderazgos renovados. Por ello, Sánchez hacía hincapié en las buenas perspectivas electorales, con los cambios en las secretarías generales de las diversas federaciones.

Reivindicando la socialdemocracia como único escudo frente al auge de la “multinacional ultraderechista” y de los “tecno oligarcas”, Sánchez ha llamado a los suyos a “ganar” las próximas elecciones autonómicas y municipales para que “el ejemplo” del PSOE siga corriendo por todo el Viejo Continente. “Lo que está en juego es si España, si Europa y si el mundo continúan avanzando por la senda de progreso de las últimas décadas; o simple y llanamente retrocede. Lo que se decide es si seguimos apostando por una sociedad de apertura y de colaboración, de entendimiento mutuo, o nos convertimos a la religión del unilateralismo y del conflicto”, zanjó.

Oposición descarnada

La estrategia en la margen contraria del río es diametralmente opuesta. El Partido Popular no va a retocar ni un ápice su libro de recetas contra el sanchismo. Es decir, la crispación y la palabra gruesa gobernarán en el argumentario de Génova; manteniendo intacta su persecución a un Gobierno que definen como “decadente, en declive y desesperado”, además de estar “acorralado por la corrupción”. En suma, la intervención de Feijóo ante sus parlamentarios se ha orientado a la situación judicial de un Sánchez que “ha llevado más lejos que nadie el umbral del escándalo en la sociedad española”.

Feijóo le ha puesto nombre: “Oposición sin cuartel”. Así lo ha definido, encapsulándola bajo el mantra de que “no le vamos a dejar pasar ni una”. “¿Por qué? Porque estamos defendiendo la democracia y el Estado de Derecho en nuestro país”, acotó el líder de la oposición, que arengaba a los suyos para dar la batalla a la “agenda del escándalo” del Gobierno de Sánchez. Una lucha en la que deberán de blandir la “agenda del cambio”, trufada de iniciativas legislativas en el Parlamento, como las concebidas contra el “infierno fiscal” del Ejecutivo.

Dentro de esa “oposición sin cuartel” se enquista el relato de presentar al “Gobierno de la decadencia” como el responsable del hundimiento de un país. “Los españoles merecen que alguien se ocupe de sus problemas”, especialmente cuando ha aventurado que pronto será el Partido Popular el que ostente el poder político en España. “Vamos a dejarles a ellos la desesperanza, el pesimismo y el derrotismo. Y nosotros vamos a construir la oposición ilusionante que está necesitando el país. Y es que el país necesita buenas noticias y si el Gobierno no se las da, la oposición se las tiene que mostrar”, remachó.

Feijóo deberá equilibrar ese mensaje de “oposición descarnada” con el optimismo que pretende proyectar como “garantía contra el pesimismo de España”, agregando que “quien está desesperado es el Gobierno”. Por eso, sugirió el líder de la oposición ante los suyos, el Ejecutivo “bloquea cualquier tipo de agenda del cambio”, convirtiendo el Consejo de Ministros en la “oposición al PP”. “Nunca tantos ministros han sido jefes de la oposición. Ni tan vagos”, agregaba el presidente de los conservadores, quien afea al Gabinete de Sánchez que “por la tarde no trabaje”.

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