Las conexiones sociales de las personas, incluidas las que se forman en las plataformas, juegan un papel crucial a la hora de adoptar o no medidas de salud preventivas y, por lo tanto, para evitar enfermedades.
Así lo muestra un trabajo publicado en Scientific Reports realizado a partir de un proyecto en el que han colaborado investigadores de la Universidad de Manchester, la Universidad de Birmingham, la Universidad de Nueva York y el Instituto Indio de Salud Pública con la idea de poder cambiar significativamente el modo en que se diseñan e implementan las iniciativas de salud pública.
Por ejemplo, muestran que las redes sociales cada vez se reconocen más como importantes de cara a explicar la adopción de conductas de prevención de enfermedades individuales. «Se ha demostrado que el tamaño (número de contactos) y la composición de la red de uno importan para las conductas de prevención relacionadas con el VIH y para evitar el alcohol y el tabaco», indican. También para la vacunación.
«La prevención eficaz de muchas enfermedades infecciosas y no infecciosas depende de que las personas adopten simultáneamente múltiples conductas de prevención. Se ha descubierto que las características individuales, los líderes de opinión y las redes sociales explican por qué las personas adoptan conductas de prevención específicas. Sin embargo, sigue siendo difícil comprender cómo estos factores dan forma a múltiples conductas interdependientes», apuntan los autores.
Así que se pusieron a ello. El trabajo se centró en la prevención de la malaria en diez pueblos de la India. Analizaron cómo distintos factores influyeron en el uso de medidas preventivas, como mosquiteros, repelentes de insectos y ropa protectora. Para eso hicieron entrevistas a más de 1.500 adultos, en las que se recogía información sobre sus prácticas sanitarias y redes sociales.
El valor de los hogares
Los resultados mostraron que la exposición a conductas preventivas dentro de la red social de una persona es el principal factor que influye en la adopción de esas mismas conductas. Es decir, sus amigos y familiares utilizan repelentes de insectos, es mucho más probable que tú también los utilices, lo que sugiere que las conductas de salud están muy influidas por nuestras conexiones sociales y no son solo el resultado de elecciones individuales.
El estudio también encontró que los hogares son fundamentales para dar forma a las discusiones relacionadas con la salud: las personas tienden a hablar más sobre temas de salud con quienes conviven, lo que significa que la información y las prácticas compartidas ienen un gran impacto.
En cambio, las características individuales como la edad, el género o la educación, así como el asesoramiento de los expertos en salud, parecían tener una influencia directa mucho menor.
Cambiar los programas de salud pública
Por todo ello, losi nvestigadores dicen que en lugar de centrarse únicamente en los individuos, los programas de salud pública deberían reconocer y utilizar el poder de la influencia del grupo. Por ejemplo, piensan que las campañas de salud pública podrían centrarse en educar y apoyar a líderes personas influyentes que luego pueden actuar como canal para promover conductas saludables entre sus círculos sociales. También destacan la importancia de las intervenciones a nivel de hogar, es decir, en familias enteras y no tanto en los individuos.
Aunque la investigación se centró en la malaria en la India rural, las implicaciones se extienden a diversas enfermedades y poblaciones a nivel mundial. En este sentido, los investigadores dicen que su enfoque proporciona un marco valioso para desarrollar estrategias de salud pública más efectivas en todo el mundo.
«Nuestro estudio concluyó que, si bien las decisiones individuales son importantes, el entorno en el que se toman esas decisiones (en particular nuestras redes sociales) desempeña un papel clave a la hora de influir en ellas», afirmó Elisa Bellotti, una de las autoras del trabajo, en un comunicado.
«Los programas deben diseñarse para aprovechar las conexiones sociales, haciendo que las conductas saludables sean algo que las familias y las comunidades practiquen juntas. Al comprender el poder de la influencia social, podemos lograr avances significativos en la prevención de enfermedades infecciosas y no transmisibles y en la promoción de sociedades más saludables».