Al público de las galas le gusta ver personas famosas, bien vestidas, sonrientes y agradecidas. Las galas de premios son un género de derechas, en fondo y forma, en el que el organizador se beneficia de dar el galardón más que el elegido de recibirlo. La izquierda no premia porque cree que las cosas se hacen por que hay que hacerlas, aunque si te matan te premia con la memoria, lo que vitalmente no compensa. La derecha se premia a sí misma con galas que transfunden novedad perpetua al viejo individualismo. La gala de los Goya es un género de derecha con discursos de izquierda y José María Aznar no entendía aquella homilía atea en la misa mayor de la catedral. Los actores se quejan de precariedad, pero van a la fiesta vestidos de ricos con ropa prestada por modistas que tienen en ellos perchas bellas que atraen la atención subrayadas por el rotulador de la alfombra roja. Los actores actúan de ricos en el espectáculo de lujo que es la gala.

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