Supongo que habrán visto como yo a ese chico, por llamarlo de alguna manera, rasgando la camisa como Camarón, porque lo hemos visto hasta en la prensa. Se ha convertido en un fenómeno viral. Es un chico joven, se supone que adulto, al ver que su novia le era infiel, ha hecho una auténtica tragedia griega, en la que solo faltaba un final horrible. Pero no, al final parece ser que para vengarse o para olvidar, en esa «Isla de las tentaciones» que es un manual de instrucciones, para los jóvenes actuales, se ha consolado con otra concursante. Y por esto me ha llamado una periodista, para que opinara sobre las distintas formas de enfrentar una infidelidad. Y claro, no he podido resistirme.
El ejemplo que estamos viendo en este tipo de realitys es para que las feministas pusieran el grito en el cielo porque ahí, la cosificación famosa de la mujer, no se necesita demostrar, es más que palpable. Al margen de la vergüenza que me da, abordé como pude el hecho de cómo reaccionar ante una infidelidad, porque evidentemente no podíamos meternos con el programa como tal. La lealtad y la fidelidad no está de moda. y por supuesto menos en este tipo de programas, ni en muchos de los jóvenes de hoy, que no quieren ni un compromiso real, ni un proyecto a largo plazo como hicimos nosotros hace casi medio centenar de años. Las infidelidades, nada, solo son una total pandemia.
«Nada más» que un 42% de los hombres y 31% de las mujeres en España han sido infieles alguna vez. ¿Como se debería expresar ese dolor, ese duelo? Realmente es una pérdida y como tal, existen fases: shock, negación, ira, adaptación y resolución… pero en esa primera impresión cuando lo ves, uno no se suele rasgar la camisa, aunque existen aún cosas peores por desgracia. Pero son formas de reaccionar de distintas etnias, de distintas sociedades de países y culturas. Depende del control emocional que es una característica de la inteligencia emocional y que muy pocos practican, y se trata de entender tus emociones y dejar que la parte racional (nuestra corteza prefrontal) intervenga antes que la amígdala envíe respuestas inapropiadas propias de los animales que evidentemente no disponen de esa parte racional que algunos secuestran por emociones desbordadas. Ante una infidelidad, lo normal es sentir pena, y expresarla mediante lágrimas, mejor no delante de los infieles, pero llorar tranquiliza, calma y es maravilloso para superar penas y tristezas. Desahogarse con la gente que tienes gente, rodearte de gente empática y en último caso si no eres capaz, acudir a un profesional. Pero porfa, nunca, nunca, te rasgues la camisa… que es que además ahora la vida… está muy cara.
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