Compras por Internet / Eduardo Parra / EP

Hasta hace poco, nosotros íbamos a la tienda. Ahora es la tienda la que viene a nosotros. La tenemos en casa, a un clic del teclado del ordenador. Sin necesidad de quitarnos el pijama, podemos entrar en el comercio incrustado dentro de nuestro domicilio. En los comercios, cabría decir, pues resulta tan sencillo acceder a Zara como a Mercadona, a Dia como a El Corte Inglés. Estos establecimientos, pese a su gigantismo, caben en nuestro pequeño dormitorio o en nuestro diminuto salón o en nuestra cocina americana. Parece mentira que un pequeño ordenador o un teléfono móvil fabricado en China sea capaz de contener tales cantidades de oferta comercial. Y no hemos citado Amazon, a quien le puedes solicitar un producto fabricado en Australia si levantarte del sofá. Este debió de ser el sueño del hombre (y de la mujer, claro) de las cavernas: que la caza llegara mágicamente a la cueva sin necesidad de abandonarla. De ahí que haya que llevar cuidado con lo que se desea.

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