Las cocinas de los nacionalismos periféricos están a pleno rendimiento. Catalanes y vascos trabajan desde hace algún tiempo en una nueva visión de la política alejada de las clásicas trincheras del eje izquierda y derecha. Tal división no es el futuro y lo identitario vuelve a coger peso. La reelección de Oriol Junqueras como presidente de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) acercó la vía de la unidad de un independentismo debilitado por la mano separadora del Gobierno. Los republicanos, juntos con Junts, ya no esconden sus cartas y exhiben sin edulcorantes sus excluyentes visiones migratorias. La receta de resucitar -no es exactamente así, pero entiéndase- a Junts pel Sí ha gustado también en Euskadi, donde el líder de la izquierda abertzale, Arnaldo Otegi, ha extendido su mano a la derecha nacionalista para no laminar el voto independentista en “algunas elecciones”, también con la competencia migratoria como lubricante para engrasar una eventual maquinaria vasca.

El grueso del 2024, el bloque catalán pasó por su convivencia más difícil. Sobre todo en la Carrera de San Jerónimo, donde el partido abre más la mano para que Gabriel Rufián despliegue y exprima el perfil izquierdista de la formación. Con las elecciones catalanas, Esquerra redobló su confrontación con Junts con constantes advertencias de la tendencia a la “derecha burguesa” clásica de los neoconvergentes. Incluso llegó a vaticinar que la proyección de los de Puigdemont, que ya manifestaban posiciones graníticas en las negociaciones, era la de desplazarse hacia el bloque conformado por Partido Popular y Vox, concediendo la absoluta a las derechas.

Se despejaron las incógnitas sobre el liderazgo de Esquerra y Junqueras, poco a poco, traslada el barco hacia posiciones próximas a 2017, cuando el independentismo clamaba por la autodeterminación a una sola voz frente a un “estado autoritario”. La vida ha cambiado en Cataluña, que se lo digan a una ERC que ha quedado reducida a cenizas y a la que prometen volver a brillas como antaño. Para ello, sin embargo, se preparan ya en la cúpula del partido, donde ya tienen la vista puesta en el Congreso del mes de marzo, con una ponencia política de fuertes aires procesistas, aunque con más transversalidad para llegar a todos las capas del estrato electoral y reivindicando una estructura de Estado como herramienta para que la autodeterminación salga adelante.

Esas palancas abordan la cuestión competencial y, dentro de esta, las migraciones. El traspaso en materia migratoria es una de las demandas que Junts ha reclamado desde el arranque de la legislatura. Concretamente desde el primer pleno del curso pasado, cuando los tres reales decretos presentados por el Gobierno estuvieron a punto de caer. De hecho, fue este compromiso el que salvó la viabilidad de dos de los tres textos. Todavía no ha cristalizado porque en Moncloa estudian el encaje constitucional de tal transacción.

Réplicas en Euskadi

Precisamente por ahí van los tiros también en el eje euskaldún. PNV y EH Bildu son dos fuerzas políticas que, a ojos de los abertzales, están condenadas a entenderse por el bien del país. Por el momento, hay quien entiende que esto no es posible. Al menos por ahora, máxime cuando el PNV se encuentra en mitad de un proceso interno que podría dejar algún que otro cadáver. No obstante, en la dirección de los abertzales se cree que es el momento propicio “política y coyunturalmente”, aunque exponen que no tienen prisa alguna.

Un movimiento similar al del frente catalán, aunque está aún por cristalizar en algo más serio. La iniciativa ha partido del líder de EH Bildu, Arnaldo Otegi, que ante los micrófonos de Euskadi Irratia admitía haber iniciado contactos con el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, cuando este le trasladó que no seguiría al frente de la formación jeltzale. No obstante, fue una conversación “breve” y en la que apenas se dio pábulo a matices consistentes.

En cualquier caso, Otegi y Ortuzar han mantenido siempre una “buena relación” que se ha cimentado, sobre todo, “fuera del foco público”; lo que les ha permitido “construir un marco de confianza” de cara al futuro. De hecho, ese debería ser el punto de partida, aunque ahora le toca el turno a un nuevo equipo. Motivo por el cual no hay prisa alguna entre los dirigentes de la izquierda abertzale, que se dan tiempo para que asienten los cambios pertinentes en la estructura de los nacionalistas vascos. “Tendremos que hacer el mismo camino”, ha prometido el líder de Bildu.

Otegi ha confirmado “algunos acercamientos” entre sendas fuerzas, especialmente para redefinir a un nuevo estatus para “Euskal Herria”. Primeros pasos que tendrán que repetirse con la dirección que desembarque al PNV, la cual podría estar encabezada por el hasta ahora portavoz parlamentario de los jeltzales, Aitor Esteban. En cualquier caso, incógnitas de las cúpulas aparte, el líder de los abertzales admite que no tiene apenas relación con el hasta ahora portavoz del PNV en la Carrera de San Jerónimo.

El feeling entre las partes es bueno. O al menos así lo estima un Otegi que cree que si se actúa con responsabilidad política, EH Bildu y PNV “deberíamos continuar con el camino hecho hasta ahora”. “Debe de haber un acuerdo, una suma en torno a nuestro estatus político, aunque luego haya que hacer esa suma con otros”.

Lista unificada

El líder de Bildu ha indicado el camino para ambas fuerzas en el futuro y pasa por la unión de fuerzas de cara a los procesos electorales. No a todos, eso sí, pues se circunscribiría en exclusiva a las generales y a las europeas. Una propuesta formulada desde una “gran profundidad” y solemne, haciendo hincapié en que Euskal Herria es una nación que se divide en tres territorios administrativos “bajo dos estados”, exponen desde la fuerza soberanista, que exportan su propuesta para todo aquel que considere al País Vasco con derecho a decidir su futuro.

El dirigente de EH Bildu ha reconocido que presentarse de forma independiente en las elecciones “nos va muy bien” porque obtienen buenos resultados, pero considera que la verdadera opción es “acudir como país a Madrid y Europa”. Otegi ha propuesto una candidatura popular que represente la voz del pueblo vasco, con un programa mínimo que defienda el reconocimiento de Euskal Herria como una nación con derecho a decidir y la necesidad de un nuevo estatus político.

Aunque reconoce que existen desacuerdos en temas socioeconómicos, Otegi ha señalado que esta propuesta se hace desde un enfoque nacional. Cada partido, ha dicho, defenderá sus posiciones en lo social y lo económico, pero unidos se logra una mayor fuerza. Por ello, ha invitado a las fuerzas abertzales y de la izquierda confederal a mostrar «de manera libre y notoria» cuál es la mayoría de la sociedad vasca y a probar democráticamente su identidad y sus objetivos. Para cuestiones sociales y económicas, ha apuntado, están las elecciones municipales, forales y autonómicas, pero ante los estados, la opción debe ser la unidad.

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