Un total de 19.566 vehículos pasan cada día por la variante de Avilés, según los últimos datos de aforo de las carreteras que maneja la Dirección general de Tráfico de esta vía (N-632) abierta al tráfico un 5 de noviembre de 1991. La intensidad media diaria, que se analiza de acuerdo al volumen total de tráfico de vehículos de una carretera durante un año dividido por 365 días, está lejos de los más de 37.700 coches y camiones que circulaban por la circunvalación avilesina en los años previos a la apertura de los tramos de la Autovía del Cantábrico (A-8) que discurren por la comarca avilesina, entre diciembre de 2005 y mayo de 2007.
Aún con todo, la variante es una carretera con alta demanda: del total de vehículos se estima que alrededor de 636 al día son pesados y 18.939 ligeros. De ahí que muchos usuarios habituales de la circunvalación- la variante es utilizada sobremanera por conductores de la zona en trayectos cortos, muchos con el Hospital San Agustín como punto de origen o destino- exigen que se les tenga en cuenta: reclaman mejoras lumínicas en esta vía con farolas pero con escasa o nula iluminación, pese a las reiteradas peticiones al Ministerio de Fomento, incluso desde el Ayuntamiento de Avilés, para alumbrar la vía. A esto, advierten los conductores, el continuo paso de animales salvajes, jabalíes principalmente, hace más peligrosa una vía que en su día fue etiquetada como «punto negro», con numerosos accidentes, muchos mortales. La variante de Avilés suma un total de diez kilómetros.
El Ministerio de Fomento, propietario de la carretera, apagó las luces de la variante con el inicio de la crisis económica, allá por 2008. El objetivo: reducir el consumo de energía. El enfado de los conductores llevó a distintos colectivos de la ciudad a unir fuerzas. La última vez en 2022. Entonces urgieron el encendido del alumbrado, al menos en los cruces. Actualmente las voces reivindicando mejoras en esta carretera han vuelto a oírse a través de redes sociales. Los afectados piden mejor iluminación de la carretera y, sobre todo, medidas para paliar el paso de fauna salvaje. «Conducir por la variante de Avilés por la noche es meterse en la boca del lobo», señalan algunos de los 19.566 conductores que hacen uso de esta vía, principalmente usuarios de turismos.
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